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Por una conciencia ambiental más participativa

Para Freddy Morales Ruitiña, coordinador de la Red Juvenil Ambiental de Cuba, esta reflexión constituye premisa clave en el impacto social que ha de lograr el quehacer sistemático de esta organización

Autor:

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández

SANTA CLARA, Villa Clara.— La preservación y educación para el cuidado del entorno que nos rodea, requiere pensarse con un sentido incluyente, que comprometa y aglutine el pensamiento de todos, que seduzca y conduzca a una gestión consciente y armónica de las nuevas generaciones.

Para Freddy Morales Ruitiña, coordinador de la Red Juvenil Ambiental de Cuba (Rejac), esta reflexión constituye premisa clave en el impacto social que ha de lograr el quehacer sistemático de esta organización, fundada el 30 de enero de 2007, como heredera de las mejores tradiciones del movimiento científico-técnico más joven del país, y emparentada directamente con las Brigadas Técnico-Juveniles (BTJ).

«Esta red establece un vínculo directo con los organismos u organizaciones con los que las BTJ tiene convenios, en especial con las direcciones del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma)».

Al referirse al impacto social que ha logrado este núcleo, Freddy destaca el interés de numerosos jóvenes por el cuidado y la cultura medioambiental, una gestión que todavía resulta insuficiente. Aunque no como se quisiera, agrega, hay una mayor preocupación por el conocimiento de los fenómenos de la naturaleza, a lo que han contribuido los cursos de verano desarrollados con el apoyo del Centro de Información, Gestión y Educación Ambiental (Cigea) y la Red de Formación Ambiental.

Se han realizado diversos talleres de conjunto con otras organizaciones, entre los que destacan los efectuados en Topes de Collantes, en la sede de la ANCI en Villa Clara, y uno vinculado con el ecosistema Sabana-Camagüey, y los de la Sociedad Cubana para la Protección del Medio Ambiente Pro Naturaleza, esta última con un trabajo bien activo durante 2011. Han intervenido también en jornadas de saneamiento ambiental, forestales, en las campañas A limpiar el mundo y Mi árbol por el planeta.

Pero la Rejac tiene también serios desafíos. «En primer lugar, se impone cubrir las estructuras a todos los niveles, y generar más espacios en los que el joven pueda aprender haciendo.

«Hay que avanzar más en la socialización de las vías para una mejor gestión ambiental. Todavía el término ambiente se asume de manera muy conceptual y no acompañado con la vida práctica. Es importante revertir la tendencia de que el carácter participativo se limite a actividades propias de determinados grupos, o se circunscriban solo al contexto de los centros científicos o educacionales».

Hablando de participación, merece especial destaque la experiencia del grupo del municipio villaclareño de Ranchuelo, quienes apuestan por una labor interactiva que nuclee a la escuela, la familia y las instituciones sociales.

La estudiante de Estomatología Belkis Miriam Gómez, líder juvenil ambiental del grupo, resalta la limpieza de patios y calles, el embellecimiento del ornato público, la recogida de materias primas, trabajos de reforestación, y la visita a sitios de interés histórico y natural como el pico San Juan, las zonas aledañas al embalse Hanabanilla y Topes de Collantes.

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