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Casa abajo en Buey Arriba

Marcos Tamayo y su esposa tienen las esperanzas a la altura de cinco hiladas de bloques. Y quisieran mirar más alto, pero los peloteos y demoras no los han dejado. Él, de 75 años y ella, de 64, viven con su hijo retrasado mental en Las Piñuelas de Bueycito, en Buey Arriba, Granma. Pero desde hace más de una década las penurias de vivienda les roban el sosiego.

«Primero fui acogido al Plan Mampuesto; de este me incorporaron al Plan 71, por mi muchacho con retraso. Entonces le asignaron la construcción de mi vivienda a la Empresa de Tabaco. Esta entidad levantó la casa. Pusieron los horcones de eucalipto verde y tan solo estuvieron en pie, colocaron el techo de zinc galvanizado que me habían asignado y la dejaron sin paredes», relata Marcos.

«En esas condiciones estuvo diez meses. Pero tuve que retirarle la cubierta, que se estaba cayendo, pues el eucalipto ya se había torcido…

Cuenta el remitente que en el Gobierno local le explicaron que no había materiales de paredes. Le escribió a instancias nacionales que podrían darle una respuesta y le ratificaron que era en el municipio donde se debía resolver su situación.

Desde ese momento, años atrás, Marcos ha ido buscando, con medios propios, cómo levantar su domicilio. Y así se han alzado las cinco hiladas de mampostería.

Ya el granmense ha visitado, en varias ocasiones, a las autoridades de su comunidad y municipio. Pero nada avanza. «En estos momentos tengo mis 50 planchas de zinc, unas como paredes y otras tapando parte del techo para no mojarnos cuando llueve».

Marcos y su esposa saben que no son los que andan en peores condiciones por su barrio, pero ya están bastante agotados de las dilaciones. Son ancianos.

El estímulo de Milagros

Sufriendo un estímulo. Ese era el paradójico tránsito en que se encontraba Milagros Viñals Suárez (calle 131, número 13, reparto 26 de Julio, Mayarí, Holguín) cuando nos escribió en marzo de este año. Tenaz jubilada de Holguín, después de tres décadas en el sector de la construcción, Milagros había recibido en 2003 el premio de una reparación y ampliación de su vivienda. Pero todo se le dificultaba en extremo.

«La ejecución empezó dos años después, con insistencia y mucha perseverancia. Ya en el 2007, con el cambio de Director, se paralizó la obra y comenzaron las justificaciones: que se está revisando el archivo, que no había materiales…», refería la holguinera.

Al respecto llega la respuesta de Archy F. Lam Ayala, director de la Vivienda en la provincia de Holguín. Explica el directivo que la obra de Milagros «se comenzó a ejecutar, pero por falta de documentación técnica requerida se paralizó en 2006 y se retomó nuevamente en el 2007, momento en que se depositan 440 bloques en la vivienda. La señora, sin consultar con el organismo constructor, prestó dichos bloques y alegó después que no se los habían devuelto porque son de mala calidad».

Apunta Archy que el estado constructivo de la casa —de dos habitaciones— es regular, pues las paredes están agrietadas. La ampliación incluía agrandar un cuarto, y una cocina y un baño más espaciosos. Actualmente, se encuentra a la altura de cerramento.

La respuesta que el sistema de la Vivienda en Mayarí dio a Milagros es que sus acciones constructivas no estarán respaldadas en lo que resta del 2009, pues se priorizarán casos afectados por el huracán Ike.

Agradecemos al arquitecto Archy F. Lam su respuesta. Es comprensible que en estos momentos se prioricen casos críticos golpeados en la última (y terrible) temporada ciclónica. También que se critiquen actitudes como la de la remitente al prestar sin consulta parte de sus materiales. Pero no perdamos de vista que se trata de un galardón al buen trabajo, un premio por el sacrificio de Milagros que data del 2003, cuando Gustav, Ike y Paloma no eran ni siquiera sueños de ciclones. «Falta de documentación técnica» y otros términos similares pueden sonar demasiado vacíos a quien espera hormigón armado, duro y justo.

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