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Un giro hacia el maltrato

Yunior Hernández (Abravanel 71, Reparto El Roble, Guanabacoa) cuenta que el lunes 3 de enero su mamá recibió dos giros, uno por 300 pesos y otro por 500. Para aligerarle la carga, él decidió cobrarlos en el correo  de División entre Cadena y Máximo Gómez, en ese municipio capitalino.

Llenó el modelo de giro con los datos de él y la madre, según orienta el comprobante recibido. Y ya en el correo, la cajera le dijo que para cobrar debía llevar el carné de identidad de su mamá, algo que el cartero no le explicó, y no se dice en el modelo a llenar para delegar el cobro. Volvió con el carné de la madre, y otra cajera le informó que ya el dinero se había acabado. (¿…?).

El miércoles 5 de enero retornó: No había dinero. Le dijeron que Trasval no lo había llevado. El jueves 6 volvió… e ídem. Yunior pidió hablar con un responsable. La jefa de turno, precisa, fue incapaz de darme una respuesta, y me dijo que al siguiente día, después de las 11:00 a.m., Trasval depositaría el dinero.

El viernes 7, a las 11:30 a.m., Yunior volvió, y lo mismo: «No hay dinero… los compañeros de Trasval, bla, bla, bla…». La jefa de turno de ese día recitó lo mismo, solo que con un poco más de educación. El joven exigió ver a la de Atención a la Población, quien reflejó su queja en un papel de un bloc, sin formato oficial alguno, y a lápiz. Yunior llamó al teléfono de Atención a la Población de Correos de Cuba (no especifica a qué instancia): «Tengo que decir que recibí un trato formidable», señala. Ya en la tarde esa persona le informó que había llegado el dinero al correo.

«Fui, y una vez más el garrotazo que me despertaba del dulce sueño. Créame que me sentí impotente, ultrajado y timado. No sabía que hacer ante la afrenta». Y por casualidad vio al delegado de su circunscripción, «un hombre entregado completamente a su cargo». Al siguiente día, el delegado lo acompañó al correo.

Ya a las 8:00 a.m. estaban pagando giros. Delante de Yunior, un señor cobró cerca de 1 100 pesos. Y cuando le tocaba a él, solo quedaban 341 pesos en la caja. El muchacho preguntó a la cajera que si el dinero se había depositado en la mañana, y ella dijo que no: Era del día anterior. «Esta vez mi delegado y yo emprendimos la batalla juntos, dice, pues él fue testigo de los mecanismos macabros de dicha unidad. Ambos comprobamos que el día anterior violaron de nuevo mi derecho, alegando que no había dinero…».

A la siguiente semana, Yunior debía incorporarse a sus estudios, y fue su mamá quien libró el combate final. Después de muchos malos ratos, logró cobrar el dinero.

«No comprendo que una entidad juegue con los derechos de un ciudadano. No concibo cómo en pleno proceso de cambios, cuando se habla de idoneidad, se brinden servicios tan pésimos. ¿Hemos olvidado que estamos construyendo un sistema social cuyo centro es el ciudadano?».

Por si las moscas…

Desde el apartamento 4 del edificio 30, en La Portada, municipio capitalino de Cotorro, escribe Yrma Delgado, y cuenta que el pasado 3 de febrero fue al Banco de Cuatro Caminos a cobrar su chequera. De forma muy amable, la cajera le dijo que no podía pagarle si no cambiaba su carné de identidad del formato de libro anterior, por el actual. Y le aclaró que era una orientación «de arriba».

Al siguiente día, Yrma fue a fotografiarse al Cotorro por 20 pesos, compró un sello de cinco pesos, y gastó además en el transporte particular desde su casa al Cotorro, que está difícil y con aumentos en los precios del pasaje. Después debía recoger las fotos para ir a las oficinas del Carné de Identidad a hacer el trámite, lo cual le ocasionará más gastos.

Pero el mismo viernes, leyó en un periódico que se mantienen vigentes todos los formatos de carné de identidad para los servicios a la ciudadanía. Aun así, va a ir a cobrar su chequera con el carné cambiado, por si la cajera le dijera: No le puedo pagar, salió en el periódico, pero aquí no ha llegado la orientación que diga que la anterior orientación está derogada. Lo siento, yo cumplo órdenes.

«¿Hasta cuándo los burócratas estarán inventando cosas para fastidiarnos la vida?», pregunta la señora.

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