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Por otro modelito

El pasado 5 de abril reseñé aquí la denuncia del habanero Jorge Santana Pérez, un diabético insulinodependiente que no podía renovar su dieta de leche descremada y pollo, sencillamente porque no aparecía el «modelo oficial» para ello. «No lo hay», le dijo la doctora del consultorio médico. «No lo hay», le dijeron en el policlínico Jorge Ruiz Ramírez. Y Jorge recordaba que el pasado año, cuando fue a renovar su dieta, sucedió lo mismo…

Al respecto, responde la doctora Nelly Fernández Maffú, vicedirectora provincial de Salud, que, de acuerdo con lo investigado, el paciente solicitó la renovación de la dieta en el consultorio médico el sábado 2 de abril. Y al no existir allí el modelo, acudió el lunes 4 al policlínico, infructuosamente. Entonces, escribió a esta columna.

La investigación demostró, señala, que los modelos de dieta fueron recogidos por el administrador del policlínico el lunes 4 de abril, y entregados al consultorio ese mismo día por la tarde. La notificación de dieta de Jorge se confeccionó el martes 5, y el miércoles 6, al cumplirse las 72 horas, ya estaba lista para ser entregada en el consultorio.

Manifiesta la vicedirectora que, «a pesar de haber entregado la dieta en el consultorio en el término de 72 horas posteriores a la solicitud, se comprobó que el modelo en cuestión no existía en el consultorio, ni tampoco en el policlínico, en los días en que el paciente acudió a esas instituciones, a pesar de que estaba en existencia en el almacén del municipio y servido para el policlínico, desde el día 30 de marzo».

Apunta la doctora Fernández que, «teniendo en cuenta las deficiencias encontradas, se decidió la democión definitiva, a un cargo de inferior categoría y condiciones laborales diferentes, del administrador del policlínico, por incumplir con la indicación de recoger los modelos en almacén; y amonestar a otros tres cuadros del municipio».

Agradezco la respuesta, y en nombre de tantos pacientes con dietas médicas en la capital, hago votos por que algo tan sencillo como garantizar un modelito impreso a tiempo, no vuelva a aparecer aquí con caracteres agónicos, como ya varias veces ha sucedido. Los papeles no pueden estar por encima de la salud de las personas, sino en función de ella.

Se sienten engañados

Farach Fernández Terry (Calle 4 Sur, No. 851, entre Ahogados y Cuartel, Guantánamo) no comprende por qué a ella y otros estudiantes les prometieron lo que no cumplieron después.

Refiere que en 2003, cuando comenzaron los estudios de Licenciatura en Tecnología de la Salud, ella matriculó en dicha carrera, para graduarse en la especialidad de Laboratorio Clínico. Y en el segundo año de la especialidad, los llamaron a pasar un concentrado en la provincia de Villa Clara, para prepararse y salir a cumplir misión en la hermana Venezuela. Transcurridos tres meses retornaron a sus provincias y continuaron estudiando.

En cuarto año los citaron, para partir a cumplir la misión en los centros de diagnóstico integrales como parte de la Misión Barrio Adentro, en Venezuela. En todas las reuniones, antes de partir, plantearon su preocupación acerca de la continuidad de estudios, y les respondían siempre que no debían preocuparse, pues seguirían sus clases y se graduarían, ya fuera en Venezuela o acá en Cuba.

Cuando llegaron a Venezuela, siguieron recibiendo sus asignaturas y realizaron eventos científicos. «Nunca se nos dijo que eso sería en vano, señala, se nos decía que una vez que regresáramos solo tendríamos que hacer examen estatal, y estaríamos graduados».

Poco a poco, fueron retornando a Cuba. Y cuál no sería su sorpresa cuando les informaron que ya no podían terminar la carrera, porque había un plan de estudios nuevo, y el de ellos ya había caducado. Considera que si hay asignaturas nuevas, pueden realizarse ajustes, pues en otras provincias, sus mismos compañeros están terminando los estudios.

«No es justo que si iniciamos esta carrera, y en su momento no la culminamos no por razones propias, sino porque se necesitó de nuestros servicios en un país hermano, ahora no tengamos derecho a concluirla. Y mucho menos cuando solo nos faltaba un año para terminarla», concluye Farach.

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