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Vertederos clausurados

Con bastante retraso, llega una respuesta de la Dirección Provincial de Servicios Comunales de Ciudad de La Habana, a las quejas de varios ciudadanos residentes en Alamar sobre las molestias y el efecto altamente contaminante del vertedero cercano a la Vía Blanca.

Fue el 13 de junio de 2006 que esta columna reflejó los criterios de José Isidro Cou, Yoel Ernesto Rodríguez y Karel Leyva, vecinos de ese reparto, quienes se lamentaban de las afecciones respiratorias generalizadas que generaba en los vecinos de ese reparto el humo de la combustión de la basura.

Y ahora responde Mariana Hechavarría, jefa de Divulgación de la Dirección Provincial de Servicios Comunales, quien aclara que vertederos de ese tipo fueron abiertos como solución alternativa en los primeros años del período especial, pero con un programa de cierre planificado para cuando fueran restableciéndose las condiciones económicas del país.

El vertedero Micro IV de Alamar fue cerrado hace algún tiempo, pero al clausurarse el de Guanabacoa se reabrió temporalmente. Ya desde el 1ro. de junio, precisa la funcionaria, «se tomaron todas las medidas para su cierre: Eso llevaba un tratamiento sanitario al terreno para dar cultura al mismo y concluir el proceso. Durante ese término se vio afectada la población del entorno por la autocombustión propia de la descomposición de la materia orgánica, sumándole indisciplinas de personas inescrupulosas, que penetraban sin autorización y prendían fuego en algunas áreas, para facilitar la búsqueda de disímiles objetos que llegan al vertedero. Felizmente quedó sellado a mediados de julio para su cierre definitivo».

También Mariana respondió a la queja, aparecida ese mismo día en Acuse, de Samuel Breña, vecino de Punta Brava, municipio capitalino de La Lisa, acerca de los daños tóxicos e higiénicos de un vertedero instalado frente a esa localidad.

La funcionaria manifiesta que este tenía similar condición coyuntural, y quedó sellado en el pasado mes de julio, «después de un tratamiento de tapado y sellado con buldózer. Pero hubo que tomar medidas con la ayuda de los inspectores, ya que personas indisciplinadas, por su cuenta, seguían vertiendo en el lugar. Por ello hubo que darle nuevamente tratamiento y sembrar plantas en su entrada como cierre definitivo».

Y lamenta las situaciones tan perjudiciales que vivieron los vecinos de ambos vertederos. «Tratamos de controlar y afectar el menor tiempo posible, señala, pero es un proceso que no se elimina de inmediato».

La segunda carta la envía Carlos Estrada Reyes, de avenida 27 número 218, en el municipio capitalino de Playa. Y es una sencilla historia que, a las puertas de un nuevo año, hace reflexionar sobre la indolencia y falta de profesionalidad, males que tanto nos laceran.

Relata Carlos que el pasado 12 de diciembre impuso un giro en el correo de la calle 42, en Playa, dirigido a la anciana Ofelia Rojas, en Manzanillo. Y nueve días después la señora no lo había podido cobrar todavía, porque supuestamente no se había recibido, según le manifestaron.

Carlos fue en dos ocasiones a la oficina de correos de Playa, y allí llamaron a la de Manzanillo, donde confirmaron que el giro estaba en esa oficina pendiente de pago. Pero cuando Ofelia iba a cobrarlo le decían que no había llegado.

Con su esposo postrado en una cama, y necesitada del dinero, la anciana ¡al fin! pudo cobrar el giro el 22 de diciembre, diez días después. ¿Y qué dijeron en el correo de Manzanillo? Que el giro estaba allí, pero tenían mucho trabajo y por eso lo negaban.

Para Carlos es insólito que se engañe así como así a un cliente. Al final, el balance de aquel desentendimiento: cinco llamadas de larga distancia de Carlos, que afectaron su economía; las gestiones y molestias; las discrepancias con el correo de 42, que en definitiva no era el culpable y sí obró correctamente y con amabilidad.

El remitente apunta que no le anima el espíritu de revancha ni de pedir sanciones a nadie; «más bien espero que este caso sirva de ejemplo, y sobre todo que Correos de Cuba esté más al tanto de lo que ocurre en sus dependencias en todo el país».

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