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Entre karaokes y pantallas

El reconocido cantante y compositor matancero Alfonso Llorens me ha hecho llegar sus criterios sobre lo que él considera una escasa animación musical de las noches en la llamada Atenas de Cuba, y la pobre utilización de los espacios o escenarios para ello.

Llorens contrasta la belleza y el encanto de Matanzas, una ciudad de gran tradición cultural, con la falta de espacios caracterizados en las noches, para un movimiento artístico musical profesional en todos los géneros y estilos, que pide a gritos trabajar y llevar su arte a la población.

El intérprete insiste en que viene alertando constantemente acerca de la importancia de abrir en Matanzas propuestas artísticas y recreativas, donde sus más importantes creadores puedan actuar y proponer su trabajo.

Menciona como antecedente que en el 2011 la Empresa de Gastronomía Especializada mantuvo una programación muy variada, y la actividad musical en la ciudad tenía opciones para todos los gustos y edades.

«Nuestros artistas tenían sus sitios —subraya—, al menos los que se ganaban el espacio por su derecho, al gustar. Lo cierto es que el que no gustaba no tenía espacio, y el que el público aceptaba, ese siempre tenía su trabajo, cosa muy normal en el mundo de la oferta y la demanda. Y existía la competencia para poder mantener esas plazas. Así, la mayoría de esos lugares llegaron a tener su público, y nuestros artistas se sentían estimulados».

Pero, según Llorens, ya eso de buenas a primeras no existe. «Algunos manifiestan el tema presupuesto. Otros que pretenden no trabajar ni exigir, y simplemente llenan esos lugares con pantallas gigantes y karaokes deformantes del buen gusto. Unos contratan a los ya famosos reguetoneros, otros se dedican sencillamente a poner lo más barato y lo que menos gusta».

Ejemplifica con la Terraza del restaurante Bahía, plaza excelente para espectáculos variados de música en vivo. «Allí ya casi no hay ni mesas; solo una pantallita con karaoke y de vez en cuando un solista o un humorista. Da realmente pena y vergüenza ir allí».

Y menciona el hermoso y elevado sitio de Montserrate: «No se han dado cuenta de lo maravilloso de ese espacio. Cuántas condiciones reúne para ambientarlo, y mantener ofertas artísticas y recreativas todo el año. Pues tampoco se explota». Tal subutilización alcanza incluso al privilegiado sitio de las Cuevas de Bellamar, adonde el público asiste en familia, sobre todo los fines de semana.

Otro caso es el de La Sirenita, «un lugar que había ganado tanto público por el esfuerzo de su dirección, y ahora prácticamente no recibe presupuesto para mantener una programación de calidad y de música en vivo. Allí solo van ahora los famosos karaokes de pantallas gigantes y algunos aficionados, y su dirección está deseosa de llevar a los artistas que allí hemos ganado un espacio, porque incluso el publico se lo exige».

En cuanto a La Tiziana, añade Llorens que allí los más importantes artistas de la provincia prácticamente no encuentran espacio. «Solo van los llamados artistas nacionales. Los sábados, espectáculos que dejan mucho que decir, y la famosa pantalla gigante que se lleva al mes un gran presupuesto del lugar».

El cabaret Pescadito, según Llorens, sí presenta excelentes y variadas opciones, tanto de la provincia como nacionales; pero con poca asistencia, por los elevados precios de entrada, sin nada incluido para consumir.

Agrega Llorens que en la ciudad de Matanzas no existen sitios para la música campesina, boleristas y cancioneros —que los hay muy buenos— e, increíble, ni para la música folclórica, como la rumba, que también es de lujo en ese territorio.

Según el intérprete, urge que las autoridades de la provincia, la Uneac, la Dirección de Cultura y Gastronomía, se confabulen, junto al talento artístico local, para promover novedosas estrategias para la vida espiritual, cultural y recreativa de Matanzas. «Dejemos de ser ya la ciudad dormida. No sigamos escudándonos en el tema de los presupuestos, porque de alguna manera estos se están gastando en pantallas y karaokes y no en el verdadero arte que merece el pueblo. Acabemos con el facilismo», sentencia.

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