Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Desorden sobre ruedas

Con el transporte urbano de la capital, se cumple aquello de que no siempre la solución está solo en la aparición de los recursos. Puede comenzar a revitalizarse una actividad y, si este proceso no está presidido por la disciplina y el orden requeridos, corremos el riesgo de reproducir a niveles superiores los desórdenes.

Asaltan y no pagan: Lázaro González, residente en Malecón 31, entre Prado y Cárcel, en Centro Habana, quedó sobresaltado por la escena que presenció en la mañana del 25 de febrero, en la parada del Parque Maceo del ómnibus P-5: «Fue asaltado por todas las puertas, y todos los que subieron... ni respetaron el orden de la cola, ni ya dentro del vehículo abonaron el pasaje. Ante esto, el chofer profirió los insultos acostumbrados —esta vez merecidos—, pero la situación no fue resuelta. Nadie se bajó, y además, no se abonó el pasaje. ¿Hasta cuándo vamos a vivir con las indisciplinas sociales sin respuestas contundentes?».

Jugando a perturbar: Caridad Gutiérrez no lo podía creer todavía, cuando llegó a su casa en avenida 51 número 5203, entre 52 y 56, municipio capitalino de Playa. Hace unos días abordó un ómnibus Transmetro en la avenida 41, y cuando subió se sorprendió con una escena insólita: unos sujetos bloqueaban el paso de los viajeros, jugando a la chapita, con la complacencia de algunos ciudadanos. Caridad albergaba la esperanza de que fuera un hecho aislado, pero el 27 de febrero abordó un P-14 en 26 y 51, hacia Marianao, y se encontró con la misma escena. «Es cierto que la sociedad tiene responsabilidad, manifiesta, pero, ¿dónde están en plena mañana las autoridades que le pongan coto a estos hechos?».

Luna de miel plena: No solo por lo intenso de su amor, sino también por los detalles —llevados hasta la exquisitez— de quienes les hicieron sentir esa sensación a los recién casados Maikel Céspedes y su esposa, en el hotel Versalles de la ciudad de Santiago de Cuba, donde pasaron su luna de miel. Maikel, quien reside en Biplanta 21, apartamento 173, reparto Las Flores, El Caney, Santiago de Cuba, quiere reconocer el amor, profesionalidad y calidad humana con que laboran los trabajadores de esa emblemática instalación del turismo internacional, que reivindican el trato elevado y digno a los huéspedes nacionales.

Asedio con moneda: José Carmenate escribe desde Misionero 72, en la ciudad de Santa Clara, y cuenta que, con una licencia estatal y todos sus papeles en forma, alquila en su vivienda a turistas extranjeros, y cumple con la política fiscal del país. Y muchas veces acompaña a sus huéspedes a las casas de cambio (CADECA) para que hagan transacciones monetarias. Pero lo que vive es insoportable, pues existen personas que le interceptan el paso con múltiples proposiciones: Un verdadero «gardeo» que irrita al visitante, y resulta una bochornosa escena. La escena se torna peor en la CADECA que radica en la céntrica esquina de Tristá y Parque. Refiere que las autoridades del orden interno van un día, controlan, y después se repiten las escenas. Todo permanece igual. «¿Qué hacen las autoridades al respecto? Tengo fe en que esto desaparezca, porque como dice la palabra, “la fe es la certeza de lo que se espera. Y yo confío en la Revolución”».

Vacunarse contra la demora: Nancy Almaguer escribe desde Edificio 19, apartamento 5, en el reparto Miraflores, de la ciudad de Moa, en Holguín. Ella está muy preocupada porque la vacunación infantil correspondiente al período desde 0 hasta 12 meses, con la Pentavalente y Antimeningo, presenta retrasos en ese territorio, algo que años atrás nunca sucedía. «Lo cierto es que los infantes no están recibiendo su vacunación a tiempo. Y el local donde se es-pera para recibir la vacuna cuando la hay, tampoco tiene las condiciones de ventilación y mobiliario. Aunque está remodelado, hace mucho tiempo que debían habérsele completado los asientos. Y ahí, con ese calor, 80 o cien madres esperan pacientemente el cambio de esa realidad, mientras lentamente se presta un servicio retrasado de vacunación», señala. Y concluye recordando la grandeza de que este sea un servicio gratuito y universal para todos los niños cubanos. Con más razón no deben suceder tales irregularidades allí en Moa.

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