Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Techo de vidrio

Hay techo de vidrio en materia de vivienda, que nada tiene que ver con las dificultades del país ni con las pérdidas en el fondo habitacional por los tres recientes huracanes. Ese techo de vidrio se refiere a irregularidades, dilaciones y falta de respuestas e informaciones convincentes al ciudadano. Soy cauteloso con el reflejo de tema tan delicado, a pesar de que llueven cartas sobre vivienda. Pero de vez en cuando me asombro ante historias como la de Henry Dennys Nicolás, vecino de calle K número 22, Central Chile, en San Luis, Santiago de Cuba. Henry integra desde 2006 el plan por Esfuerzo Propio de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV). Y «por un acto de magia» de los técnicos, su casa y muchas otras se dieron por terminadas. La Dirección Provincial comprobó el fraude, y entonces esos casos de 2006 pasaron al fondo de ejecución. Pero a partir de 2007 todo ha sido una odisea. A los del Plan de 2006 les dan lo que sobra del Plan 2008. No tienen asignación. «Y nadie se responsabiliza con la situación —sostiene Henry—. Los materiales que he conseguido han sido a mucho rogar. ¿Quién responde a los afectados? Para colmo, en noviembre y diciembre se seleccionan casas para darles terminación, estén o no en el Plan del año, tengan licencia para construir o no. Y no pueden ser las del 2006; esas no entran en los beneficios. ¿Hasta cuándo debemos esperar? Para los dirigentes del municipio, la respuesta “no está en sus manos”. Los responsables fueron sancionados... y los afectados también. En Vivienda provincial y nacional, según técnicos de la UMIV, no saben qué hacer, los materiales fueron a parar a manos equivocadas».

Columna vertebral de la salud: Yunior González escribe desde Carretera Central 71, en Santa Rita, Granma, para felicitar, en nombre de su familia, al personal de Neurocirugía del Hospital Carlos Manuel de Céspedes, de ese territorio. «Mi hermano gemelo sufrió un accidente, se fracturó la columna vertebral; y gracias al colectivo de la sala 4-I, a Nelson y sus magníficos neurocirujanos, a Sonia y a sus abnegadas enfermeras, mi hermano se recupera de dos intervenciones quirúrgicas complejas. Y esperamos que pronto pueda comenzar a rehabilitarse». Nada, José Alejandro: orgullo que tenemos de pertenecer a Cuba la bella, donde no hay negros ni blancos, solo seres humanos.

Esperando por la vacuna: Con suma impaciencia escribe la abuela Marlene González, desde Cuba 162, entre Empedrado y Tejadillo, en La Habana Vieja. Y no es para menos: su nieto cumplió tres meses de nacido el 20 de octubre, «y desde el 21 de octubre estamos a la espera de la vacuna que le ponen en el policlínico Aballí, sin respuesta alguna». Les plantean que no hay, que sigan llamando a ver si entra. Y Marlenys pregunta: «¿Cómo se puede demorar tanto una vacuna que es tan importante para los niños, y que la respuesta solo sea: No hay?». Sería muy saludable, tanto como la inmunidad que requieren los bebitos, que las autoridades del MINSAP proporcionaran una explicación del porqué de esa demora, si es allí solamente, o responde a causas mayores y más extendidas.

Dos pinos implacables: Allá en calle 17 número 2829, en la localidad matancera de Jovellanos, Irene Mesa ve destruirse gradualmente su casa. Ya incluso las paredes tienen peligro de derrumbe inminente, diagnosticado por los técnicos de Vivienda. La causa son dos enormes pinos contiguos a ella, que tienen levantado el piso y agrietadas las paredes. Asegura Irene que el caso ha sido tramitado mediante el delegado de la circunscripción y en el Consejo Popular; y también en el Gobierno municipal. Y la respuesta es que no tienen solución para el caso, por no contar con los medios necesarios. Al final uno se pregunta hasta cuándo el no hay y el no se puede van a seguir dando quehacer a los ciudadanos. ¿Habrá que conformarse pasivamente? ¿No podrá solicitarse la colaboración de otros territorios? ¿No podría aprovecharse el trayecto de las grúas hacia importantes obras inversionistas del país, para ir atendiendo esos casos excepcionales? ¿Es muy disparatada esta sugerencia, o será más sensato esperar a que los pinos derruyan la casa de Irene?

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