Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Qué será, qué será?

Eso se pregunta con respecto a la ausencia de alumbrado público, Rolando Montalbán, vecino de calle Tercera número 1509, entre Segunda y Entrada, en el Casino Deportivo, municipio capitalino de Cerro. Asegura el lector que hace meses las calles de ese reparto están a oscuras. Cuando logran activar el alumbrado, a las pocas horas vuelve a cero. Se cansan de reportar a la Organización Básica Eléctrica y las respuestas son: «Ya está reportado» o «hay mucho atraso en los arreglos del alumbrado público». Pero no se trata de una o dos luminarias, sino del reparto entero, argumenta ese vecino, y asegura que «esto ya raya en la falta de respeto».

 El alerta lo envía Caridad Fombellida, pero lo firman otros 56 pobladores del batey del central Nicaragua Libre, en Banes, provincia de Holguín: la Escuela Secundaria Básica Urbana Rafael Silva García, de esa localidad, se está cayendo a pedazos, así literalmente. Y toda la comunidad está muy preocupada, porque ese es un inmueble de madera de dos pisos, muy antiguo, de la época en que el central se llamaba Boston y era propiedad de la United Fruit Company.

Edgardo Fundora me escribe desde Obispo 455, entre Villegas y Aguacate, en La Habana Vieja, porque tanto él como otras personas que tienen dieta de leche en polvo, no saben por qué hace unos cuantos meses esta se demora bastante en aparecer. «Cuando preguntamos en la bodega, los empleados nos dicen que falta "el dato". Esa palabrita nos está golpeando... Dicen que sin "el dato" no pueden despacharla, y que el comercial tiene que venir para autorizar la venta. El "dato" lleva algún tiempo desaparecido, y el comercial parece que se va de vacaciones todos los meses, pues cuando viene a autorizar dicha venta, ya han pasado muchos días», refiere. Comparto con Edgardo la curiosidad: ¿cuál será el dato tan enigmático e importante, y quién el comercial, que tienen frenado el suministro de leche en polvo a quienes la necesitan?

Lázaro Rodríguez, vecino de avenida Carolina 1910, en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón, desea felicitar públicamente al colectivo del policlínico Mario Muñoz Monroy, de la localidad playera de Guanabo, por la profesionalidad y excelente trato que prodigan a los pacientes, y la limpieza e higiene que preservan con esmero. Lázaro da fe de ello, porque se operó en ese centro el pasado 16 de noviembre, y quiere destacar especialmente la calidad del trabajo de los doctores Orlando García Bocalandro, Pedro González Enoa, Reineiro Herrera y Leandro Reyes, de la licenciada Ofelia Leyva y de la enfermera Leonila Abreu.

Muy preocupada está la doctora Rita Ruz Roldán con ciertas cosas que suceden en Manzanillo, donde ella reside, específicamente en Tívoli 373, entre Camida y Chano. Refiere Rita que el Correo Central de esa ciudad granmense fue reparado y climatizado recientemente. Semeja una pecera de flamantes cristales, y, sin embargo, es imposible algo tan sencillo como comprar allí sellos de cinco pesos para trámites oficiales. No hay nunca, y los interesados deben trasladarse a otros municipios. Además, le zumba la cola, al sol, que debe hacerse para acceder al remozado correo. Lo otro es una escena deprimente, en la unidad comercial El Manantial, en Martí, entre Maceo y Saco, el 20 de diciembre en la tarde: 15 clientes aguardaban porque el único dependiente que se ocupa de vender las galletas de sal, les atendiera. Él interrumpió su labor para contar tres sacos llenos de paquetes, y en eso estuvo 15 minutos. Y para colmo, luego contó todo el dinero recaudado hasta el momento. «Lo más triste de todo era la expresión de los rostros de quienes esperábamos, cansados, de regreso de nuestros respectivos trabajos, mientras que, insolentemente, siete trabajadores de dicha unidad miraban sin mover un dedo. No se ofreció ninguna explicación ni disculpa alguna», refiere Rita y me conmina a que comente aquella imagen...

Amiga doctora, lo he sufrido también y sé lo que es esa supeditación enfermiza que, en muchos servicios en Cuba, hace que los que «atienden» dispongan del cliente a su antojo, cuando debía ser lo contrario. Hasta que no se revolucione esa esfera, y quienes laboren allí estén motivados y estimulados por servir y atender con excelencia, seguiremos sufriendo esas afrentas a la paciencia humana.

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