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Micro Social responde sobre el edificio Girón

El tan traído y llevado asunto del deterioro del edificio de viviendas Girón, sito en Malecón, entre E y F, en el Vedado capitalino, irrumpió aquí una vez más el pasado 22 de agosto, con la queja de Ana María Castellanos, inquilina de ese inmueble.

Entonces, Ana María denunciaba los serios problemas constructivos que presenta el Girón, y sus dudas acerca de la eficacia que pueda tener la rehabilitación que se acomete del mismo, con apenas 6 u 8 constructores; y el hecho de que, al paso que va, ni en 20 años se concluye.

A propósito, responde Manuel Burón Seña, director provincial de la Microbrigada Social en Ciudad de La Habana, que está responsabilizada con esas labores. Y precisa que dos entidades subordinadas a ellos, SECONS y UNISA, están implicadas en ese objetivo: SECONS, que atiende la rehabilitación de los edificios altos de la ciudad; y UNISA, que tiene a su cargo el programa de ascensores en los mismos.

Los directores de ambas entidades, apunta Burón, visitaron a Ana María y le brindaron información detallada del asunto.

En el caso de UNISA, cuando me escribiera Burón el 2 de septiembre, trabajaba para la solución más inmediata de la paralización de los ascensores, mediante la adaptación y confección de los llamados «zapatos» de los mismos. Y también se esperaba la solución definitiva de las piezas afectadas, tan pronto arribaran al país las requeridas, procedentes de Brasil.

En cuanto a la labor de SECONS, puntualiza que esa rehabilitación aún no dispone de todo el financiamiento para etapas siguientes, que incluyen la sustitución de quiebrasoles, carpintería de aluminio y madera, pintura interior y exterior, e impermeabilizantes. Sin embargo, las actividades previstas en la primera fase fueron ejecutadas en tiempo, entre ellas figuraron la demolición y construcción nueva de puentes, plataformas y vías de acceso en planta baja; la reparación de galerías techadas y torres de escaleras; la reconstrucción y reparación de escaleras y elementos estructurales; la reparación interior de galerías de puentes y de los tanques de agua en cubiertas; la limpieza, la instalación hidráulica nueva para suministro y abasto de agua, y la reparación de bajantes exteriores del drenaje fecal y pluvial.

«Por otra parte —aclara Burón—, casi todas las obras de esta entidad se ejecutan por brigadas que no exceden los diez hombres, determinado ello por la demanda de fuerza de trabajo según el cronograma de ejecución, y por la simultaneidad en que se labora en otras obras de similar importancia, que igualmente requieren de personal especializado, como el de esta».

Lo inesperado también se explica

El pasado 26 de agosto, Ernesto Acosta, vecino de Estrada Palma 260, entre Juan Bruno Zayas y Consejal Veiga, en el barrio capitalino de Santos Suárez, denunciaba que hacía varias semanas se registraba en su zona constantes cortes del servicio eléctrico, al punto de irse la corriente cada diez minutos, en ocasiones unas 15 veces consuetudinarias.

Ernesto argumentaba que si había problemas técnicos en ese circuito se imponía una información a los clientes de lo que sucede y de qué hace la Empresa Eléctrica para solucionarlos.

Al respecto, responde la ingeniera Militza Wood Rodríguez, directora de Calidad de la Oficina de Gestión al Cliente de la Empresa Eléctrica de Ciudad de La Habana, quien aclara que «las constantes interrupciones en el circuito que le brinda servicio, estuvieron dadas por fallas en el interruptor de la subestación Naranjito», y agrega que ya la situación fue resuelta.

Precisa que estas averías no son programadas y ocurren involuntariamente. Y explica que por ello no existe divulgación de las mismas en los medios de difusión. Abunda la funcionaria en que dicha empresa difunde las interrupciones programadas, cuando se realizan labores de mejoras en las líneas.

Agradezco la respuesta, pero los mecanismos de comunicación de una entidad que presta servicio eléctrico no pueden ceñirse a las interrupciones programadas, sino que deben ilustrar al consumidor ante contingencias involuntarias también. De lo contrario, este cliente puede pensar que le están quitando el servicio al libre albedrío. La comunicación, siempre la comunicación se impone.

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