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Bache sin duende

El duende del bache, que el dúo Buena Fe engendró con su afán «corazonero», se sentiría como en casa si llega a pasar por la calle Santa Rosa, casi esquina a San Martín, en la ciudad de Camagüey.

Reinaldo Rodríguez Pérez, quien vive en el número 50 de la primera de estas arterias, entre San Martín y San José, ya tiene medio encharcadas sus esperanzas de que el histórico cráter vuelva a ser pavimento firme.

El problema —refiere el lector— data de 1995, cuando se abrió el hueco para abastecer de agua a tres familias. Luego de concluido el trabajo hidráulico no se tapó como debía y como por allí pasan carros de alto tonelaje, empezó a hundirse la vía; lo cual provocó hasta la caída de varios ciclistas.

Ante la queja de los vecinos, la abertura fue tapada con asfalto; pero ya la parte de abajo estaba tan débil que con la circulación de los autos se volvía a abrir. Al pasar los transportes, las salpicaduras de agua estancada iban a parar a la pared de la casa de Reinaldo, indica el remitente.

«Esta historia sigue hasta hoy. El hueco se tapa y se vuelve a abrir; y en estos momentos sigue el agua encharcada... con todo tipo de pestilencia», afirma el camagüeyano.

La situación —explica— se ha comunicado a los delegados del Poder Popular en distintos períodos y ha sido difundida por la radio local; pero las soluciones definitivas no aparecen.

«A finales del mes de enero recibí en mi casa al Director de Comunales del distrito... para darme respuesta. (...) En el documento que traía el compañero solo aparecía el dato de que había que limpiar esa parte... y él ya había enviado una brigada. (...) Esa no era la cuestión esencial de mis planteamientos, sino arreglar con la calidad requerida el hueco», se duele el lector.

Decibeles bajo control

Son muchas las situaciones en las que debería salirnos al paso la famosa frase del gran Benito Juárez: «el respeto al derecho ajeno es la paz». Una de ellas es sin duda los desmanes del ruido. La «hiperdecibelia» se extiende cada día como la hierba y si no le salimos al paso, terminará minando las estancias del vivir colectivo.

El 17 de octubre del pasado año publicamos en esta columna la carta del tunero Deyvis García Viamonte (calle César Suárez No. 11, Rpto. Las Estancias, Amancio Rodríguez).

Se quejaba entonces el remitente de que las actividades de la escuela primaria Vicente Pérez Elías, muy cercana a su casa, afectaban notablemente a su enferma madre, de 66 años.

El 26 de enero de 2010, salió a la luz la respuesta que le enviaba la entonces directora de Educación en esa provincia, Gladys Vázquez Figueroa. Explicaba la funcionaria lo complejo de reubicar las actividades del centro escolar, toda vez que no poseían más espacio disponible que el área comunal donde los muchachos hacían desde la preparación física hasta los chequeos de emulación.

En ese mismo Acuse, dábamos a conocer otra carta del propio Deyvis, en la que, luego de narrarnos las entrevistas sostenidas con su familia, nos alertaba de que continuaban los problemas.

Hoy damos espacio a la misiva de Eugenio González Pérez, quien ejerce actualmente la máxima representación del MINED en la provincia.

Informa Eugenio que tras la segunda publicación de alarma se retomaron las investigaciones y acciones del caso.

«Durante estos dos meses (desde que salió la segunda carta hasta el 25 de marzo) hemos monitoreado el estado de opinión de esta familia y no ha existido inconformidad alguna.

«Aunque la escuela tiene que hacer un gran esfuerzo para evitar que el júbilo de los niños en la práctica de actividades deportivas y recreativas afecten a la anciana, por la situación geográfica en que vive respecto al centro escolar (...) mantendremos un seguimiento».

Ante la fructífera gestión de las autoridades del MINED, este redactor guarda agradecido silencio.

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