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¿Telecash o «telescache»?

«Al escoger usted nuestra tarjeta Telecash, nos honra y a la vez nos compromete a demostrar la sabiduría que conlleva su decisión. ¡Bienvenido a nuestro sistema!».

La publicidad es de FINCIMEX S.A., pero a Luis Gerardo Bringas (Bloque 3, apartamento 3, kilómetro 4 y medio, Altos de Quintero, Santiago de Cuba) le suenan huecas las altisonantes palabras. Y explica porqué:

El 9 de septiembre de 2008 le fue enviada a su esposa una remesa desde Suiza, a una cuenta Telecash de FINCIMEX S.A. Días después el familiar que hizo la transferencia desde Europa, al conocer que no había llegado el dinero, realizó la reclamación correspondiente. Y le informaron que desde el 2 de octubre de 2008 el dinero estaba depositado en la tarjeta Telecash de la destinataria.

Varias veces hicieron la consulta para saber el saldo de la cuenta, y en realidad no estaba el depósito. Se hizo la reclamación por teléfono. Y personalmente, en la sede de FINCIMEX en Santiago de Cuba, en tres ocasiones les verificaron el saldo: Era... ¡cero!

La esposa de Luis Gerardo reclamó a FINCIMEX en la capital y en dos ocasiones envió fotocopias de la transferencia y el número de referencia. Pero no hubo respuesta alguna desde La Habana. El colmo es que han transcurrido ya cinco meses y algo que debía ser expedito anda trabado absurdamente.

La destinataria de la remesa se personó el 26 de febrero en las oficinas de FINCIMEX S.A. en la capital y quien la atendió allí le dijo que la llamara al día siguiente. Llamó y nadie atendió el teléfono. El 2 de marzo llamó a Reclamaciones de FINCIMEX y no estaba la persona a cargo de ese departamento. El 3 volvió a llamar y le comunicaron que la persona que atiende tales casos no estaba trabajando, y nadie podía ocupar su lugar.

La esposa de Luis Gerardo solicitó el teléfono del gerente de Telecash y le dijeron que no podían dárselo, sin más explicación.

Luis Gerardo considera que todos los avatares sufridos están marcados por la falta de respeto y de profesionalidad hacia el cliente. El dinero no aparece, y lo cierto es que en Suiza sí fue transferido. Para él, parece que en FINCIMEX no se comprometieron «a demostrar la sabiduría» que conllevó la decisión de poseer una tarjeta Telecash, como reza la publicidad.

Vindicación del centavo

El pasado 7 de marzo, el palmero Guillermo Campins contaba aquí una historia sobre la discriminación del quilo, esa monedita que, aunque sigue vigente, concita el rechazo en muchos sitios.

Guillermo fue a pagar su factura de electricidad en la oficina comercial de la Empresa Eléctrica en su localidad. La cuenta era de 38 pesos con 40 centavos. Y la parte del menudo intentó pagarla así: con una moneda de 20 centavos, tres de a cinco y cinco quilos.

Pero la empleada le dijo que ellos no aceptaban centavos. Y aunque Guillermo le argumentó que esas monedas tienen curso legal en el país, ella le reiteró que tenía órdenes de no aceptarlas... como si el cliente hubiera entregado cinco céntimos de rupias de la India.

Al respecto responde el ingeniero Carlos Almaguer Arias, director general de la Empresa Eléctrica en la provincia de Santiago de Cuba, quien aclara que la queja fue esclarecida con el director comercial de la empresa y la cajera de marras.

«Se pudo comprobar —señala— que en ningún momento se le dio la orientación por parte de la administración de la sucursal, de no aceptar monedas de un centavo. El proceder de la cajera fue incorrecto, y provocó insatisfacción en el usuario. Por ello se le aplicó una medida disciplinaria consistente en una amonestación pública».

Agradezco el esclarecimiento de Almaguer, porque sienta un precedente en algo que puede parecer de poca monta, pero que es un derecho de los ciudadanos y una obligación de cualquier entidad estatal: hacer valer el centavo. A fin de cuentas, tiene curso legal todavía, aun con su desvalorización. Y al menos puede mostrar su utilidad en el pago de las cuentas que conllevan cifras fraccionarias.

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