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Conocimiento: unos, cerca; otros, muy lejos

La enseñanza de las ciencias fue tema repetido en el inicio del curso escolar en buena parte del mundo. Sin embargo, 793 millones de personas no saben leer ni escribir en un período histórico en que la civilización vive uno de los momentos cumbres del saber

Autor:

René Tamayo León

El inicio del año lectivo en gran parte de los países del mundo fue ocasión propicia para pasar revista al cómo y el porqué de la enseñanza de las ciencias a niños, adolescentes y jóvenes, tanto en las escuelas como a través de los medios de comunicación y las instituciones culturales y científicas.

«Enseñar ciencia es una forma de inclusión», señaló Jorge Grandi, director regional de la UNESCO para estas disciplinas, durante un simposio sobre educación científica celebrado en Argentina.

En el evento Aprender a pensar en el aula, Grandi explicó que los conocimientos en ciencia y tecnología son claves para el desarrollo de un ciudadano, y criticó que en no pocos países no tengan la prioridad que amerita en los planes de estudio.

Y dijo más: «A pesar de lo necesaria que es en la actualidad, la enseñanza de ciencias no se ubica a nivel mundial como una prioridad», según refirió el sitio web Infobae América.

El directivo de la UNESCO para América Latina indicó que para lograr despertar el interés de los niños por la ciencia «hay que reforzar la educación inicial a través de nuevos elementos pedagógicos, fortalecer la tendencia de los niños hacia temas de educación científica y tecnológica y alcanzar una formación científica de los docentes de manera permanente, porque los avances en esas materias son enormes».

Otro despacho del medio señaló que en el mismo evento, el sociólogo argentino Jorge Werthein aseguró que «el conocimiento es el mayor capital con el que cuentan los países en el siglo XXI».

A una pregunta del reportero de ¿por qué es importante enseñar ciencia desde una edad temprana?, respondió: Es necesario desmitificar que la ciencia es muy difícil, accesible a unos pocos, que es elitista. Si no logramos conquistarlos de pequeños, vamos alienando el conocimiento científico de la posible experiencia, posterior a la secundaria, de optar por una carrera científica.

Sobre cómo debería trasladarse al aula la calidad de la formación científica, Werthein respondió al medio digital que es «imposible aprender ciencia memorizándola o solamente sobre textos.

«Uno los necesita, pero también es imprescindible la experimentación. Es importante que los alumnos sean quienes busquen las respuestas a las indagaciones que ellos mismos se hacen. Si ellos experimentan, adquieren una enseñanza de calidad. De otra manera lograríamos alejarlos de la disciplina, porque sienten que es algo muy difícil, que no comprenden».

Excluidos de todos

Ayer 8 de septiembre se celebró en el planeta el Día Internacional de la Alfabetización. Este año se dedicó a la relación alfabetización y paz. Para la ocasión, la UNESCO dio a conocer que en el mundo casi 800 millones de personas son analfabetas.

Según datos del Instituto de Estadística de la Organización de Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura, y consignados en el sitio digital www.unesco.org, 793 millones de adultos son analfabetos, y en su mayoría se trata de muchachas y mujeres.

El despacho de UNESCOPRESS agregó que otros 67 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria no lo hacen, y 72 millones de adolescentes en edad de cursar el primer ciclo de la enseñanza secundaria tampoco gozan de su derecho a la educación.

También informó que Benin, Burkina Faso, Chad, Etiopía, Gambia, Guinea, Haití, Mali, Níger, Senegal y Sierra Leona tienen más de 50 por ciento de adultos analfabetos. Por regiones, el sur y el oeste de Asia albergan más de la mitad de la población analfabeta mundial, con el 51,8 por ciento, y en el África Subsahariana 21,4 por ciento de adultos no saben leer ni escribir.

En Asia Oriental y el Pacífico el índice de analfabetismo es del 12,8 por ciento; en los Estados Árabes, de 7,6 por ciento; y en América Latina y el Caribe, del 4,6 por ciento.

América del Norte, Europa y Asia Central suman el dos por ciento de adultos analfabetos. En tanto, Bangladesh, Brasil, China, India, Indonesia, México, Nigeria y Paquistán constituyen el llamado Grupo E-9, que reúne a nueve países muy poblados que concentran más de dos tercios de los analfabetos adultos y más de la mitad de los niños no escolarizados del mundo, reseñó UNESCOPRESS.

Saber también es salud

Según el neurólogo europeo Gurutz Linazasoro, miembro de una organización continental para luchar contra el Alzheimer, para mantener el cerebro en forma hay que tener mucha curiosidad y preguntarse el porqué de las cosas.

«Nunca se deja de aprender ni tampoco se pierde la capacidad para aprender. Hay que animarse a estudiar un nuevo idioma, adentrarse en el mundo informático, pero también se aprende relacionándose socialmente, acudiendo a actos culturales o leyendo», indicó el experto a Diario Vasco, de San Sebastián, España.

El galeno señaló que intentar mantener el cerebro en forma es una manera de prevenir el Alzheimer. En este órgano —explicó— hay dos mecanismos importantes. Uno es la plasticidad, según la cual este tiene capacidad de adaptarse a las nuevas situaciones, pues el cerebro está cambiando permanentemente; se crean y desaparecen millones de conexiones, y este es un proceso que no degenera con la edad. Así, abundó, la plasticidad es la base del aprendizaje y por eso es muy importante aprender.

Un segundo mecanismo del cerebro resaltado por el doctor Gurutz Linazasoro es la neurogénesis, o sea, la capacidad de producir nuevas neuronas. «Las neuronas —dijo a Diario Vasco— tienen capacidad de regenerar, sobre todo en áreas que tienen que ver con la memoria y el aprendizaje. Por lo tanto, hay que intentar preservar la capacidad de producir nuevas neuronas».

A fin de mantener en apogeo el proceso de neurogénesis, el científico ibérico recomendó como los mejores estímulos hacer un ejercicio físico moderado, mantenerse intelectual y socialmente activo, comer una dieta pobre en calorías y evitar el estrés, que es nefasto para las neuronas del aprendizaje».

Días de vampiro

Respecto al rejuvenecimiento cerebral, también se ha conocido que un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, California, acaba de dar razón a las prácticas del príncipe de Transilvania Vlad Tepes, o a la recreación literaria que hizo de este el escritor irlandés Bram Stroker en el conde Drácula y su afición por la sangre.

Tras estudiar la de ratones jóvenes, los expertos de Stanford descubrieron que esta contiene una proteína capaz de favorecer el desarrollo de las células cerebrales de sus congéneres mayores, según un artículo publicado en la más reciente edición de la revista Nature y reseñado por el periódico The Guardian (ver http://ecodiario.eleconomista.es).

Los investigadores consolidaron los criterios de que las células cerebrales de los mamíferos contienen células madre neuronales capaces de generar nuevas células. Estudios anteriores ya habían demostrado que estas células «milagrosas» se encontraban cerca de los vasos sanguíneos.

Para comprobar si la neurogénesis se regulaba mediante indicadores químicos liberados por el cerebro a través de la sangre, los científicos intervinieron a seis ratones para convertirlos en siameses, a fin de que compartieran circulación sanguínea.

El experimento consistió en crear tres parejas, una de dos adultos jóvenes, otra de dos ratones viejos, y la última con animales de diferente edad. Cinco semanas más tarde, ya muertos, los científicos les practicaron la autopsia.

Encontraron que los cerebros de la pareja de siameses más jóvenes y el de los mayores habían creado aproximadamente la misma cantidad de células. Sin embargo, en el par de un adulto joven y otro viejo descubrieron que el ejemplar más longevo tenía más células nuevas que el de sus compañeros; del mismo modo, el ratón joven fue más desafortunado: poseía menos células que sus congéneres de igual edad.

Así las cosas, ser vampiro —el beber sangre, y si es de personas en su mocedad, mejor— puede ayudar a mantener lozano el cerebro. Aunque hay un pequeñito problema: para hacerlo no será tan fácil como clavarle los colmillos en el cuello a la bella y joven víctima; habría que hacerse una operación y convertirse ambos, chupasangre y donante, en siameses. Y ya eso sí está difícil.

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