Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Concluida?

Con qué facilidad, desde un despacho, se declara concluida la ejecución de una vivienda que aún no lo está. Y esa cifra va a engrosar estadísticas falseadas. Es como si nacieran con una «malformación congénita» constructiva.

Elsa Carralero (Calle Palma 56, Buenaventura, Calixto García, provincia de Holguín) cuenta que su casa, destruida en 2008 por el ciclón Ike, comenzó a construirse de nuevo en marzo de 2009 por una brigada de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Niceto Pérez, de la localidad de Cabezo. Y actualmente la dieron por concluida, aun cuando le faltan tres puertas, una persiana, la ducha, el fregadero, el piso y nada más y nada menos que las instalaciones hidráulicas y eléctricas. Con razón, Elsa pregunta: «¿Adónde fueron desviados los recursos que faltan?».

Palabras al descuido: Aleida Martell (Ayestarán 240, apto. 38, entre 19 de Mayo y Aranguren, Cerro, Ciudad de La Habana) está preocupada porque en un país que tantos esfuerzos hace para que el ciudadano domine y escriba bien el español, el sistema de close caption para sordos e hipoacúsicos de la Televisión Cubana presenta frecuentemente imperdonables gazapos. En unos casos hay desorden con las palabras: unen el final de una con el principio de la próxima. Y también las faltas de ortografía son «garrafales», asegura Aleida. ¿Por qué?

Atender, explicar: María Antonia Pérez (Pezuela 148, Cojímar, Habana del Este, Ciudad de La Habana) fue el 26 de mayo pasado a la Agencia de Viajeros de Plaza de la Revolución a reservar dos pasajes. Comentó en voz alta sobre la lentitud en la atención a quienes esperaban, y la trabajadora que llama a los clientes fue a comunicarle al administrador lo que ella decía. El administrador llamó a su oficina a María Antonia, quien iba bastante predispuesta, por ese virus contagioso del maltrato que anda por ahí. Pero, sorpresa: Sergio Marchats, el administrador, la invitó a su oficina, y con mucho respeto, paciencia y cordialidad, le brindó una explicación detallada del porqué de la demora, amén de otros asuntos. María Antonia no pudo comprar ese día los boletos, pero retornó al siguiente y fue testigo del mismo trato de Sergio a quienes aguardaban. Explicar, informar, atender a cada quién: esa regla de oro tan extraviada en muchos sitios, la encontró allí María Antonia.

Pagos demorados: Luis Álvarez García (Quintín Banderas 50, Veguitas, Granma) labora en la granja Ranulfo Leyva, del poblado de Sofía, en el municipio granmense de Yara. Antes fue un central azucarero, que cesó con la restructuración de esa industria. «Pero en ese antes —afirma él—, jamás nos pagaron a los trabajadores fuera de fecha… la puntualidad jamás se violó. Pero en la actualidad, nos pasamos dos meses y no vemos la remuneración por el trabajo realizado. Un ejemplo: hoy 11 de junio nos pagaron el mes de abril y nos deben el de mayo». Sin embargo, agrega, las exigencias en el trabajo son las mismas; al igual, el consumo de la electricidad, el agua y el teléfono hay que abonarlos en fecha. «Quisiera tener conocimientos de economía para entender lo que a veces se nos explica como justificación. Tamaña odisea en cada núcleo familiar donde no se perciba un centavo, de forma legal, como lo exige la ley».

El Mango está sucio: Desde el poblado El Mango, en el municipio granmense de Río Cauto, me escribe con pesar Arysvel Vargas para contar la molestia de esos pobladores por la situación higiénico-sanitaria de esa comarca, como consecuencia de los desechos que genera la camaronera de ese sitio. Por la convivencia con los mismos, El Mango vive con una superpoblación de mosquitos, que obligan a sus pobladores a cubrirse, en pleno verano, con camisas de mangas largas. «Sería muy beneficioso que alguien, interesado en ayudar a esta población, se diera un paseo por este poblado, y confirmara con sus propios ojos a lo que estamos sometidos. Si a ello le suma la falta de agua, la inexistencia de recogida de basura, y el poco apoyo que brinda la camaronera, no sabemos adónde vamos a llegar», confiesa. Pues sí, amigo Arysvel, ese «interesado en ayudar» por deber y mandato popular, son las autoridades gubernamentales locales.

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