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Maltrato sobre el mostrador

Hoy es el maltrato en el comercio y los servicios; ese maltrato fortuito, que no depende de recursos, como no sean los del corazón. Porque hay gente muy estreñida en esmero y cordialidad. Racionan tanto esas virtudes, que las pierden. Terminan ignorando al cliente... o hu-millándolo.

Eduardo Rill reflexiona desde 14 Norte, edificio 88, apartamento 3101-B, entre San Lino y Beneficencia, en la ciudad de Guantánamo. Él creyó que con las tiendas en divisa el maltrato desaparecería, pues muchos de quienes nuclea-ron esas unidades al principio eran los mejores y más experimentados trabajadores del comercio. Y porque allí se trabaja en otras condiciones...

Pero aunque hay dependientes muy profesionales, Eduardo sufre a no pocos de estos que parecen olvidarse todos los días del sentido de su oficio, del valor humano de su trabajo. «La indiferencia ante el cliente es el rasgo distintivo —según él— de los depredadores de la gestión comercial. Se revela cuando llegas al mostrador y te ignoran, o quien debe atenderte continúa en su conversación telefónica y te observa como un insecto. Si le insistes en que te muestre un producto, te «taladra» con una ráfaga mitad altanería mitad desgano en sus ojos».

En divisas o sin estas, el maltrato duele más por contraste en estos días huracanados, cuando los cubanos desatan tanta solidaridad unos con otros. Lo sabe Maylín Quirós, de Calle 7ma. No. 3, reparto Julio Sanguily, en la localidad camagüeyana de Florida.

Cuando me escribió, 17 de septiembre, aquella zona aún permanecía sin servicio eléctrico. Dos días antes, Gas Licuado en Florida había recogido los cilindros a los clientes a quienes les correspondía la reserva, y los envió a Camagüey para que fueran llenados.

Ese día se distribuyó queroseno en la bodega, pero la administradora le dijo al suegro de Maylín que no le tocaba. Luego fue Maylín y, «en forma descompuesta, me manifestó que ya le había explicado a mi suegro: tenía que ir a la Oficoda para que enviaran un papel». Maylín le expresó que ya era casi de noche y no le podían resolver en la Oficoda; cierto que utilizaban gas licuado pero habían enviado el cilindro a Camagüey. No tenían con qué cocinar y ella es diabética e hipertensa. Si al menos le pudiera vender una botella de luz brillante...

La administradora, «de forma más descompuesta, dijo rotundamente que no me iba a dar nada», precisa Maylín, quien al otro día fue al Gobierno municipal y la Empresa de Comercio autorizó a que le vendieran un poquito en la bo-dega. Llegó allí, y la administradora, al recibir el papel, le dijo que tenía que confirmar por teléfono. Lo hizo, «y me dijo de forma descompues-ta que esa luz brillante era resuelta, y me la des-pacharía después que le vendiera a todos los núcleos, si le sobraba; que de hecho no le iba a sobrar, no pudiendo comprar dicho producto».

Maylín aclara que ya no está ventilando si le correspondía o no el queroseno, sino el daño del maltrato. «La falta de humanidad» en mo-mentos tan duros, cuando no tenía electricidad. Eso nada tiene que ver con el concepto de Revolución.

El buen trato hubiera sido también la mejor medicina para María del Carmen Zabala, pero no lo halló el pasado 8 de agosto en la farmacia Sarrá, de Teniente Rey y Compostela, en La Maltrato sobre el mostradorHabana Vieja, cuando fue a comprar Omeprazol, indicado por el facultativo a una anciana de 84 años.

María del Carmen, quien reside en Cuba 660, apartamento 10, La Habana Vieja, cuenta que ese día tuvo que acudir en tres ocasiones a dicha farmacia para adquirir el medicamento: la primera vez le dijeron que no estaban claros los datos del facultativo; volvió, y entonces era que el certificado debía estar además firmado por el director del policlínico, lo que este desmintió al ser contactado; la tercera fue que esa no era la farmacia que correspondía al caso.

Carmen comprende todo control que se tenga sobre la venta de medicamentos, pero lo que sí no entenderá jamás es por qué no se revisó adecuadamente el certificado desde un principio, y no se le informó todo de una vez al punto de hacerla ir y venir sucesivamente. Maltrato e insensibilidad al final de una cadena en la cual se hace tanto por la salud humana.

Maltratos de todos los colores y variantes...

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