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«Tarjetear» lo de las tarjetas

Hoy traigo sendas respuestas a dos casos similares, denunciados aquí, que versan sobre la imposibilidad de cubanos de disfrutar en ins-talaciones turísticas estímulos conferidos por sus organizaciones.

El más cercano lo reflejé el pasado 15 de julio: Yair Roberto Ramírez, de la ciudad de Matanzas, contaba que a su mamá le otorgaron en su centro laboral una reservación para el 28 de junio de 2008 en el restaurante Chef Plaza, de Varadero... ¡sin tener que pagar en divisas!

La tragedia fue cuando la mamá de Yair entregó la reservación y su carné de identidad. En la primera había errores en cuanto al llenado del modelaje. Y no pudieron disfrutar del estímulo, se fueron desalentados. Este redactor lo calificó entonces como «inflexibilidad a la carta».

Ahora responde Roger Perdomo Felipe, director general de la Sucursal Matanzas de Palmares, quien señala que en visita a Yair y a su mamá, les ofrecieron explicaciones pertinentes.

Sostiene Perdomo que la inflexibilidad en el caso «responde a exigencias de control interno establecidas por el Ministerio del Turismo en cuanto a datos de identificación que exige la tarjeta de reservación (nombre y apellidos y número de carné de identidad, debidamente colocados en cada escaque de la boleta, número de personas y fecha clara y precisa)».

De haber algún error, enmienda, tachadura o borrón, aclara, «el documento pierde validez ante los procesos financieros internos; de ahí que se insista con los organismos emisores de tales tarjetas de reservación, para que las mis-mas sean llenadas por un personal instruido de lo que significa esa estimulación, y del cumplimiento de las normas de control interno establecidas».

Perdomo reconoce que situaciones como esa «hacen traumático el estímulo», pero puntualiza que ellos solo son los prestatarios del servicio, y dan la cara al cliente. Las tarjetas de re-servación las confeccionan los organismos, que saben de las normas de control interno que dben cumplir para no afectar a los estimulados».

Lo mismo en costa morena

La segunda historia irrumpió aquí el 18 de abril pasado: Miguel Caballero fue estimulado por la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) con una reservación en el hotel Costa Morena, de la cadena Islazul, en el parque Baconao de la ciudad de Santiago de Cuba.

El 3 de abril llegó allí entusiasmado con su esposa y nieta... Pero no pudieron hospedarse, porque en la tarjeta de reservación aparecía un número cambiado, que no coincidía con la tarjeta de menor que identifica a su nieta.

Miguel —y también este redactor junto a él— se dolió de «la inflexibilidad» y retornó desi-lusionado a su casa, a pesar de todas las gestiones: se cumplían órdenes estrictas.

A propósito responde Luis Andrés Despaigne Rosell, director general de la División Santiago de Cuba de la Cadena Islazul, quien aclara que la negativa se basó en que la boleta tenía tres irregularidades: el número de tarjeta de menor de la nieta estaba modificado; y tanto Miguel como su esposa no aparecían sus nombres tal como son completamente.

Envía también Despaigne un facsímil de las indicaciones oficiales que traen al dorso esas boletas, en el cual se establece que cualquier enmienda o tachadura anula la reservación. Y aclara que en ningún momento, como refiere el quejoso, habló con el director o gerente del hotel, del cual emitió opiniones.

Precisa Despaigne que se entrevistaron con Miguel para responderle, y por él conocieron que la ACRC había analizado las irregularidades en la boleta; le propusieron, con una tarjeta correctamente llenada, retornar a Costa Morena u hospedarse en otro hotel de Islazul con capacidades asignadas. Él optó por esto último, y disfrutaron finalmente el estímulo en el Hotel Balcón del Caribe.

Luego de ambas explicaciones es comprensible que si las normas de control interno lo exigen, se cumplan los requisitos con el rigor y la disciplina requeridos; esos que, lamentablemente, no siempre se respetan en muchos si-tios. Ojalá se fuera así de inflexible en todas partes con los transgresores de cuestiones más graves que la tachadura o el dígito mal puesto. Pero al final, el rigor contable es salud empresarial. Y por eso les exigen a esas entidades.

Solo queda alertar que en los mismos sitios donde se otorgan esos estímulos se redoble la exigencia, para que situaciones como estas no se repitan. Hasta para llenar una boleta o tarjeta hay que ser profesional, riguroso y sensible. Miren cómo la chapucería la paga después el (des) estimulado. Y al que le otorguen uno de esos premios, consejo sano: brinde todos los datos con pelos y señales, y luego revise la tarjeta, que ahí puede ir ya estampada su frustración.

Vuelve el aerosol

El 8 de octubre reflejé aquí la queja de Georgina Hidalgo, de Avenida del Caribe 7, entre Mayaya y Guamá, en el reparto Ciudamar de la ciudad de Santiago de Cuba. Ella contaba que en el consultorio médico 60, de su barrio, hacía más de dos años que no se prestaba el servicio de aerosol y oxígeno a los pacientes, porque el balón tiene el regulador roto.

Y argumentaba que asmáticos y cardíacos, en medio de una crisis, deben acudir al consultorio de urgencias, a más de un kilómetro. A falta de información precisa, quería saber si la situación de los reguladores en el país es tan grave, como para que lleven más de dos años sin ese servicio.

Ahora el doctor Alfredo Rodríguez Morales, director de Salud en la provincia de Santiago de Cuba, aclara que en el país existen tres tipos de consultorios médicos de familia: el tipo 1, que cuenta con médico y enfermera ocho horas, de lunes a viernes, y los sábados cuatro horas; el 2, que cuenta solo con enfermera y similar horario; y el reforzado, que cuenta con médico y enfermeras las 24 horas. Este es el que dispone de servicio de aerosol terapia, además de otros recursos para urgencias.

Precisa que el consultorio 60 es Tipo 1, atiende a 81 familias con 275 habitantes, y se encuentra a 1,5 kilómetros de distancia del Reforzado, número 58 A.

Refiere que en la rendición de cuentas del delegado donde vive Georgina, ante inquietudes similares, se explicaron estos elementos: existía servicio de aerosol allí, con baja demanda, antes de la reorganización por tipos. Se rompió el regulador, y el servicio no se reanudó al no estar categorizado el consultorio.

Aun así, aclara el doctor Alfredo que en la provincia no existen dificultades con la disponibilidad de reguladores.

E informa que, teniendo en cuenta la población longeva de la zona, con afectaciones respiratorias y los riesgos medioambientales que implican industrias relativamente cercanas, y también la disponibilidad actual del recurso, se reevaluó la situación: decidieron reanudar el servicio en el consultorio 60.

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