Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Se cuenta y no se cree…

Fue en los primeros días de agosto de 2007, cuenta Odalys García, desde Prolongación de Pancho Jiménez sin número, entre Carretera de Jíbaro y Río Yayabo, en la ciudad de Sancti Spíritus. La Empresa Eléctrica realizaba trabajos en el barrio, y al abrir un hueco para colocar un poste, averió la acometida de entrada de agua hacia la vivienda de Odalys y la de su vecina Milagros Carvajal. Resultados: se quedaron sin servicio de agua. Estaban sin ella todavía el 1ro. de febrero pasado, cuando Odalys me escribió, a pesar de que han tramitado la situación. Han ido a Acueducto en varias ocasiones, específicamente al Puesto de Mando. Se han quejado en Atención a la Población del Gobierno municipal. Fue en enero que se personó allí la supervisora de Acueducto, y prometió que irían urgentemente a arreglar la avería. Nada de nada. ¿Por qué hay que castigar tanto al vecino cubano? ¿Qué dice la Empresa Eléctrica de lo que provocó?

¿La ley del embudo?: Blas Rolando Díaz me escribe desde calle 13 número 7203, entre 72 y 74, en el municipio capitalino de Playa, para quejarse de las inconsecuencias en el despacho a domicilio de los bultos que llegan por expreso en Ferrocarriles. «¿Cómo es posible que si a usted le envían un despacho y no lo recoge a tiempo le cobran un recargo, mientras la Empresa recibe paquetes y no te los lleva a casa en tiempo y forma, se demoran en la estación hasta 15 días y un mes, y no pasa nada? Siempre existe una justificación: combustible, carro roto, o no hay carro. Y para colmo, en el 2005 se extraviaron dos pa-quetes que me enviaron de Isabel Rubio, en Pinar del Río, con despacho a domicilio. Hice la reclamación con el comprobante y expediente 33, y todavía estoy esperando...».

Tanto esfuerzo para hacerlo mal: Desde San Genis sin número, en el poblado de Rancho Veloz, Villa Clara, Aimeé Acosta transmite la inquietud de muchos vecinos: El 28 de septiembre de 2006 fue reinaugurado el policlínico de esa localidad, para alegría de los pobladores. No solo mejoró la edificación, sino que la dotaron de equipos muy modernos. Con todo ello, su personal brinda un servicio de alta calidad y esmerada atención. Pero, meses después de la reinauguración, la fosa del policlínico comenzó a verter hacia la calle. Tal irregularidad fue tramitada con Salud Pública y el Gobierno municipal, pero la situación permanece igual o peor, porque ya las aguas albañales se están estacionando sobre la acometida de agua potable. Los vecinos averiguaron, y les dijeron que todo fue por un error constructivo en la fosa: la hicieron más pequeña de lo que requería el policlínico. «¿Continuará en el aire lo mal hecho por miedo a poner la culpa sobre los hombros del culpable?», cuestiona Aimeé.

Torcidos los derechos del cliente: Milaidys Calvo adquirió una lavadora en marzo de 2005, para aliviar la carga doméstica allá en su casa, en calle 51 número 2002, en Nueva Gerona, Isla de la Juventud. La compró en la tienda El Pinero, de CIMEX en esa localidad, con una garantía por tres años, que se vence el 14 de marzo próximo. En enero pasado se le averió la secadora del equipo, y la llevó al taller de esa entidad, pero dejó de funcionar otra vez. La llevó de nuevo, y posteriormente tenía problemas, ya por tercera vez. Cuando lee los derechos del cliente, que aparecen en el certificado de garantía, descubre que ante tres roturas de un equipo, en el tercio del plazo de garantía total, se repone el mismo al cliente. Milaidys va entonces al taller a reclamar sus derechos, y la atiende el contador, quien le manifiesta: «A usted se le debiera devolver el di-nero y prohibirle que compre en nuestras tiendas» y agrega: «lo que ha ocurrido es que el técnico de experiencia no está trabajando, y tenemos otro nuevo, cuya experiencia es en equipos de refrigeración». Al fin ella se entrevista con el gerente del taller, el cual le adujo que no importaba lo que dijera la garantía: había que repararla y esa era la opción. Se entrevista entonces con el gerente general de la entidad en la Isla de la Juventud, y este le dice: «No importa lo que diga el certificado de garantía. Tienes que traer el equipo y confiar en los arreglos, pues no lo voy a reponer. Y cuando se venza la garantía, se venció y se acabó». Milaidys me confiesa que se echó a llorar de tanto maltrato.

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