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Los agujereados techos de la ineficacia

En materia de vivienda todo es tan sensible y deficitario, que urge al menos compensar esos imponderables con servicios ágiles y eficientes, y un estilo racional por parte de las entidades implicadas en tan peliagudo asunto.

La respuesta de Osvaldo Céspedes, director provincial de Vivienda en Guantánamo, a la queja de Miguel Romero, del barrio Montesano en la carretera de El Salvador, en ese territorio, confirma que no deben levantarse expectativas de nuevas casas demoliendo viejas, cuando no hay la garantía de erigir las mismas. No se puede jugar con problema tan serio.

El pasado 24 de enero, aquí reflejé la denuncia de Romero, en nombre de siete familias engañadas: En el 2000, y por decisión del Gobierno local, se demolieron sus casas para reconstruirlas en un plazo de tres meses, como parte de un programa aprobado.

Les aseguraron que estaban garantizados los materiales y las condiciones para que ellos mismos, con esfuerzo propio, lo acometieran. Y las familias levantaron sus cuartitos provisionales. Así permanecen todavía, sufriendo aguaceros, con pérdida de pertenencias. Y cansados de quejarse ante el Gobierno. Cada año les dicen que van a ser incluidos en el Plan del próximo...

Al respecto, precisa Céspedes que, aunque el caso nunca se ha tratado en la Dirección Provincial de Vivienda, una comisión creada al efecto visitó el sitio, y comprobó que los afectados tienen razón. «Es por ello que, afirma, aun cuando esta Dirección no tiene entre sus funciones asignar o retirar acciones constructivas, a través de las vías pertinentes comunicamos al Consejo de la Administración Municipal que, a partir de la problemática creada, se incluyeran en el Plan de Inicio y desarrollo estas viviendas, así como a través de la Unidad Provincial Inversionista de la Vivienda, daremos seguimiento a la entrega diferenciada de los recursos».

Agradezco la respuesta, y leyendo entre líneas, colijo que la decisión y la responsabilidad en el caso fue del Gobierno municipal, que asumió el compromiso y luego incumplió, fuese por lo que fuese, prometiendo cada año la solución que no llegaba. Pero el Gobierno municipal nunca respondió a esta columna.

La segunda carta es la respuesta de José Hilario Rodríguez, director del Sistema de la Vivienda en Granma, a la denuncia de Yoania Meriño, reseñada aquí el pasado 22 de enero.

Yoania, residente en el barrio Las Malvinas, Coco Solo, Julia, en Bayamo, hacía cinco meses había perdido su vivienda en un incendio, con todo adentro. Desesperada, fue al Poder Popular, y a Vivienda, y le dijeron que debía esperar a que la visitaran. Todavía cuando me escribió, el 21 de diciembre de 2007, aguardaba por la prometida visita en un cuarto rústico que levantó por sí misma, con sus cuatro hijos. Y se enteró que recientemente Vivienda había otorgado unos cuantos techos a familias sin una situación tan crítica como la suya.

Recalca Rodríguez que, a raíz de lo publicado, se realizó una investigación, y se comprobó «que, ciertamente, la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) en Bayamo no había respondido de forma eficaz y diligente ante el reclamo realizado por el esposo de Yoania, al dirigirse a dichas oficinas».

Y precisa que aunque el 9 de octubre de 2007 ya se había confeccionado el expediente para la entrega de los recursos materiales por la UMIV, atendiendo a la remisión del escrito por el Poder Popular provincial, no se logró la mejor comunicación con los afectados para que se personaran en el departamento de Inversiones.

Aclara que dicha familia no poseía estatus legal sobre el terreno de la casa incendiada ni sobre el lugar donde hoy residen temporalmente. Así, se le entregó el pasado 26 de enero, para que construyeran una facilidad temporal, 40 planchas de tejas infinitas, cinco kilogramos de puntillas y seis bolsas de cemento para el piso. Quedan pendientes los recursos correspondientes al Plan de Afectación Total por Incendio, hasta tanto sean asignados.

Con una disculpa pública con la familia culmina la carta de Rodríguez, la cual agradezco, no sin antes preguntarme qué medidas se toman con quienes, ante un asunto tan sensible y delicado, no responden de forma eficaz y diligente.

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