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El amor levanta las defensas

Armando Pacheco Pacheco ya está de vuelta en su hogar. Desde allí, este vecino de Independencia No. 40, en la localidad matancera de Bermejas, evoca los días en que estuvo hospitalizado en la Sala de Urología del Hospital Clínico Quirúrgico del capitalino municipio de Diez de Octubre, más conocido por La Dependiente.

Múltiples son las impresiones que se llevó este lector de su estancia en ese centro asistencial, pero Armando se resiste a que sean sesgadas por la incertidumbre y la acidez de los padecimientos. Y cuenta, pero poniendo el acento en ese tono de especial correspondencia con que van por ahí los seres agradecidos.

«Aunque las condiciones de construcción del inmueble no son tan buenas que digamos, existen problemas con el mobiliario y se dispone de pocos refrigeradores, vienen a mi mente la extraordinaria y amorosa atención de los médicos, el personal de enfermería, la secretaria, la auxiliar de limpieza y la pantrista...».

Añade Armando que «la perseverancia, el cariño y el amor que se pone en las acciones diarias levanta las defensas, haciéndose lo posible dentro de lo imposible. Así son los médicos y enfermeras de ese servicio encabezado por el Dr. Ortiz y la “seño” Lorenza.

«Ahora tengo una visión diferente del hospital. La capacidad de darse, con talento y amor de quienes trabajan en la frontera entre la vida y la muerte... esas son las cosas maravillosas que no podemos perder. Los pabellones y los muebles se pueden arreglar...».

Peligro: Filtración

La segunda carta de hoy llega desde la calle Orlando Venegas, edificio 9, apartamento B-3, en el tunero municipio de Manatí, a nombre de Beatriz Venegas Nápoles.

Resulta que el apartamento en que vive la remitente, junto a su mamá de 86 años, tiene un nivel de filtración tal que en ocasiones las paredes transmiten corriente y hasta se han quemado equipos. Los charcos de agua son casi constantes, y existe el riesgo permanente de que la anciana resbale y se caiga o resulte alcanzada por la electricidad.

«Esta situación —narra Beatriz— se la he planteado al Poder Popular… El arquitecto de la comunidad revisó y me dijo que había un tubo roto, pero que por inventario tenía que esperar. De esto hace seis meses».

En algún momento le aseguraron a la afectada que sacarían por fuera de la pared los cables eléctricos, pero todo ha seguido igual. Y ya Beatriz no puede estar tranquila para ir a trabajar dejando en la casa a su madre con tamaño peligro.

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