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La solución es evitarlo

Gran repercusión tuvo la denuncia aquí el pasado 14 de febrero del lector Dacio Gabriel González, sobre problemas de calidad en viviendas construidas para internacionalistas de la salud en la capital. Dacio aludía al caso de su hija, doctora que estuvo dos años en misión en Venezuela, y recibiera en junio de 2009 un apartamento del edificio sito en 67 A esquina a 116, en Marianao, el cual presentaba rajaduras en paredes y techos, acompañadas de filtraciones.

Como esta columna reclamó la respuesta de la Dirección Provincial de Salud de Ciudad de La Habana, bajo el supuesto de que esa entidad era la inversionista, nos escribe la licenciada Yanet Noda, su vicedirectora.

Noda aclara que aun cuando los beneficiarios del plan son trabajadores de la Salud, la función de este organismo se reduce legalmente al otorgamiento de las casas. Son la Dirección Provincial de Vivienda y el Ministerio de la Construcción (MICONS), el inversionista y el ejecutor, respectivamente. Aun así, precisa, la Dirección Provincial de Salud ha designado a una funcionaria, la cual semanalmente se reúne con el MICONS y la Vivienda para chequear el cumplimiento del plan y la calidad de las obras.

En el caso aludido, aclara, Salud detuvo el otorgamiento «por entender que la construcción no cumplía con la calidad necesaria, a pesar de que el inversionista ya había recibido el edificio en noviembre de 2008». Y una vez resueltos los problemas, se otorgó la vivienda a la colaboradora, con su conformidad, en junio de 2009.

Ya residiendo en la casa, aparecieron nuevas afectaciones. Y fue cuando el padre de la doctora se dirigió a esta columna. Al revelarse el asunto, la funcionaria de Atención a Colaboradores de Salud en la provincia se entrevistó con la afectada, quien manifestó que ya la jefa técnica de la entidad ejecutora, el Contingente Julio Antonio Mella, había visitado la vivienda para constatar los problemas. Y los trabajos comenzarían a la siguiente semana.

Pero cuando escribió a esta sección la funcionaria, el 25 de marzo, no se había hecho nada aún en el apartamento de la hija de Dacio, aunque sí en otras áreas del edificio.

Informa Noda que de un total de 1 833 viviendas que se deben construir para ese programa, Salud ha recibido 456 de manos del inversionista (Vivienda), y quedan 24 que presentan problemas de calidad y constructivos, todos denunciados.

Al mismo tiempo, nos escribió el 31 de marzo Antonio Boronat, director general del Contingente Julio Antonio Mella, la entidad ejecutora del edificio: «Ante el justo reclamo del compañero Dacio, por deficiencias en la ejecución de la mencionada obra, no intentamos con anterioridad ni intentaremos dar explicaciones que nadie entendería ni aceptaría, basadas en la calidad de las losas suministradas, las que debieron ser rechazadas oportunamente por nuestro sistema de control de la calidad».

Refiere Boronat que se encomendaron a la solución técnica del problema, única actitud que cabe: «Hasta la fecha —precisa— se adquirieron los recursos necesarios y se acometió la impermeabilización externa de la fachada —actividad que en el momento de la ejecución del edificio no estaba concebida en el aseguramiento material—, y seguidamente realizaremos la reparación interior necesaria».

Y concluye afirmando que, paralelamente, culminarán el análisis de los errores cometidos y sus responsables, «y adoptaremos las medidas tendentes a evitar que se repitan tales insuficiencias».

Agradezco ambas respuestas, y el que se encaminen a resolver el asunto. Pero la verdadera contribución, más allá del análisis de los responsables y las medidas que se tomen —espoleados sobre todo por la revelación pública aquí— sería evitar que volviera a suceder. Y hacerlo con profundidad: buscando la raíz del problema y los antídotos contra este. Al final, ya el daño se hizo, con el gravamen a la economía nacional y a la disciplina tecnológica.

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