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Sobre la faz de la Tierra

Ante la posibilidad de una sexta extinción de especies animales en el planeta, un proyecto fotográfico para la concientización gana renombre entre los ambientalistas

Autor:

Iris Oropesa Mecías

A Fidel, que tuvo hasta sus últimos días un espacio de su reflexión para la ecología y la conservación de las especies.

Las imágenes «humanizadas» de Arca de fotos captan la indefensión de sus modelos.

Hay retratos más iluminados que otros. Esos que logran el milagro sin golpes de varita ni poses acartonadas, en este siglo de filtro y publicidad. Como los que dieron a luz las historias de Dorian Grey o El retrato oval: imágenes que parecen contener un alma. El norteamericano Joel Sartore sabe hacerlos.

Nacido en Lincoln, Nebraska, Sartore es el creador del proyecto PhotoArk, auspiciado por la prestigiosa revista National Geographics, que pretende dejar documentación gráfica de todas las especies amenazadas del planeta.

Sartore se ha arrojado a la utópica tarea de fotografiar al menos un espécimen de todas las especies en cautiverio que se hallan en peligro, ya sea en zoológicos o acuarios. La idea es guardar memoria gráfica de aquellas criaturas que tal vez solo pervivan a través de fotos de archivo para las generaciones venideras y, mejor aun, desea lograr que la imagen de estos especiales modelos cale en la conciencia humana y dé un empujón sicológico a la conservación y el cuidado de la biodiversidad en el planeta.

Con la idea nacida ya en la mente y años de trayectoria como fotógrafo naturalista, Sartore inició su archivo fotográfico cuando su esposa fue diagnosticada de cáncer de mama y debía permanecer en casa, alejado de los viajes propios de su profesión. Cámara en mano, comenzó a hacerse conocido por los zoológicos cercanos.

Cómo volverse profeta

Al tiempo que su esposa se recuperaba, Sartore comenzó a dejar los zoológicos locales para viajar a cuanto lugar albergara una especie amenazada. Y lo que comenzó como una idea acaso relajante y sencilla alcanzó poco a poco dimensiones épicas. Ahora se trataba de fotografiar a animales que tal vez el mundo no vería más en poco tiempo, especies a veces de muy baja población, de las que podían quedar apenas tres o cuatro ejemplares.

Para lograr impactar al espectador, en días en que las fotografías de supermodelos, la publicidad y las imágenes edulcoradas  en Instagram opacan la belleza real del mundo animal, Sartore eligió captar las expresiones más humanas de los retratados sobre un fondo blanco o negro, que dejaba al sujeto el mayor protagonismo. El tratamiento del modelo presenta con igual respeto a pequeños ejemplares como a grandes depredadores, y el contacto visual es acaso lo que hace de la imagen más que una estampa zoológica, una experiencia emocional.

El noble objetivo ha tomado difíciles retos. No solo el viajar por todo el planeta, algo que un fotógrafo de naturaleza está acostumbrado a hacer, sino en el proceso mismo. En ocasiones los turnos para el retrato deben gestionarse con meses de antelación y un cuidadoso proceder se lleva a cabo para que el animal no se estrese, ni llegue al día del retrato deshabituado. Las sesiones de fotos son minuciosamente preparadas. «Mi objetivo es trabajar de forma rápida y eficiente para que el animal se estrese lo menos posible —explica—, y no pase demasiado tiempo fuera de su entorno habitual».

Así, pintar una sala del zoo y llevar el ejemplar a comer a ese salón durante muchos días conforman casi una rutina obligada antes de la sesión fotográfica.

Otro punto de tensión emocional para el también conservacionista es la urgencia de algunos casos. En ocasiones, los animales retratados se han extinguido totalmente pocos días después de ser captados por el lente, lo que revela la urgencia de lograr, de algún modo, salvar su imagen a tiempo. Precisamente, es este filón del proyecto el que motivó el nombre de Arca de fotos, en remedo al Arca de Noé del relato bíblico. Según cuenta la historia, el Dios bíblico anunció que raería todo ser de sobre la faz de la tierra con un diluvio, excepto aquellas criaturas resguardadas en el inmenso bote de madera.

Once años después de la primera imagen de una rata topo en el zoo infantil de Lincoln, cerca de su casa, el Arca de fotos de Sartore, con el mismo hálito profético, se ha convertido en un fenómeno mundial: «mis imágenes se han proyectado en el edificio de las Naciones Unidas y en el Empire State Building de Nueva York, así como en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Han sido utilizadas en campañas contra el comercio de marfil y también en largometrajes».

Pero lo más importante, han logrado que el espectador además de sentir, piense en todo lo que se esconde detrás de esas miradas.

Una misma dirección

Lo que buscan delatar las imágenes de Joel Sartore es la riqueza de un planeta que ha vivido cinco grandes extinciones de especies a lo largo de su historia, y hoy teme por la número seis. En el presente, perdemos especies a un ritmo mil veces superior a la tasa de extinción de fondo, es decir, la pérdida natural de especies (de una a cinco especies por año). Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), desaparecen anualmente entre 200 y 2 000 especies.

La identidad de las que se hallan en estado más vulnerable es publicada cada año en la Lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), otro colectivo de científicos que busca llevar su influencia a los líderes y a la toma de decisiones a nivel planetario.

La lista, con 83 000 especies ya clasificadas y un objetivo declarado de querer alcanzar la cifra de 150 000 para el año 2020, se actualiza frecuentemente, y en palabras de Craig Hilton-Taylor, su directora, citada por la revista Sostenible: «Actúa de conciencia para el mundo», advierte «¡eh! está pasando algo con esta especie, y tienes que hacer algo al respecto».

De acuerdo con datos como el tamaño y la fragmentación de las poblaciones, el alcance y ritmo de descenso de las 83 000 especies ya clasificadas, se agrupan en las categorías de Menos preocupantes, Casi amenazadas, Vulnerables, en Peligro de extinción, en Peligro de extinción crítica, Extintas en la vida salvaje y Extintas.

La nómina reveló que en este año que casi se va, de las 63 837 especies evaluadas están amenazadas por la extinción 19 817, incluyendo el 41 por ciento de los anfibios, el 33 por ciento de los corales formadores de arrecifes, el 25 por ciento de los mamíferos, el 13 por ciento de las aves y el 30 por ciento de las coníferas. Tales resultados fueron considerados por los especialistas de la conservación como «un indicador crítico de la salud de la biodiversidad del mundo».

La guerra, la caza ilegal y la pérdida de parte de su hábitat son los factores más comunes para tales pérdidas de biodiversidad en el planeta. A ello se suman el cambio climático, la frecuencia e intensidad de los incendios y el hiperdesarrollo del turismo.

La directora de la Lista roja ha afirmado: «La cooperación entre comunidades y autoridades locales, así como gobiernos y sociedad civil, puede cambiar las cosas de forma muy rápida si empujamos todos unidos en la misma dirección». Esperemos que esta vez los animales amenazados no sean raídos por nosotros mismos de sobre la faz de la Tierra.

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