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¿Merma de qué?

De margen razonable en el ámbito comercial, la merma ha pasado a ser en muchos sitios un misterio insondable, una entelequia incontrolable, para perjuicio de los consumidores.

Solo hay que seguir la saga de la señora Blanca Nieves Abdala, quien vive en Longino Benítez 128, entre Frank País y Silvestre Alonso, en la ciudad de Sancti Spíritus. Con sus frustraciones para acceder al pollo normado —un derecho de los cubanos— ella lleva ya con este tres capítulos en la columna, y aún sin un desenlace posible.

El 19 de octubre de 2008, Blanca Nieves denunciaba aquí que a la casilla donde compra, en Rafael Río Entero y Céspedes, cuando llegaba el pollo racionado, se acababa antes de las 72 horas establecidas. Y siempre le decían que se lo «pagarían». Pues a ella le debían dos cuotas, y a otros consumidores…¡hasta seis!

El 20 de diciembre de ese propio año, respondía al respecto Calixto González, director del Grupo empresarial de Comercio en la provincia, quien reconocía el problema de «atrasos en el pago del faltante de pollo por merma».

Y explicaba que en 2008 «por diferentes causas, entre ellas la merma solicitada a partir de las justificaciones de dependientes, y la falta de organización y control de todas las estructuras de dirección, desde el Grupo Empresarial hasta las zonas comerciales, así como diferentes y prolongados estudios en busca de las posibles causas, trajeron consigo la injustificada demora en la solicitud de la supuesta merma por encima de los parámetros establecidos en el país».

Aducía que «por morosidad, falta de combatividad e indolencia de las direcciones administrativas, se aplicaron medidas disciplinarias a los principales responsables, desde el Grupo Empresarial hasta el dependiente, con mayor incidencia en el municipio cabecera, donde fueron sancionados o trasladados de puesto de trabajo más de ocho compañeros».

Y aseguraba el Director que se habían tomado medidas para que negligencias como esas no se repitieran.

Pues, el 30 de abril pasado, dos años y cuatro meses después, Blanca Nieves volvió a escribir para denunciar que lo de «la merma» no sigue igual, sino peor. Ya casi iba a hacer un año que le debían pollo por la dichosa «merma».

Refiere que es vergonzoso cómo corren los consumidores cuando llega el pollo normado. Por que «la merma» es el tema en las colas, al punto de que hay consumidores a quienes les deben hasta ocho cuotas.

«Cuando en junio de 2010 no alcancé el pollo, llamé al Grupo Empresarial, y quien me atendió me dijo que, efectivamente, ellos sabían que “la merma” seguía, y se estaba estudiando para ver cómo se solucionaba. Yo me pregunto: ¿todavía están estudiando? ¡Qué curso tan largo! ¿Cuándo es la graduación? Mientras ellos estudian, el pueblo es quien sufre».

Lamentablemente, hay respuestas al paso que a la larga se viran contra sus propios autores, como en este caso. Es evidente que las medidas tomadas no han evitado que la negligencia se erradique, ni siquiera se atenúe. Es peor hoy. Ni porque sancionaron a quienes sancionaron. Evidentemente el mal no se ha atajado de raíz.

Solo me queda reproducir, por su vigencia, la reflexión con que cerré el segundo capítulo de esta saga el 20 de diciembre de 2008:

«El asunto de las mermas, que tanto afecta a los consumidores, trasciende el territorio espirituano y se ha convertido en un pretexto nacional. Hasta que no se descifre ese enigma de raíz, no podrá resolverse con votos de confianza y declaraciones de fe y de compromisos, lo que a todas luces es una incongruencia económica, al parecer alimentada por intereses.

«¿Por qué siempre el faltante, si se subvenciona para todos ese pollo barato? ¿Dónde se produce el faltante? ¿Dónde está la sangría? ¿Quién o quienes declaran el faltante? Primero hay que identificar el problema, en todas sus conexiones e interrelaciones, para poder enfrentarlo de raíz. Está en juego la alimentación de nuestra gente. Hay ya bastantes “mermas” y “faltantes” en la confianza de nuestros consumidores».

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