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Como el cuento de la boda del tío Perico

Leticia Cintado (Calle 22 No. 2124-B, entre 21 y 23, Pedro Betancourt, Matanzas) es la madre de una joven doctora que se encuentra cumpliendo misión en Venezuela desde el 8 de enero del presente año. Y su hija le dejó la autorización para usar la tarjeta magnética con que les facilitan a los colaboradores comprar en las tiendas recaudadoras de divisas.

Después de una larga espera, la tarjeta de marras se recibió el pasado 23 de junio nada menos que en la sucursal 3721 de BANDEC en Limonar, cuando debía haber llegado a la sucursal 3701 de BANDEC en Pedro Betancourt. Un imperdonable error de alguien, el cambio numérico del 0 por el 2, obligó a Leticia a trasladarse a la otra localidad matancera a recoger la tarjeta el 30 de junio.

Como si fuera poco el yerro, no le entregaron la tarjeta, pues contenía un segundo error: se equivocaron en el número de carné de identidad. Mezclaron el de Leticia con el de su hija. Según le explicaron allí a Leticia, la colaboradora debía hacer una reclamación desde Venezuela, y enviarle una planilla con los datos y firmada por ella.

La madre lo comunicó por correo, y la hija respondió que había revisado en el área económica de su brigada y su nombre no aparecía en la relación de tarjetas con problemas. La muchacha había dado los datos bien, y prueba de ello es la tarjeta de ayuda familiar que le habían entregado sin problemas a Leticia.

Una sobrina que estudia en La Habana le llevó los datos a Colaboración Nacional del MINSAP, que radica en la CUJAE. Allí le recogieron la reclamación y le informaron que la rectificación se haría en un plazo de 15 días. Transcurrido ese lapso, Leticia podía dirigirse al Banco para recogerla. Y si se presentaba alguna dificultad, que fuera a Colaboración de su provincia.

La madre esperó más del tiempo indicado y llamó al BANDEC de Limonar. Le comunicaron que su tarjeta continuaba ahí, pero no había recibido la rectificación. Que siguiera reclamando. Leticia averiguó en el BANDEC de Pedro Betancourt y tampoco habían recibido nada. Entonces se comunicó con la compañera Isaura, que atiende a los colaboradores en Salud Provincial de Matanzas, quien le respondió que ella no tenía que ver con eso, y la remitió al Banco en Matanzas, a ver a Margarita, quien le dijo que no tenía nada que ver con su caso. Y la remitió a Mercedes Izquierdo, de la Dirección Provincial de BANDEC.

Mercedes la atendió y le dijo que no conocía ese caso. Leticia se extrañó, pues en Limonar le habían dicho que lo habían informado. Mercedes recogió los datos y a los dos días, cuando Leticia se comunicó con ella de nuevo, le dio la misma respuesta. La llevó a cero: debía hacer la reclamación en Venezuela, pues en el país solo se habían rectificado dos casos.

«En fin —señala Leticia—, nadie me ha orientado y pienso que no sea tan difícil escribir mi número de carné bien. Esta respuesta me dejó con las alas rotas, porque tengo la impresión de que nadie ha investigado bien.

«Yo había decidido no seguir investigando, pero mi hija me explicó que debía hacerlo, porque su tarjeta debe tener el mismo error, y cuando venga de vacaciones no podrá tener acceso a ella. De esta manera podrían rectificarse las dos. También me recomendó que no me preocupara por el “peloteo”...

«Pienso que mi hija fue a cumplir con una honrosa tarea, y es necesario que esas personas encargadas de atender a los colaboradores hagan su labor con abnegación. Por estos motivos me dirijo a ustedes para saber quién debe atender mi caso y darme la respuesta correcta, o la tarjeta sin tantos rodeos y pérdidas de tiempo. Pero también porque sigo creyendo en las personas. A pesar de todo».

¿Quién es el responsable de tan soberana falta de respeto? ¿Cómo pueden acumularse tantos errores, imprecisiones, «peloteos» e irresponsabilidades en torno al esfuerzo del colaborador cubano, lejos de su tierra?

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