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El eslabón perdido de las avispas del Cretácico

El ámbar de Sant Just escondía una familia de insectos de hace 110 millones de años que explica la evolución de las avispas

Autor:

Juventud Rebelde

El yacimiento de ámbar del Cretácico de Teruel, en Sant Just (municipio de Utrilals) ha revelado la existencia de una nueva familia de avispas diminutas que podrían tener la clave de la evolución de estos insectos. Se trata de un ejemplar de la especie Galloromma turolensis, que junto con otro encontrado en Álava, forman parte de una nueva familia bautizada como Alavarommatidae, en honor de esta última provincia, indica El Mundo.es.

El hallazgo de la G. turolensis tuvo lugar en las excavaciones de 2007, pero han sido necesarios varios años para preparar el ámbar en el que se encontraba y poder determinar que se trataba de un raro grupo de diminutas avispas llamadas mimarommatoideas. Se trata de insectos tan diminutos que apenas son visibles a simple vista (apenas medio milímetro) y que quedaron atrapados en la resina de los árboles prehistóricos hasta nuestros días.

Jaime Ortega, de la Universidad de Barcelona y uno de los paleontólogos que ha participado en el hallazgo, recuerda que el ámbar, de hace 110 millones de años, apareció junto a una carretera y que contenía unas 12 especies nuevas de insectos, si bien la avispilla ha sido el que más información ha aportado.

Se trata de un ejemplar con alas y que, al contrario que otros de su grupo, no tiene largos pelos en el margen, sino que son muy cortos. «Es muy interesante porque es una familia intermedia entre otras dos que ya se conocían y comparte características que unen a una con la otra», explica Ortega a ELMUNDO.es.

De momento de esta nueva familia sólo se tienen los dos ejemplares encontrados en Sant Just y en Álava, por lo que no se sabe el tiempo que pervivió en el planeta antes de su extinción. En todo caso, Ortega recuerda que están emparentados con las avispas actuales, especies muy importantes para el medio ambiente porque destruyen los huevos de otros insectos que pueden ser dañinos para los cultivos. «Por ello pueden usarse en bioagricultura pra controlar las plagas», afirma el investigador.

El ejemplar encontrado en Álava ya está en el Museo de Ciencias Naturales de esta provincia vasca y el de Sant Just forma parte de la colección de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, que ha colaborado en el descubrimiento.

Precisamente Dinópolis tiene una subsede en el municipio medieval de Rubielos de Mora en el que se exponen varios fósiles encontrados en la zona, entre ellos la famosa mariposa Zygaena turolensis, más conocida como Polillo.

Toda la comarca fue un lago hace 20 millones de años (en el Mioceno) de tres por 15 kilómetros de largo, por lo que la fosilización de animales fue excepcional. «Cuando desapareció, quedaron los sedimentos con los fósiles que se habían ido al fondo. Era un lago muy profundo, en el que entraba agua pero no podía salir. Como en la parte inferior phabía poco oxígeno, la fosilización fue muy buena tanto de plantas como de animales», señala Federico Gorriz, uno de los responsables de Dinópolis en Rubielos de Mora. De hecho, allí incluso se han encontrado restos de tejidos blandos, que rara vez se conservan.

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