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Atilano no existe

Esta sección siempre anda a riesgo, como si transitara por una cuerda floja. Y cuando refleja una carta, le preocupa sobre todo que se atienda el mal que ella revela. Pero de esa franqueza lamentablemente se sirven algunos ocultos francotiradores sin respaldo identitario.

El pasado 6 de septiembre reflejé la denuncia de un tal Atilano Valdés Pino, residente en calle 31 número 2715, entre 27 y 29, La Matilde, en la localidad habanera de Artemisa, acerca de ciertas desatenciones que sufren los custodios o agentes de seguridad interna de la Empresa Productora y Comercializadora de Carne y Huevos de Aves (COMAVE) de Artemisa, en La Habana.

La misiva reflejaba censuras acerca de la falta de atención administrativa en esa entidad hacia los custodios, en cuanto a medios de trabajo como uniformes, chapillas, botas, linternas, capas y gomas de bicicletas para trasladarse.

Al respecto, responde ahora Raúl Barea Santana, director por sustitución reglamentaria de la Empresa COMAVE, quien aclara que, contrariamente a lo que manifiesta el denunciante, en mayo y junio la empresa adquirió y entregó 520 uniformes y 280 capas de agua para sus agentes de seguridad, a más de 150 pares de botas de material y 370 de botas de goma que se distribuyeron en agosto.

En cuanto a las gomas de bicicleta, asegura que ese artículo se distribuye actualmente entre los trabajadores.

Refiere el directivo que intentaron comunicarse con Atilano, pero comprobaron que ni es trabajador de esa entidad ni reside en el registro de dirección que reflejara la misiva. No obstante, la empresa reconoce que lo hecho no es suficiente, y en tal sentido tendrá que seguir trabajando con fuerza en el programa de atención a sus trabajadores.

La segunda carta de hoy es también una respuesta, en este caso de Lázaro Fumero Aguilar, administrador de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Celia Sánchez Manduley, situada en carretera Playa del Rosario kilómetro 4 y medio, Bizarrón, en el municipio habanero de Güines.

El antecedente de esta misiva fue la denuncia de Idalvis Massó Sánchez, de Avenida 29 número 1609, en Catalina de Güines y aparecida aquí el pasado 4 de agosto, acerca de lo que consideraba una violación laboral con su hermana Virgen Massó Sánchez, obrera agrícola de esa UBPC.

Entonces, Idalvis revelaba que Virgen fue víctima de un accidente laboral en una turbina de la cooperativa, con lesiones graves, que le dejaron deformaciones en el antebrazo derecho. Y al reincorporarse, la ubicaron en tareas muy duras, cuestionadas por la remitente como una violación laboral.

Al respecto, aclara Fumero que Virgen, efectivamente, sufrió un accidente en octubre de 2004, y se le prescribió reposo por seis meses como consecuencia de fractura del húmero del brazo derecho, con el correspondiente certificado médico.

Y en tal sentido —precisa—, en abril de 2005 Virgen se incorporó a laborar en el organopónico de esa entidad, donde permaneció hasta octubre, cuando comenzó como guía de escuela hasta diciembre de ese año. Posteriormente se desempeñó en distintas actividades agrícolas hasta abril de 2007, de acuerdo con su estado de salud.

Recalca Fumero que durante esos dos años la obrera no presentó certificado médico referente al accidente sufrido. «No es hasta este momento en que aporta uno con diagnóstico de bursitis en brazo derecho, alegando en esta oportunidad que no podría realizar esfuerzo físico, por lo que teniendo en cuenta el contenido de su trabajo, se le orientó traer la documentación necesaria a fin de enviarla a la Comisión Médica del Hospital General de Güines, donde le concedieron 26 semanas de reposo», afirma.

Refiere Fumero que después de conocer la queja, se reunieron con ella, y se le hizo saber que es la Comisión Médica la única facultada para decidir sobre la incapacidad de un trabajador. Y asegura que no existió maltrato alguno hacia la obrera. Por el contrario, se le orientó hacia dónde acudir, para resolver su situación.

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