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Sin expedientes y sin respuestas

Casi tres meses después de que reflejara aquí el pasado 25 de junio la inquietud de Mayra Mestre (Edificio 16-A, apto. 17, Reparto Guiteras, Ciudad de La Habana), aún no se ha recibido la respuesta del Ministerio de Salud Pública.

Entonces, Mayra contaba que su hija, Talía Bermúdez Mestre, quien labora en el policlínico Wilfredo Santana, de esa barriada, retornó de una misión en el programa Barrio Adentro, de la hermana Venezuela, durante la cual cursó numerosas asignaturas de la especialidad Óptica y Optometría. Pero, aunque Talía ya llevaba un año en Cuba, y con licencia de maternidad, su expediente no estaba aún en La Habana. Y Mayra se preocupaba por la situación que esto le traería a la muchacha en el futuro.

Ahora Mayra vuelve a escribir para constatar que el expediente no ha llegado aún, pero tampoco una respuesta al respecto; a pesar de que ella, en la primera quincena de julio, se presentó en el viceministerio de Docencia e Investigaciones con una copia de la carta que enviara a esta columna.

«Esta es la fecha en la que la situación, lejos de mejorar, ha empeorado, señala. Mi hija no pudo matricular en su especialidad por no tener en sus manos el expediente. El decano de la Facultad de Tecnología de la Salud le respondió que solo podía cambiarla de perfil; y ese no es el objetivo».

De nuevo contactaron con el viceministerio de Docencia e Investigaciones, y ahora les plantearon que en septiembre partiría una compañera a Venezuela, a tratar de recoger los expedientes «morosos», que tuviera confianza. «Yo pienso que el problema no es de tener confianza, sino de sufrir las indolencias tanto de coordinadores como de ejecutivos, que se deben ocupar de estos casos», sostiene Mayra.

La madre señalaba que, para el inicio de este curso, la especialidad de Talía comenzará a partir del segundo año; lo que implica para la muchacha quedarse fuera del vínculo docente.

«Además —agrega—, ellos no se pueden hacer licenciados si no renuncian a su plaza, en caso de estar vinculados laboralmente, y se acogen a un período de estudio de seis años, recibiendo solo un estipendio de 50 pesos. Y muchos son padres de familia». Para Mayra esto dista mucho de las promesas y los primeros ofrecimientos. «Es realmente decepcionante», añade.

¿Podrá la reclamante recibir por esta vez una respuesta y una atención con todas las de la ley?

Como si fuera poco, llega otra carta de expediente «moroso», de Dinorah Coffat, licenciada en Tecnología de la Salud en la especialidad de Laboratorio Clínico, y residente en Santa Emilia 264, entre Serrano y Durege, en el municipio capitalino de Diez de Octubre.

Dinorah retornó a Cuba el 29 de agosto de 2009, luego de haber cumplido una misión de tres años y medio en la República Bolivariana de Venezuela. Y allá en la nación sudamericana, en medio de su misión, realizó con resultados positivos su ejercicio docente en marzo de 2008 para optar por la categoría de Instructor.

Lo último que supo, ya al término de su misión, fue que los expedientes docentes estaban ya en Caracas, donde radica la Coordinación Nacional Docente, para que el decano confeccionara y firmara la resolución que avala dicho acto de defensa.

«A estas alturas, aún mi expediente no ha llegado a Cuba. Y es imposible sin dicha resolución el pago de la categoría y el ejercicio de ella. Varias veces me he presentado en la Facultad Calixto García, que es adonde debe llegar el expediente, pero nada aún. En mi caso hay muchos otros compañeros que han tenido que volver a hacer el ejercicio de categoría pues, según explican, sus expedientes se han extraviado. Pero nadie nos brinda una explicación; y mientras, se pierde ese dinero y además la categoría docente, que es requisito acá para impartir clases».

No se puede jugar con los esfuerzos de la gente e incluso con su futuro. Habría que abrirles algunos «expedientes» a quienes extravían, olvidan o aletargan documentos tan imprescindibles, que nadie regaló a esos colaboradores.

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