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Pan de vez en cuando

El pan nuestro de cada día siempre ha sido inviolable y sagrado en este país, pero hay historias que comienzan a dar qué pensar.

Rodolfo Hernández escribe desde la Cooperativa de Producción Agropecuaria Mártires de Santo Domingo, en Filipinas, municipio villaclareño de Manacas. Y lo hace porque en esa comunidad rural se están experimentando raras ausencias. Rodolfo refiere que, desde el pasado mes de enero, y en el de febrero, quien transportaba el pan diariamente a esa comunidad, comenzó a hacerlo algunos días. El martes y jueves ya no aparecía, y el del domingo se distribuía el sábado.

Todo se agravó el 3 de marzo pasado, cuando llegó una carreta a la comunidad y trajo el pan de cinco días, como si las personas no lo necesitaran a diario para desayunar y comenzar el día.

El 16 de marzo volvió a llegar el pan moroso de seis días anteriores. El 23 de marzo, el de otros seis días, y el 30 de marzo, lo mismo.

Ese añejamiento del pan se registra en Filipinas y también en la zona de Jiquiabo, que abarcan unos 550 consumidores. Alguien pensará que esa cantidad de personas no son nada y no es para tanto, pero se trata de seres humanos como cualesquiera, y merecen el tibio desayuno para enfrentar los retos laborales y estudiantiles de cada día. Y los niños de allí son como los de cualquier punto de este país.

Refiere Rodolfo que la panadería está ubicada en la comunidad El Espinal, pero ahora no pueden llegar excusas ni justificaciones, porque hasta en un carretón halado por caballos puede llegar el alimento universal.

Rodolfo concluye excusándose por presuntos errores ortográficos que no tiene. Peores son otras faltas imperdonables, de quienes no son capaces de garantizar el pan nuestro de cada día a tantas humildes familias. ¿Les faltará la levadura de la sensibilidad y el respeto?

¿Diabetes a la espirituana?

Luis Mones (Padre Las Casas No. 7, entre Céspedes e Independencia, Sancti Spíritus) promueve con su inquietud una pregunta: ¿se recibe en todas las provincias la misma dieta por diabetes mellitus?

Refiere el lector que en enero pasado le diagnosticaron diabetes en el hospital provincial de esa ciudad, y le dieron el documento para la autorización de la dieta médica que le corresponde, para legalizarla en la Oficoda.

La dieta para diabéticos, asegura, consiste en leche, carne de res y pollo. Y cuando la presentó en la unidad comercial, el carnicero le manifestó que la carne de res la recibiría al mes siguiente, pero que se olvidara del pollo, pues a ellos no les sitúan ese alimento para diabéticos.

Luis fue a la Dirección Provincial de Comercio, y en el departamento de Atención a la Población le respondieron que en otras provincias sí tenían asignación de pollo para las dietas médicas, pero en Sancti Spíritus no. Luis preguntó cómo era posible y le contestaron que no tenían respuesta para eso.

¿Qué puede esclarecer el Ministerio de Comercio Interior?

Las otras curas…

Mercedes de León (Calle 11-A, No.1209, Pedro Betancourt, Matanzas) escribe para agradecerle al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, de la capital, en nombre de los pacientes de esa localidad que se tratan allí el parásito fasciola hepática.

Ella quiere destacar la sabiduría, la voluntad y el humanismo con que médicos, enfermeros, laboratoristas y paramédicos hacen su trabajo, encabezados por el doctor Jorge Pérez Ávila y su Consejo de Dirección.

«No solo curan los medicamentos —sentencia—; curan también el buen trato, una alentadora sonrisa, la higiene correcta y los deseos de investigar».

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