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Ni seguimiento ni sensibilidad

Hoy responde Ramón García Ávila, director de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Holguín, a la queja de Mayra Díaz Fernández, reflejada aquí el pasado ocho de abril. Y tanto la carta de Ramón, como el desenlace del caso, encierran una lección para cualquier entidad de servicios.

Antes, recordemos que entonces Mayra, residente en el poblado de Cueto, denunciaba en esta sección la desatención sistemática al desbordamiento de la fosa de su casa, reportado desde octubre de 2006.

Conocedora de las limitaciones con los equipos para atender esos casos, Mayra esperó días. Cuando el carro salió para su pueblo, en noviembre de 2006, le dijeron que iba con su reporte. Pero nunca llegó.

En febrero de 2007 reclamó de nuevo, y le dijeron que el carro se había atascado. En marzo de 2007 estuvieron muy cerca: limpiaron la fosa de una casa del vecindario, pero no la de Mayra. Fue cuando ella se comunicó con Atención a la Población de Acueducto provincial. Allí remitieron su queja al municipio, y le aseguraron que cuando volviera el carro, la suya sería la primera en descargarse. Volvió, pero nunca a la casa de Mayra. Y cuando reclamó nuevamente, le dijeron que debía seguir esperando. Sí, a esperar entre las turbias y malolientes aguas. ¿Hasta cuándo?, preguntaba la mujer.

Al respecto, señala el director que la provincia de Holguín tiene muy baja cobertura de sistemas de alcantarillado, solo un 19 por ciento. Las fosas son la solución de evacuación de residuales para gran parte de la población.

Y la Unidad de Saneamiento de esa empresa solo cuenta con nueve camiones, que logran limpiar entre 15 y 20 de ellas diariamente: insuficiente para unas 36 000 fosas, en su mayoría con problemas constructivos y baja capacidad. Ello obliga a ciclos de limpieza muy cortos: hasta dos en el mismo mes, cuando por norma debía ser una vez al año. Y provoca que desde la solicitud del cliente hasta la prestación del servicio transcurran como promedio más de 50 días. Algo así como que diariamente de 600 a 800 fosas se mantengan vertiendo a la espera de su turno.

En el caso de Mayra, luego de visitarla, entrevistar a vecinos y a trabajadores implicados, «se verificó que se presentaron varios problemas subjetivos, para los que no existe ninguna justificación. Lo más grave fueron los compromisos hechos por algunos de nuestros funcionarios con la prestación de este complejo servicio, sin darle el seguimiento necesario para lograr su materialización. Y la poca sensibilidad por parte de los operarios y directivos de Saneamiento que directamente prestan el servicio».

Asegura que Mayra al fin recibió el servicio de limpieza de su fosa, y con él las disculpas de la entidad. Y el desenlace desencadenó un proceso en la empresa, con decisiones para una mayor organización, incluidas medidas administrativas con los responsables de la desatención. «Se le aplicó un señalamiento crítico al funcionario de Atención a la Población y una amonestación pública al director de la Oficina Comercial de Cueto, y un descuento del 25 por ciento de su salario de un mes al chofer del carro de fosas».

La segunda carta la envía Ernesto Murgado, de calle 14 número 3705, entre 37 y 39, Nueva Gerona, Isla de la Juventud, en nombre de los aficionados al béisbol en ese territorio.

Refiere Ernesto que hace unos tres años se está reparando el estadio Cristóbal Labra de esa ciudad. Se le quitó el techo a la única parte de las gradas que lo tenía, y ahora se comenta que no hay presupuesto para el techo, que cuesta mucho. No tiene luces, pues no aparece una grúa especial para levantar las torres de las luminarias.

«¿Cómo vamos a disfrutar de los juegos de pelota de la Serie Nacional y cómo vamos a apoyar a nuestro equipo si los juegos son a la una y treinta de la tarde, en medio de nuestra jornada laboral de ocho horas?», pregunta el remitente, al comentar los obligados horarios de los partidos como consecuencia de la falta de alumbrado.

«Es una opinión generalizada de los aficionados de la Isla que lo que no hay es una voluntad de terminar el estadio», señala Ernesto, quien considera que ello es una falta de respeto a los aficionados, y al equipo pinero.

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