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Los Nobel 2015

Como cada año, la Real Academia de las Ciencias sueca reconoce las mayores contribuciones científicas del mundo en el campo de la Medicina, la Física y la Química

Autor:

Patricia Cáceres

La esperada lista de laureados con los premios Nobel, que distinguen cada año las mayores contribuciones al progreso de la humanidad, fue dada a conocer a partir de este 5 de octubre en Estocolmo, por la Real Academia de las Ciencias sueca.

Medicina: contra enfermedades de la pobreza

El irlandés William Campbell, la científica china Youyou Tu y el japonés Satoshi Omura, Nobel de Medicina 2015. Foto: Reuters, AP y AFP.

El primero en ser anunciado fue el de Medicina, que recayó en tres investigadores que han desarrollado nuevos tratamientos contra infecciones causadas por parásitos y transmitidas por insectos.

Se trata de la científica china Youyou Tu, por el desarrollo de la artemisina contra la malaria, así como el japonés Satoshi Omura y el irlandés afincado en EE.UU. William Campbell, creadores de la ivermectina contra las infecciones provocadas por gusanos nemátodos, como la elefantiasis y la oncocercosis.

La Academia sueca explicó en el documento en que anuncia el premio que estas enfermedades «constituyen un problema de salud global de primera magnitud, afectan a las poblaciones más pobres del mundo y representan una barrera enorme para mejorar la salud y el bienestar humanos».

Según recuerda el diario La Vanguardia, Youyou Tu, nacida en 1930, mientras trabajaba en los años 60 del siglo pasado en un proyecto militar para buscar nuevas terapias contra la malaria, recurrió a plantas utilizadas en la medicina tradicional e identificó una candidata prometedora a partir de un extracto de la planta Artemisia annua.

Los primeros resultados fueron poco concluyentes, pero tiempo después la investigadora consiguió extraer la artemisina, un compuesto capaz de matar a los parásitos de la malaria en fases tempranas de su desarrollo.

Este fármaco se utiliza en todas las regiones del mundo afectadas. Ha contribuido a mejorar el tratamiento de la pandemia en un momento en que los fármacos utilizados hasta entonces (cloroquina y quinina) comienzan a perder eficacia.

Se estima que en el continente africano, el más castigado por la enfermedad, la artemisina salva anualmente más de cien mil vidas.

La otra parte del premio se repartirá a partes iguales entre el japonés Satoshi Omura y el irlandés William Campbell, que descubrieron un nuevo tratamiento contra las infecciones causadas por nematodos.

Gracias a sus investigaciones, la oncocercosis y la elefantiasis, que eran infecciones comunes y extremadamente graves en regiones tropicales, están cerca de ser erradicadas.

Omura centró sus investigaciones en las bacterias del género Streptomyces, de las que ya se sabía que producen sustancias con acción antibacteriana.

Trabajando con muestras obtenidas de la naturaleza, consiguió aislar miles de cepas de Streptomyces. Seleccionó unas 50, que consideró las más prometedoras. A partir de una de estas consiguió curar a ratones infectados con nemátodos.

Campbell adquirió los cultivos de Omura y continuó las investigaciones. En estudios realizados en los años 70 del siglo  pasado, demostró que contenían un componente eficaz contra infecciones comunes de animales domésticos y de granja. Luego purificó el componente y lo modificó químicamente para aumentar su eficacia. Obtuvo así un fármaco llamado ivermectina, que demostró ser eficaz contra infecciones causadas por nemátodos.

La oncocercosis, transmitida por varias especies de moscas negras, causa lesiones graves en la piel y en los ojos y ha sido durante siglos una de las más importantes causas de ceguera en el mundo.

La elefantiasis (o filariasis) se transmite por mosquitos, afecta a los vasos linfáticos y causa malformaciones, especialmente en brazos, piernas y genitales.

Física: El enigma de los neutrinos

El japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur McDonald, Nobel de Física 2015. Foto: GYI y EFE.

El segundo en anunciarse fue el Nobel de Física, el pasado martes, que recayó en el japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur McDonald, por «el descubrimiento de las oscilaciones de los neutrinos, que demuestra que estos tienen masa».

Dado que los neutrinos son el segundo tipo de partícula más abundante del Universo, después de los fotones, el descubrimiento de Kajita y McDonald ha abierto un nuevo campo de investigación, que abarca desde la física de partículas hasta la cosmología, expresó la Academia de Ciencias sueca en la documentación que ha publicado al anunciar el premio.

Los neutrinos han sido las partículas más misteriosas del universo. Cada segundo, billones de estos atraviesan nuestro cuerpo y el resto del planeta sin dejar rastro alguno, lo que les ha valido el apodo de fantasmas, destaca el diario El País.

Parte de ellos se crean en la atmósfera terrestre cuando incide en ella la radiación cósmica, y otros son provocados por reacciones nucleares dentro del Sol.

Al parecer los únicos lugares donde son visibles están en descomunales detectores instalados debajo de montañas, en viejas minas y otros lugares naturalmente protegidos contra cualquier tipo de interferencia por parte de otras partículas más pesadas.

Kajita observó la oscilación de los neutrinos en 1998 gracias al Super Kamiokande, una descomunal piscina con 50 000 toneladas de agua construida a un kilómetro bajo tierra en Japón.

Y es que, en algunas ocasiones, cuando un neutrino atraviesa el agua, interactúa con los electrones de este líquido lanzando un destello de luz que permite estudiar su trayectoria y propiedades.

Kajita se centró en los neutrinos que llegan desde la atmósfera y observó que estos oscilan entre dos estados o tipos diferentes.

Por su parte, McDonald trabajó a más de dos kilómetros bajo tierra, en una vieja mina de níquel de Ontario, Canadá, reconvertida en el Observatorio de Neutrinos de Sudbury.

Fue allí que en 2001 comprobó que los neutrinos que se generan en el Sol no estaban desapareciendo en su camino hacia la Tierra, sino que simplemente habían cambiado de tipo, oscilando entre uno y otro, igual que los neutrinos atmosféricos detectados en Japón.

Esta metamorfosis se da entre los tres tipos de neutrinos conocidos y explica por qué dos tercios de todas estas partículas, que deberían estar llegando a la Tierra según los cálculos teóricos, no estaban siendo detectadas. Son tan rápidos y ligeros que hasta ahora se pensaba que no tenían masa y que gran parte de ellos desaparecía sin explicación posible.

Los descubrimientos de ambos físicos explican que estas partículas no se «esfuman» sino que oscilan entre tres estados diferentes a los que los físicos llaman sabores y cuya dinámica está regida por la mecánica cuántica.

Qué masa tienen exactamente es todavía una incógnita. Aunque es extremadamente pequeña, las consecuencias que tiene para la física son enormes.

Química: El ADN se repara

El Nobel de Química 2015, anunciado este miércoles, fue compartido por el científico sueco Tomas Lindahl, el estadounidense Paul Modrich y el turco Aziz Sancar. Los tres han identificado mecanismos de reparación del ADN, que protegen de los daños que sufre a diario nuestro genoma y evitan el cáncer y otras graves enfermedades.

En conjunto, el trabajo de los tres galardonados «ha aportado un conocimiento fundamental sobre cómo funciona una célula viva y se utiliza, por ejemplo, para el desarrollo de nuevos tratamientos del cáncer», destacó la Academia sueca en un comunicado.

Lindahl, investigador emérito del Instituto Francis Crick, de Londres, nacido en 1938, observó que el ADN de cada una de nuestras células sufre unos 200 cambios químicos indeseables de manera espontánea cada día. Razonó que tenía que haber algún mecanismo de reparación natural de estos daños y descubrió un tipo de bricolaje celular llamado reparación por excisión de bases.

Modrich, investigador de la Universidad Duke, en Carolina del Norte, nacido en 1946, se centró en los errores que se producen cada vez que se divide una célula y se copia su ADN, y descubrió un mecanismo que existe en las células para corregirlos, llamado sistema de reparación de discordancia.

Por su parte Aziz Sancar, nacido en Turquía en 1946 y actualmente investigador de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, se centró en los daños causados en el ADN por agresiones externas como la radiación ultravioleta del Sol o los productos tóxicos del tabaco. Identificó un mecanismo de reparación de daños genéticos llamado reparación por excisión de nucleótidos.

Cuando alguno de estos mecanismos falla, aumenta el riesgo de padecer algunas enfermedades graves como cáncer de colon o xerodermia pigmentosa.

Las investigaciones premiadas han empezado a tener aplicaciones prácticas en el tratamiento del cáncer, destacó la Academia sueca.

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