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En la página cuatro de La Molienda

Las casi 20 personas que esperaban en la terminal La Molienda, del municipio de Holguín, para transportarse a Bayamo, vieron los cielos abiertos cuando aquel martes 18 de diciembre, a las 10:50 a.m., hizo su entrada en la estación el ómnibus escolar con matrícula GSF208.

Y quien ha estado en una terminal lo sabe: no hay alivio mayor que ver llegar una guagua vacía y con disposición de recoger pasajeros. Pero el aliento duró poco, porque una discusión y rígidas disposiciones, terminaron por enviar a rodar vacío el que podría haber sido un transporte salvador.

Leodanis Alberto Estrada Rodríguez estaba allí. Y según cuenta, había un carro particular, ya despachado hacia el mismo destino, que aguardaba en el andén, sin tener aún ni un pasajero encima. Cuando el chofer del particular se percató de la presencia de la guagua comenzó a reclamar airadamente al expedidor que no podía dejar que esta cargara, a lo que el empleado respondió que sí. La situación generó un acalorado conflicto, narra Leodanis.

«Casualmente —explica— se encontraban allí dos inspectores de Transporte que le exigían al chofer del ómnibus escolar que debía esperar 30 minutos, para darle salida al carro particular y si dicho carro no salía en ese tiempo, entonces el ómnibus podía cargar (…). Solo que estos 30 minutos no se contaban desde la hora en la que el ómnibus entró a la terminal, sino a partir de que se hizo el documento (despacho), el cual, por la referida discusión tardó en hacerse 20 minutos; o sea, que ya serían 50...».

Los funcionarios manejaron incluso que si el conductor de la guagua cargaba antes de este tiempo podía ser multado. Ante tal exigencia, este argumentó que tenía otros compromisos de trabajo y le era imposible esperar tanto. «A lo que el inspector Alejandro Figueredo respondió que en ese caso debía rodar vacío», relata el remitente.

De esta manera, la veintena de personas que se habían esperanzado en viajar un poco más cómodos y a un precio más accesible, vieron salir su ilusión —completamente vacía— de desandar los 72 kilómetros con destino a Bayamo, a las 11:17 minutos de aquella mañana, evoca el granmense.

«Inconforme por lo vivido le pregunté a los inspectores si era posible que algo así sucediera; la respuesta ya todos la sabemos: “es lo que está establecido”. Decidí entonces, junto a dos viajeros más, dejar en la página cuatro del libro de quejas y sugerencias de la terminal mi insatisfacción y, vía telefónica, al Puesto de Dirección de Transporte en Holguín».

Ni Leodanis, ni sus compañeros de infortunio se explicaban aquello, no porque estuviesen en contra de los porteadores privados, que gran problema resuelven en las difíciles condiciones del país, sino porque consideran, con justicia, que en lo que menos se pensó fue en las personas que estaban, quién sabe con cuántas tensiones, haciendo la cola.

Opina este granmense que los porteadores «se acogen al sistema de oferta y demanda, no pueden sentirse despojados si una mejor oferta aparece; por otro lado, no se puede privar a los viajeros, si ya estaba el ómnibus en el andén, de que viajen en él si ese es su deseo. (…) Siento que quien dictó esta indicación no ha puesto en el centro a los viajeros, pues como ya ven, fueron los más perjudicados».

Cuando Leodanis salió de la estación eran las 12:20 p.m. y todavía el carro particular no había iniciado el viaje.

Ese mismo día, en la tarde, recibió el lector en su casa la llamada de Idalmis Cerrano Santiago, del Puesto de Dirección de Transporte holguinero, quien le explicó que la queja debía formularla en la Empresa de Ómnibus Escolares de Granma. A lo que el reclamante dijo que no entendía, pues el problema se había suscitado a partir de la postura adoptada en la terminal La Molienda.

Después, otra funcionaria, Alicia, le explicó que el carro particular paga el andén y el ómnibus no, por lo que este último debía esperar; pero que de todas formas ella profundizaría en el caso y después volvería a llamarlo.

Aún Leodanis espera. Este granmense que debe moverse a menudo, por cuestiones de trabajo, desde su casa en calle Luis Ramírez López, Edif. 1, Apto. 23, Reparto Centro, en el municipio de Cauto Cristo, hasta la provincia de Holguín, confía en que el beneficio de muchos no vaya a parar a La Molienda de ciertos apetitos.

Este redactor quisiera apuntar otro aspecto: cuando el país diversifica, para bien, las opciones de servicios a la población, cómo entender que la variante estatal se retire de la porfía. Siempre hará falta el trillo expedito para quienes no pueden pagar la gran autopista. Y el ciudadano debe tener la posibilidad de elegir.

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