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Un resquicio para Telesforo

Telesforo Torres Guzmán es un hombre de 70 años, combatiente de Girón y de la Lucha contra bandidos en los años 60. Y vive con su mamá de 99 años, que está encamada, en calle Cuba No. 4 entre Céspedes y Arlet, Rodas, Cienfuegos.

Como buen cubano, dice «tengo mi televisor, refrigerador y todas las bondades de la Revolución Energética, gracias a la Revolución que, además, gentilmente, nos brinda la posibilidad de recibir almuerzo y comida en el comedor popular del pueblo».

Él y su madre viven en tres pequeñas habitaciones en muy mal estado, y sin baño, que son usufructo gratuito. El agua potable Telesforo la acarrea de una manguera situada en el patio.

A raíz de que se aprobaran los subsidios estatales para familias necesitadas que requirieran arreglar sus viviendas, Telesforo vio la luz. Fue a la Dirección Municipal de Vivienda (DMV), y allí le comunicaron que no tenía derecho a acogerse al subsidio estatal, pues su morada es un usufructo gratuito. Pero le sugirieron que, para acceder al subsidio podría pasar al régimen de arrendatario, pagando sus mensualidades por la vivienda.

Pero —y ahí se traba la felicidad de Telesforo— le comunicaron también en la DMV que para ello antes debía solucionar los problemas constructivos de su casa. Un verdadero círculo vicioso, como el de quién fue primero, la gallina o el huevo. Sin solución.

Desalentado, Telesforo recobra fuerzas y se persona en el Gobierno municipal. Allí plantea que solo necesita una pequeña ayuda: dos puertas, tres ventanas y una taza de baño que él no puede adquirir con sus humildes ingresos. Y la respuesta fue la misma: sin solución.

No es fortuito que, aun cuando comprenda las dificultades económicas y la falta de recursos, Telesforo invoque el carácter humanitario de la Revolución. Eso fue lo que aprendió y palpó todos estos años.

Las medidas y disposiciones, son para cumplirlas, pero deben aplicarse con mirada muy sensible y particular. Y las medidas son también para revisarlas constantemente, al influjo de los evidentes SOS de la realidad.

Se supone que, por disfrutar un usufructo gratuito, Telesforo deba esperar a que el Estado lo incluya en el plan de reparaciones. Él, sin embargo, quiere arreglar su humilde morada por sí mismo, pero los usufructos gratuitos no están comprendidos en el subsidio.

Y para alcanzar la condición de arrendatario, con vistas a disfrutar el subsidio, deberá arreglar su vivienda con los recursos que no posee. Atado de pies y manos. ¿Puede la interpretación de lo legislado conducirnos a una solución para un caso como este? De no resultar así, ¿no sería lógico analizar una posible modificación a lo establecido ?

Lo que Andrés no ha extraviado

Fernando Rondón Arévalo (Edificio 2, apto. A-9, reparto Santos, Las Tunas) fue a fines de agosto pasado a la farmacia 698-Leningrado, de esa ciudad, a comprar las tabletas de terazosina que requiere para su salud. Y no las había.

Andrés, el empleado que despachaba ese día, no se ciñó al «no» que tanto conocemos, ese donde se extravían y parapetan muchos. Alentó al enfermo, asegurándole con suma amabilidad y preocupación que haría lo posible por resolver la situación.

Dos días después, Andrés contactó a Fernando para comunicarle que ya había localizado el medicamento, que volvería a llamar cuando estuviera este en la farmacia. Tres días después volvió a buscarlo para decirle que ya podía pasar a adquirir la terazosina.

Alguien dirá que es lo elemental, el deber del empleado; pero Fernando insiste en que publique su pequeña historia, porque «son actitudes que hay que aplaudir».

Y enfatiza que Andrés debía ser el paradigma de un trabajador o un funcionario en nuestra sociedad.

Parece obvio el alegato de Fernando, pero trasunta mucho más. Al margen de las condicionantes adversas y dificultades, habría que preguntarse cuántas personas han extraviado en sus respectivas responsabilidades, profesiones u oficios, ese talante natural de Andrés.

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