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No les corresponde

Aún quedan del 2008 respuestas institucionales a denuncias y quejas reflejadas aquí. Trataremos de ir insertándolas con otras más recientes, como hacemos hoy con la enviada por Antonio Massot, director de Recursos Humanos del Ministerio de Educación, a raíz de la queja de María Esther Manuel, reflejada aquí el 5 de noviembre del pasado año.

Entonces, María Esther, trabajadora del Instituto Politécnico de Economía ubicado en el área urbana del central Brasil, en el municipio camagüeyano de Esmeralda, manifestaba su inconformidad con el tratamiento salarial que se les da allí: ese centro, aunque acoge alumnos seminternos, también tiene internos; por lo cual, el claustro de profesores tiene que hacer guardias docente-educativas en horario nocturno, sin ir a sus hogares. Y no se les considera en el pago la condición de centro interno.

Al respecto, precisa Massot que la Resolución 24 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), de mayo de 1989, establece un pago adicional de diez pesos en el salario por la condición de centro interno en áreas urbanas. El politécnico del Brasil está comprendido en ella; pero solo recibe 60 pesos adicionales, por condiciones de trabajo, el personal de los preuniversitarios y secundarias básicas en el campo y los politécnicos agropecuarios.

El MINED, acota, le atribuye significación especial a la labor de los profesores de la educación técnica y profesional; pero no puede disponer la aplicación de un pago de salario diferente al que está establecido, ni tiene potestad para cambiar un tratamiento salarial refrendado por resolución del MTSS.

Puede darse el menudo

«Menudo problema el del menudo», sentenciaba este redactor el 25 de noviembre de 2008, al reseñar la carta de Wilfredo Ulloa, sobre la falta de menudo para vueltos en las panaderías de Los Pinos, municipio capitalino de Arroyo Naranjo.

Ulloa contaba que ante variedades de pan como el flautín, que vale 3,20 pesos, muchas veces el cliente se ve precisado a pagar cuatro, por la falta de menudo para devolver. Sugiere que se redondeen entonces los precios, para evitar que el consumidor pierda, y desinflar esa cómoda costumbre del vendedor, atenido a la falta de vuelto.

Al respecto, responde Rodolfo Estrada, director de la Unidad Básica Alimentaria del municipio de Arroyo Naranjo, y señala que tan «lamentable hecho» fue analizado en el Consejo de Dirección. «Aun cuando nuestro fondo de cambio era insuficiente (430,00 pesos) para más de 30 establecimientos de venta —refiere— cada administrador tiene la responsabilidad de acudir a la red bancaria para obtener moneda fraccionaria que permita dar respuesta a esa situación».

Informa también que fue elevado el fondo de cambio a 10 000 pesos, lo cual no deja brechas a la justificación de los administradores de los establecimientos que venden pan.

Aun así, exhorta a los clientes del pan de Arroyo Naranjo a ser más exigentes en cuanto a sus derechos de recibir el vuelto. Ante cualquier infracción, deben llamar a los teléfonos 644-6368 y 698-1474.

«Ante la negligencia de cualquier índole —sentencia Estrada— adoptaremos medidas enérgicas». Wilfredo y cualquier cliente de Arroyo Naranjo, deben tomarle la palabra al director, y actuar en consonancia.

También Estrada responde la queja de Vicente Ferrer, reflejada aquí el 18 de diciembre de 2008, en nombre de los consumidores que adquieren el pan en el punto de distribución de Fernando e Isabel, en Párraga, municipio capitalino de Arroyo Naranjo: Irregularidades en los horarios de llegada del pan, al punto de que a las 9 de la mañana aún no está, y a las 5 de la tarde ya se ha acabado. Los domingos peor: o no hay o se acaba. A ello se añaden las malas condiciones en que laboran las que despachan el pan, pues ni luz eléctrica tienen.

En tal sentido, reconoce Estrada las irregularidades señaladas, y agrega que se incorporaron dos motos triciclo Piaggio para la distribución del pan. También la unidad El Visor, que traslada el producto a la panera de Fernando e Isabel, cuenta con un nuevo equipo de dirección, «lo que ha propiciado que la población elogie la mejoría de la calidad del mismo».

También se trabaja en solucionar la iluminación del local, a cuenta de una inversión de la Organización Básica Eléctrica municipal. Una vez concluido ese trabajo, refiere, podrán extender el servicio de venta hasta las 7 de la noche, como es habitual en esa red.

Arder con el reporte

«Vuela la pluma, como ala, cuando ha de narrar cosas grandiosas; y va pesadamente, como ahora, cuando ha de dar cuenta de cosas brutales, vacías de hermosura y de nobleza. La pluma debiera ser inmaculada como las vírgenes. Se retuerce como esclava, se alza del papel como prófuga y desmaya en las manos que la sustentan, como si fuera culpa contar la culpa».

Estas meditaciones de José Martí aparecen en una de esas deslumbrantes crónicas suyas sobre sordideces en la vida cotidiana de Estados Unidos, publicada el 4 de marzo de 1882 en La Opinión Nacional, de Caracas. Traerla de alguna manera a los dilemas del periodismo hoy, es el más elocuente homenaje que puedo hacerle al Inmenso que nos irradia.

En el texto, Martí devela su concepción ética del periodismo, que se distancia totalmente del mito de la imparcialidad y la objetividad gélidas, tan esgrimido y a la vez negado en la historia de los grandes medios informativos de Estados Unidos y sus maridajes con los poderes supremos (léase más recientemente la cobertura de la invasión a Iraq).

Como cronista de su tiempo, Martí nunca se acercó a la realidad como si fuera un entomólogo que disecciona insectos. Se implicó siempre. Ardió en el compromiso y la toma de posición ante lo que narraba, sin cómodas asepsias. Sangraba o levitaba de gozo con sus reportes.

Si alguien ve con ojeriza la misión de esta columna en la Cuba del siglo XXI, sepa que no puede animarnos saña alguna ni goce para develar lo feo, de la misma manera que no escatimamos palabras para hacernos eco de lo hermoso. Salvando las distancias, los tiempos y escenarios tan diferentes, aquí ardemos con las historias. Y sentimos esos pensamientos martianos como nuestros.

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