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Complicaciones que tú conoces…

Cada loco con su tema, diría Joan Manuel Serrat. El día de cualquiera se enreda súbitamente como un nudo absurdo, atado desde el más allá. Lo peor es que luego uno descubre que esas trampas en el camino las sitúan otros seres humanos, con sus olvidos y dilaciones.

Margarita Sánchez Treto, vecina de calle 21 número 52, apartamento 23, entre M y N, en el Vedado capitalino, anda en trámites de donación de su casa a una nieta, y un algo se interpone: ni en «los centros espirituales» la señora encuentra el modelo oficial DJ-5, de la ONAT, para el pago del impuesto por el acto de donación. Caramba, qué trabajo para cumplir con el fisco. Y es un simple papelito con rayas, escaques y palabras indagatorias...

El 21 de mayo, cuando Margarita me escribió, llevaba diez días buscando el dichoso modelito en todos los correos y oficinas de la ONAT imaginables. Y como la Ley establece un término de 30 días para pagar esa contribución, de no aparecer el importante DJ-5 en el tiempo indicado, Margarita se verá castigada con un recargo.

«Me tiene muy preocupada que se cobre un recargo por el incumplimiento del propio organismo que debió emitir dicho modelo. En mis gestiones solo consigo números de teléfonos para escuchar siempre la misma respuesta de que no hay. A veces llego a pensar que es más conveniente cobrar recargos que hacer los modelos», sentencia la afectada.

No menos contrariado está Giraldo Alonso Suárez, un joven profesional del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de la capital, quien reside oficialmente en la localidad de Isabel María, municipio pinareño de Viñales, y se encuentra albergado en un apartamento que es medio básico de ese centro del polo científico donde labora.

En diciembre de 2006, Giraldo extravió su carné de identidad. Y cuando el 15 de enero pasado fue a las oficinas que expiden y controlan esos documentos en Viñales, donde siempre ha residido permanentemente, no apareció su expediente. Buscaron en la computadora y le aseguraron que el mismo estaba en Bejucal, localidad hacia donde él había hecho un cambio temporal de residencia por tres meses en enero de 2002.

Giraldo llamó a las oficinas de Bejucal, y le dijeron que ese expediente nunca debían haberlo enviado para allá, pues el cambio era temporal. Pura responsabilidad de los de Viñales. Pero buscaron en la computadora y manifestaron que enviarían inmediatamente su expediente a Viñales.

Desde entonces, Giraldo llama semana tras semana a Viñales y siempre le dicen que no ha llegado su expediente; y en Bejucal le confirman que lo enviaron el 16 de enero. Hasta el 7 de mayo, cuando me escribió, el joven permanecía indocumentado, con todos los contratiempos que ello implica. En Viñales le dieron un documento temporal, el CIR 1, que no le sirve para extraer dinero del banco, ni tampoco para otras gestiones de trabajo y personales.

Indocumentado desde diciembre de 2006. A cualquiera se le puede extraviar su carné de identidad, pero lo inconcebible es llevar unos cinco meses como un fantasma ciudadano, por alguien que envió erróneamente su expediente a Bejucal, y por algún misterio que ha aletargado el retorno de su identidad.

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