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El misterio de un teléfono otorgado

De vez en cuando aparecen en esta columna viejos reclamos, como piezas «arqueológicas» de historias truncas, como consecuencia del olvido o el desentendimiento. Como si el tiempo y la distancia pudieran borrar los acuerdos tomados por las instituciones para con los ciudadanos.

Damaris Pompa Espinosa (Panchito Gómez No. 455, apto. 4, entre General Suárez y Pedro Pérez, Cerro, La Habana) cuenta que a fines de 2004, la dirección de su centro laboral, teniendo en cuenta la responsabilidad que ella desempeña, le solicitó al Consejo de la Administración Municipal (CAM) del Cerro la posibilidad de que se le instalara el servicio telefónico en su domicilio.

Dicha solicitud, asegura, fue atendida y aprobada el 7 de marzo de 2005 por el entonces vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial (CAP) Eduardo León Fernández, con indicaciones de instalar el servicio por parte de la unidad Príncipe, de Etecsa. Eso lo corroboró el esposo de Damaris: en las computadoras del Departamento Comercial de esta última entidad, aparecía como pendiente de instalar.

A partir de entonces, Damaris y su compañero visitaban cada viernes la unidad Príncipe para conocer la marcha del asunto. «Solo recibíamos respuestas mecánicas, como que no hay habilitaciones, y que había que esperar».

Así, transcurrieron dos años, hasta que un día Elisa, la jefa de brigada, les comunicó que no se había procedido a la instalación porque faltaba el número de carné de identidad de Damaris. Llevaron ese dato y entonces les dijeron que tenían que dirigirse al CAM del Cerro, para que allí prepararan una carta que, de manera oficial, incluyera esa información, o iniciar un nuevo proceso de solicitud.

Después de numerosas visitas y reclamaciones a la unidad de Príncipe, le plantean a Damaris que reinicie el proceso. Posteriormente, Elisa le informa que hay una comunicación con una respuesta, la cual no podía enseñársela sin la autorización superior: algo así como un documento clasificado.

Damaris le riposta que ella es la interesada, y pregunta cuál es la razón para no poder mostrársela, temerosa de que el tiempo transcurriera y perdiera su derecho a establecer alguna reclamación.

La reclamante se presentó en la sede central de Etecsa y allí procedieron a revisar. Tras mucho buscar, pues no aparecía en la base de datos, encontraron una comunicación que contenía la mencionada respuesta «secreta» que no pudieron darle en Príncipe: dos años después de haber sido emitida, la carta de respuesta de Etecsa no había llegado jamás al subdirector de la entidad donde labora Damaris.

En la carta, la entonces Directora Comercial y de Mercadotecnia de Etecsa manifestaba al Subdirector del centro laboral de Damaris que, efectivamente, el nombre de esta aparecía en el listado de 7 de marzo de 2005, aprobado por el vicepresidente del CAP. Y agrega que se fueron presentando los beneficiados con el otorgamiento para suscribir el contrato; pero ratificó que en el caso de Damaris, faltó el número de carné de identidad, por lo cual fue imposible la firma.

La carta señalaba que a partir de la reclamación, el Centro Príncipe solicitó de nuevo al CAM del Cerro, para enviarlos urgentemente a Etecsa, la rectificación de los datos de la reclamante, con vistas a proceder a la firma del contrato y la instalación del servicio.

Señalaba entonces la Directora Comercial y de Mercadotecnia que habían esperado un tiempo prudencial, pero el Centro de Negocios Príncipe aún no había recibido los datos de Damaris. Y sugería a la administración del centro que reclamara al CAP, pues en cuanto Etecsa recibiera los datos procedería a la instalación del servicio.

Pero, lo cierto es que nunca el Subdirector del centro donde labora Damaris recibió esa carta, ni tampoco la reclamante fue citada por Etecsa para firmar el supuesto contrato. Damaris se pregunta adónde fue a parar su teléfono, aprobado por el CAP.

Y como si fuera poco, el 11 de octubre de 2011, la administración del centro de Damaris hizo una reclamación a la Presidencia de Etecsa, con copia al CAM del Cerro. «Todavía no se han dignado dar una respuesta», concluye la remitente.

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