Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En tres y dos estadio de Gibara

Rolando Enrique Varona, entrenador de béisbol de la Escuela Comunitaria del Deporte en Gibara, provincia de Holguín, escribe un tanto ansioso. Y lo hace en nombre de todos los que impulsan de una u otra forma el pasatiempo nacional en esa villa tan singular: atletas, técnicos y trabajadores relacionados con el mismo y aficionados.

El remitente, quien reside en Cuba 182, entre Jesús del Sol y Mariana Grajales, en esa localidad, refiere que a consecuencia de las serias afectaciones provocadas por el huracán Ike, el hospital general de ese municipio sufrió grandes daños, por estar ubicado frente al mar. Y ahora se ha decidido construir uno nuevo, precisamente donde está el terreno de béisbol de esa población.

Rolando Enrique destaca la trascendencia de trasladar el hospital a una zona alejada del mar, pero no comprende por qué, habiendo tanto espacio, debe ser a costa de eliminar el único terreno local, pues «no se habla siquiera de la construcción de uno nuevo».

Hacía rato que corrían rumores en tal sentido, precisa, y ya la decisión «oficial» está tomada. «Lo que nadie dice es qué va a pasar con el béisbol en Gibara. Se va a interrumpir la enseñanza en todas las categorías, desde siete y ocho años hasta la primera, que es la fuente principal para conformar el equipo provincial. Se eliminará toda opción recrea- tiva relacionada con ese deporte».

Rolando Enrique y muchos otros gibareños solicitan se sopese el alcance de la decisión, «por el fenómeno social que es el béisbol, lo que representa no solo para entrenadores y atletas, sino para la gente común que lo practica y lo sigue, por la sencilla razón de que eso hacemos los cubanos: seguir la pelota, sufrir y gozar con nuestros equipos a todos los niveles».

Sin excusas obstáculos con tarjetas magnéticas

El 16 de octubre de 2008 revelé aquí la inquietud del lector Miguel A. Milián acerca de dificultades para pagar con tarjetas electrónicas en tiendas en divisas de la capital, tanto de CIMEX como de Caracol.

Ahora responde Rosario Cortina, gerente general de FINCIMEX (Financiera CIMEX) lo tocante a esa corporación. Afirma que «no hay justificación para que un cliente no pueda pagar con tarjetas en algún establecimiento»; y señala que han analizado el tema con la mayor objetividad posible, pues en otras oportunidades se han realizado críticas al respecto. Reconoce que «la falta de coordinación entre los factores que en CIMEX intervienen para garantizar ese sistema y sus comunicaciones, motivó que el titular de la tarjeta no pudiera realizar la transacción».

Explica que los «Terminales Puntos de Venta» donde tiene lugar el pago electrónico con tarjetas —más conocidos por los POS— están instalados en establecimientos en divisas que prestan servicios tanto a visitantes extranjeros como a nacionales. En cuanto a las tarjetas internacionales, la facturación de CIMEX en 2008 registró un incremento del nueve por ciento con respecto a 2007. Y en tarjetas nacionales, que en lo fundamental son de remesas familiares, se dio un 15 por ciento de crecimiento en ventas en establecimientos.

Aun así los volúmenes de facturación de tarjetas internacionales son tres veces superiores a las domésticas. Y ello responde a que la mayoría de los visitantes foráneos las portan para el pago, y su uso es frecuente en los establecimientos que más les atienden: hoteles, rentadoras de autos y restaurantes.

«En las redes de tiendas en divisas —subraya—, donde acude fundamentalmente nuestra población, el uso de tarjetas y de los POS no es constante. A veces no se utilizan y pueden ocurrir inconvenientes en el momento de dar el servicio».

No obstante, recalca que «seguiremos tomando acciones que nos permitan asegurar que cada terminal esté disponible aún cuando su uso no sea frecuente. Nos acercaremos más a los clientes de tarjetas locales, para conocer sus dificultades, y seguiremos promoviendo el uso de ese medio de pago que beneficia el control en los establecimientos y el ahorro de gastos administrativos».

Sí aclara finalmente que en cuanto a las tarjetas de combustible en los servicentros de CIMEX, se aceptan constantemente, y los clientes reciben el servicio sin dificultades.

Las grietas de la chapucería

Sigue dando qué hacer —pica y se extiende— la cisterna de los edificios 40 y 41 del reparto Villanueva, en la ciudad de Holguín. ¿Será un designio fatídico u obra de la chapucería humana?

La primera vez que el asunto irrumpió aquí fue el 8 de febrero de 2007, cuando Eugenio Arenas, residente en el edificio 41, reveló lo que afectaba a 80 familias: cuando la ECOI 19 de Holguín construyó los dos inmuebles, dejó sin terminar la cisterna del agua. Por mucho que hicieron gestiones, seguían cargando cubos de agua.

El 25 de abril de 2007 respondió Archy F. Lam, director de la Vivienda en la provincia de Holguín; y aclaró que ambos edificios no fueron concebidos con cisterna. Estaban acogidos a la red hidráulica central, de acuerdo a los contratos entre el Gobierno local y los ejecutores.

Precisó Archy que con la sequía y el déficit de agua en el territorio, se acordó la construcción del depósito, pero el compromiso no se cumplió «por falta de estucado de interiores, elementos de cierre y la tubería para la conexión». Pero con la publicación aquí del caso, se acordó que la ECOI 19 ejecutara ¡al fin! la cisterna. Entonces, este redactor agradeció la respuesta.

Y ahora me escribe el propio Eugenio Arenas para contar que aún no se ha entregado la obra de la cisterna, pues el trabajo de la ECOI 19 es una chapucería: los operarios que asumieron la impermeabilización eran alumnos de la escuela de Construcción, sin experiencia; y sin un ejecutor al frente.

Los fatídicos resultados son que, cuando se le suministra agua a la cisterna, esta se filtra por las grietas que le quedaron. «Ahora —señala— no tenemos una respuesta y tenemos que seguir sufriendo las consecuencias de dichos errores».

Con probada razón, Arenas exige que la ECOI 19 dé una respuesta pública por tales desaguisados. Aquí, en esta columna, se sufre cada vez que una promesa no cumple su cometido, por la imprevisión y la irresponsabilidad. Se nos están filtrando por esas grietas no solo recursos, sino el agua buena de la calidad y la rectitud.

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