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Astro sanciona

EL pasado 28 de febrero reflejé aquí, gracias a la denuncia de Eliseo Pérez, un episodio vergonzoso de maltrato a una pasajera en un ómnibus de Astro Santa Clara-Sancti Spíritus: el 27 de enero pasado, con reservación previa de un pasaje a Cabaiguán, su esposa abordó el ómnibus correspondiente en Placetas, con destino a Cabaiguán. Y el asiento que le correspondía venía ocupado por un hombre, quien se negó a levantarse.

¿Qué hizo el conductor? Sencillamente fue cómplice: no levantó al transgresor y sentó a la señora en otro asiento, que estaba roto. Ella, no pudiendo resistir la incomodidad de aquella avería, tuvo que hacer el viaje de pie.

Ahora escribe Juan Antonio Blanco, director general de Astro, quien reconoce que el maltrato fue una violación del reglamento comercial de esa entidad, y se agrava teniendo en cuenta que era una mujer.

En tal sentido, recalca que luego de la investigación hecha por Astro Sancti Spíritus, al conductor del ómnibus se le sancionó con el traslado, por un término de seis meses, a una plaza de menor remuneración y calificación. Y cumplida la sanción, pasará un curso de recalificación, el cual incluye temas de ética profesional.

Agradezco la respuesta. Ojalá la medida y la recalificación obren positivamente en algo que no requiere de tanta capacitación; algo elemental que lo dicta la profesionalidad y el sentido de responsabilidad de una tripulación que se respete.

La cosa está amarilla...

Minerva Morell (calle Primera número 19, Guáimaro, Camagüey), siente que se mina la autoridad de los inspectores de transporte conocidos como «amarillos», que tanto han ayudado a la transportación alternativa de los ciudadanos ante la crisis del transporte. Al menos, esa es su experiencia como inspectora en Guáimaro.

«Muchos choferes de vehículos desobedecen nuestra señal, dice. Se ríen en nuestra propia cara. Ya es tan grande la falta de respeto que solo recogen, sin ocultarse, a los que más billetes sacan. La indicación dada al respecto es anotar chapa, hora y la negación. Lo hacemos, pero no pasa nada. Hasta ahora no hemos tenido respuesta de estos casos tan denigrantes».

Insiste en que es un bochorno: los pasajeros con pocos recursos se ven precisados a retirarse del punto de transportación. Y los solventes hasta le dicen en su cara: «Inspectora, usted verá que rápido nos vamos».

Minerva habla con dolor, pues es fundadora de ese movimiento de transportación alternativa. «Antes trabajábamos felices. Se nos respetaba, y podíamos brindar a nuestra población el servicio. Nos sentíamos útiles».

También refiere que en sus comienzos, el movimiento tenía un enfoque social: al pasajero, tuviera o no dinero, había que transportarlo. Solo se medía por el número de personas. Hoy si no cumples con la recaudación, no hay estimulación. «¿Y cómo se espera que podamos cumplir, si somos objetos decorativos, ya que no hay nada ni nadie que obligue a los choferes a parar, y no se sienten presionados a hacerlo?», cuestiona.

La inquietud de Minerva apunta directamente a quienes deben controlar el funcionamiento de ese movimiento de transportación alternativa, a quienes deben hacer valer las disposiciones gubernamentales al respecto, que ni mucho menos están derogadas. ¿Qué puede explicar la Dirección Provincial de Transporte de Camagüey? ¿Dejarán languidecer una iniciativa que tanto ayudó al cubano, en momentos de crisis del transporte? ¿Acaso esa crisis desapareció?

Sabiduría y amor

Con esa fórmula se sale del peor de los estados, según Luisa López (Goss número 518, entre Patrocinio y O’Farrill, municipio capitalino de Diez de Octubre). A sus 73 años, y por una fractura en un pie, cayó en manos del colectivo de médicos y fisioterapeutas del policlínico Luis Augusto Turcios Lima. Y los califica así: «Son de los que respetan la bata blanca que usan».

Menciona al doctor Baeza y a los técnicos Elier y Lázaro: fue un tratamiento de primera el que le brindaron. Y también al técnico Ariel, del hospital Fructuoso Rodríguez. «Me trataron con el amor que todo enfermo demanda. Ya puedo andar y recuperar las energías. Mi agradecimiento eterno», concluye.

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