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Humo asesino

Desde Calle 1ra. No. 9, entre 4ta. y 5ta., en el reparto Antonio Guiteras de la ciudad de Bayamo (Granma), Carlos López Guerra revela su sueño de que en muchos lugares los cubanos podamos respirar un aire puro, y no la nicotina impuesta impunemente por los fumadores.

Carlos, quien es psicólogo deportivo, se adelanta así a la celebración del Día Mundial contra el Tabaquismo, el próximo 31 de mayo. Se disculpa con todas las personas a las cuales convirtió en fumadores pasivos, cuando tenía el impenitente vicio de un cigarrillo tras otro en su adolescencia.

«Hoy puedo confesar —señala— que el cigarro nunca me gustó. Fumaba para aparentar hombría y adultez; así pensaban también parte de mis amigos. Afortunadamente, descubrí a tiempo que ser un hombre era otra cosa, que cada etapa tiene su encanto, que no hay que aparentar lo que no se es. Descubrí además que el cigarro me provocaba faringitis, molestia en los ojos y deseos de estornudar; en fin, me generaba alergia. Hoy siento además, agradecimiento por las personas que me censuraron por fumar cerca de ellos».

Por estos días, Carlos felicitó a un amigo que venció la garra del cigarro. Fue el embarazo de la esposa de este lo que le hizo desistir de la dependencia nicotínica. «Has salvado al menos a tres personas», le dijo al converso. Pero la mayor satisfacción la produjo otro amigo que, de vacaciones en Cuba —en medio de su misión profesional en Venezuela— le confesó que allí había dejado el vicio, y se sentía un hombre más libre. Un gran peso se quitó de encima el remitente, porque siendo adolescentes ambos, Carlos lo había iniciado febrilmente en el «placer genial, sensual» al que cantara la gran Sara Montiel.

«Aprovechando la cercanía del 31 de mayo —manifiesta—, les pido a todos los fumadores que comiencen a cuidar más de su salud y la de sus personas queridas (hijos, padres, pareja y amigos); a ser lo suficientemente justos como para no fumar en parques infantiles, instalaciones deportivas, hospitales, escuelas, ómnibus y otros lugares públicos, donde la mayoría no fuma.

«Respiremos un aire más saludable, seamos cada vez más adultos y menos adictos al tabaco. No dejemos que nuestra libertad se vea limitada por este tóxico. No nos engañemos. Fumar es una adicción y se paga con la vida del fumador, pero también con la de sus personas cercanas», concluye Carlos.

Kafkianos laberintos de otro enredo burocrático

Pueden matarte del infarto, o cuando menos anularte las energías. Tienen un largo historial y más de siete vidas los mecanismos burocráticos —tan pegados a nuestros hábitos cotidianos— y esas enrevesadas normativas institucionales y públicas. Son como una lapa inamovible. Al menos, Osvaldo Rodríguez decidió desquitarse de sus kafkianos laberintos, narrando una calamitosa historia, desde su domicilio en Calle 11 No. 24, entre E y F, en Pedro Ballester, en el municipio avileño de Primero de Enero.

El 12 de marzo pasado un cable del tendido eléctrico se partió, ocasionando un cortocircuito a la línea que alimenta la vivienda de Pedro. Como resultado, se averiaron una vieja radiograbadora Sanyo y un televisor ATEC Panda. De inmediato, se personó en la vivienda un inspector de la Empresa Eléctrica, reportando los daños ocurridos. Dos días después fue la funcionaria que atiende las quejas en la entidad y solicitó los documentos de los equipos dañados. Le orientó a Osvaldo que debía trasladar el televisor por sí mismo al taller de Copextel en la cabecera municipal, a 14 kilómetros.

En cuanto a la radiograbadora, ya estaba muy deteriorada por los años, y tampoco Osvaldo tenía la propiedad de la misma. La solución fue arreglarla con un trabajador por cuenta propia.

Al siguiente día, Osvaldo fue al taller de Copextel en la cabecera. El arreglo del televisor, que apenas llevó 20 minutos, corrió a cargo de técnicos muy profesionales y con ética, según el propio Osvaldo, al punto de que supieron explicarle, además, el daño ocasionado.

La sorpresa fue cuando le comunicaron que el televisor ya reparado no podía llevárselo hasta que la Empresa Eléctrica no le pagara a Copextel. Y solo fue el comienzo: se han hecho llamadas a la Empresa Eléctrica en la provincia y el municipio, «pero todo —consigna— es un peloteo. No entenderé jamás que un equipo arreglado en 20 minutos no sea entregado de inmediato a su propietario».

¿Hasta cuándo el cliente pagará los platos rotos de tanta ineficacia?

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