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Engañados y olvidados

Ilusa Maylevis Corzo Rodríguez, que se entusiasmó en el año 2000, cuando en la localidad de Los Palos, municipio habanero de Nueva Paz, su familia fue seleccionada junto a cuatro casos críticos más para construir con sus propias manos la vivienda que tanto le urgía.

En una reunión en el Gobierno municipal, les comunicaron a los escogidos que les suministrarían los materiales requeridos, pero la fuerza de trabajo debían ponerla ellos. Les dijeron dónde estaban los terrenos, y que las casas se fabricarían entre tres y cuatro meses. Qué bonito todo...

Solo faltaba la orden para comenzar. Pasaron días... y meses. Le dijeron primero que estaban desocupando el solar porque estaba sembrado. Luego que los planos habían quedado muy mal y los estaban haciendo nuevos. Y después, que los materiales habían sido asignados a damnificados de un huracán que viven en Cienfuegos.

«De este modo nos quedamos en el aire hasta 2005 (¡...!), que fue cuando comenzamos de nuevo las gestiones. Y nos dieron un solar», refiere la afectada, quien agrega que en 2006 comenzaron los proyectos de viviendas y les correspondió un módulo.

Maylevis inició entonces los trámites, se hizo el proyecto, le entregaron el plano de la casa, y un documento que contiene los materiales requeridos y las cantidades correspondientes que le darían. Además, también la licencia de construcción. «En fin, todo aparentemente perfecto», subraya la lectora.

A la semana siguiente fue a Vivienda a entregar un documento, y le indicaron que volviera una semana más tarde para recibir las instrucciones sobre el transporte y recoger la autorización para ir a buscar los materiales que, por cierto, le ratificaron que había.

A la semana fue, y comenzó la agonía: no la podían atender porque las oficinas estaban en reparación. Volvió a los 15 días y lo mismo. Así, transcurrieron cinco meses, y fue entonces que le comunicaron que ya todos sus documentos habían sido trasladados para el depósito de materiales, y los trámites que faltaban eran en este sitio.

Fue Maylevis al rastro, y no la atendieron porque este estaba bajo inspección. Retornó a los 15 días y entonces le sugirieron que volviera en otra ocasión porque no estaban distribuyendo los materiales todavía. Cuando ella volvió, entonces la excusa era que no se habían ajustado los precios; en la visita siguiente, que el encargado estaba reunido; y en la vuelta, que el encargado estaba fuera del municipio.

Después de tantas gestiones baldías, le dijeron que no se preocupara, porque los materiales de cada módulo estaban allí. Y así llegó el mes de diciembre de 2006. Y entonces, era que no se entregarían más materiales hasta el nuevo año.

Y en enero de 2007, Maylevis se presentó allí, y sencillamente, sin explicación ni excusa alguna, le comunicaron ya no se iban a entregar más materiales para los módulos de vivienda, porque el nuevo proyecto de este año incluía solamente la reparación de edificaciones y algún módulo de vivienda de los asignados mediante la CTC.

Pero Maylevis descubrió lo peor: «Mientras a mí me peloteaban de un lado para otro, en mi mismo pueblo otras personas que no tienen mi necesidad de vivienda, recibieron los materiales de sus módulos, y ya están casi terminando sus casas».

Asegura la preterida mujer que después se enteró que, desde noviembre, en Vivienda y en el rastro todos tenían la información de que a partir de enero cambiarían los planes. «Me mintieron, porque si sabían que en enero no me lo iban a entregar, debían haberlo hecho a lo largo del año completo en que estuve detrás de ellos. Si el módulo que me correspondía estaba allí y no me lo dieron, entonces a quién se le facilitó. ¿Cómo quedo yo?», cuestiona con sobrada indignación Maylevis.

Y uno se pregunta por qué, en asunto tan sensible como la esperanza de una vivienda, se puede prometer y luego incumplir, abandonando a su suerte a una familia.

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