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El impacto que no se previó

EL pasado 12 de junio carenó aquí la queja de Milagros Abreu, en representación de los vecinos de Avenida 81, entre 240 y Autopista, en San Agustín, municipio capitalino de La Lisa, que residen a solo unos metros de un grupo electrógeno activo, con 16 motores.

Señalaba Milagros que ese generador, conectado diariamente a la red nacional desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche, desencadena hace tres años ruido, contaminantes ambientales y vibraciones insoportables para los vecinos. Los propios afectados, connotaba, han hecho múltiples gestiones con el Gobierno municipal, Salud Pública e Higiene y Epidemiología. De esta última entidad, fueron a realizar mediciones de ruido, pero aún no se veía solución cuando escribiera Milagros.

Ella señalaba también que, a pesar de que les prometieron levantar una pared antirruido, su construcción demoraba un año y aún no se había concluido. Y también revelaba que en el Gobierno municipal se propuso la parada del grupo electrógeno hasta que se encontrara respuesta. Pero no se había logrado detenerlo, pues esa solución estaba al nivel del Ministerio de la Industria Básica (MINBAS).

Al respecto, responde Mario Gutiérrez Ronquillo, director general de GEDICH (Empresa de Generación y Distribución de Ciudad de La Habana), perteneciente a la Unión Eléctrica del MINBAS. Y comienza precisando que esa central eléctrica, inaugurada en diciembre de 2008, fue diseñada como parte del Programa de la Revolución Energética para eliminar el déficit de generación en el país.

Afirma que posteriormente a su puesta en marcha, fueron generándose quejas de los vecinos, que han sido atendidas por la dirección de la central, GEDICH, autoridades municipales y provinciales y la dirección del CITMA en la capital.

A inicios de 2009 se realizaron los estudios para evaluar las afectaciones medioambientales, y se comenzaron los proyectos para mitigarlas en el menor tiempo posible. Se definieron los presupuestos y la empresa ejecutora, y se aprobó la inversión para los años 2010-2011.

Desde entonces, asegura, se tomaron medidas para paliar la situación hasta tanto concluyan los trabajos. Entre ellas, mantener todo el tiempo cerradas las puertas de los motores y garantizar un volumen mínimo de las alarmas. Se ha visitado a Milagros y a otros vecinos en varias ocasiones, se chequean los trabajos regularmente, y se ha mantenido la información a la comunidad sobre el proceso inversionista y las medidas de apoyo.

El Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (INHEM) concluyó recientemente los estudios de ruido en los alrededores y en los interiores de las viviendas afectadas, sin estar aún culminada la pantalla antirruido. Y los mismos arrojaron que la inmensa mayoría de las mediciones efectuadas cumplían con los parámetros establecidos en la Norma 26 de 2007.

En julio de 2011 terminaron los estudios de niveles de ruido, esta vez con el muro totalmente concluido, para evaluar el impacto de esta inversión, y continuar tomando medidas técnicas, de ser necesarias, hasta resolver definitivamente las quejas de la población.

Las inversiones, valoradas en 1 052 000 pesos, deben concluir en diciembre de 2011. De ellas, ya se han terminado el muro antirruido y los sistemas de drenaje pluviales. Los sistemas para los drenajes oleaginosos se encuentran a un 80 por ciento de ejecución; y la construcción y montaje de cuatro chimeneas de 37 metros, están a un 25 por ciento.

Agradezco la respuesta, y todo lo que se está haciendo. Pero tanto el valor de la inversión a estas alturas, como la complejidad de los trabajos, refuerzan la idea de que la decisión de situar esa central generadora allí no fue profundamente analizada y fundamentada en los inicios. Al final, los vecinos, quienes son los que conviven con los ruidos, son los mejores «estudiosos», con sus sensaciones y estados de opinión.

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