Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Las oscuras falsías de Clara

El pasado 24 de febrero reflejé aquí una denuncia acerca de supuestas violaciones que se venían registrando en la fecha de pago de los trabajadores de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Frank País, en la ciudad de Santiago de Cuba.

La carta la firmaba Clara Fundora, vecina de Calle 6ta., No. 328, reparto Flores, en esa ciudad. Y señalaba que «cansada de tanto luchar cada mes contra esos demonios, decido acudir a esta sección para ver si, haciéndose público el fenómeno, se corta el mal de raíz».

Al respecto responde la Doctora Maribel Ferrer Vicente, rectora de dicha institución docente, que la misma es fiel cumplidora del Código del Trabajo, al tener explícitamente definido el día 9 de cada mes para el pago del salario a sus trabajadores, de manera de no exceder la fecha, declarada en el Convenio Colectivo del Trabajo. Y agrega que recientemente esa Universidad fue controlada por la Oficina Nacional de Inspección al Trabajo (ONIT) y se reveló el cumplimiento de los procesos relacionados con el pago del salario.

En la plantilla de nuestra Universidad, añade, no existe registrada como trabajadora Clara Fundora. Y en el reparto Flores no existe esa dirección ni la persona demandante, lo cual se verificó con las organizaciones de masas de la comunidad y el Registro de Identidad de la provincia.

Subraya la rectora que en esa Universidad están creados todos los espacios de intercambio sistemático de criterios con los trabajadores, y en ninguno se ha registrado queja, estado de opinión o planteamiento relacionados con irregularidades en el pago.

Apunta que «en el orden ético, es de extrema preocupación que el Diario de la Juventud Cubana no solo publique, sino también cuestione a una institución formadora de maestros y profesores, que es expresión de la pedagogía de la profesionalidad, de la disciplina, del compromiso y de la incondicionalidad, lo que la ha conducido a obtener reconocimientos como centro destacado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte, del Ministerio de Educación, el Partido y el Gobierno del territorio; y que ha sido, además, objeto de múltiples formas de control que le permiten ostentar la categoría de institución certificada entre los centros de educación superior del país».

La Doctora Maribel destaca el rechazo generalizado que provocó la publicación entre los trabajadores del centro. Y cuestiona la agresividad de los planteamientos, así como el hecho de que JR no se haya asegurado de la fidelidad de la fuente, sobre la base de hechos debidamente confirmados.

La Doctora Maribel visitó nuestro diario y sostuvo una reunión con directivos y con este redactor. Y aparte de la carta de respuesta que traía, pudimos comunicarnos con honestidad y transparencia. Se le explicó que esta columna, desde su creación hace ya 15 años, publica las cartas a partir de la confianza

a priori que deposita en los lectores; también porque una sección diaria de correspondencia no puede empantanar su agilidad y servicio público en investigaciones y consultas.

Le comentamos que en todos estos años, son contados con las manos los casos engañosos que hemos publicado. Y no nos ha temblado la mano, cuando llega la respuesta institucional, para poner en evidencia a quienes, en abuso de esa confianza que brindamos, lanzan dardos mentirosos desde identidades y direcciones falsas.

De hecho hoy estamos acusando a quien, bajo una identidad nada «clara», dirige irresponsables mensajes como torpedos, que falsean la realidad.

También aclaramos a nuestra interlocutora que es usual, al final de lo redactado en la columna, insertar juicios del redactor que no aluden precisamente al caso precedente, sino a prioridades reflexivas y preventivas de la misma, como lo fue en este caso el párrafo de cierre del 24 de febrero, más bien relacionado con las respuestas que llegan luego de la queja:

«Victorias pírricas las que obtiene esta columna cuando se resuelven los problemas después de revelarlos aquí. Muy mal acostumbrados ya están algunos a que lleguen soluciones por esta vía: a remache y por remiendos de urgencia. Así no se extirpan los males de raíz».

Evidentemente este redactor no aludía a la Universidad Pedagógica Frank País, que en ese instante no podía haber respondido aún. Sí comprendo que ese colectivo, ya molesto con razón por la falsía de la turbia «Clara», se hubiera molestado con lo que fue solo un recurso estilístico en el título: «La pedagogía del incumplimiento». Y con ellos me disculpo.

Al final, la respuesta ha sido bien clara, para despejar cualquier sospecha de incumplimientos en la fecha de pago de ese centro de educación superior. Ojalá siempre todos los responsables de entidades esclarecieran así los hechos: con apego a la verdad y a la vergüenza.

Pero no porque existan «oscuros» remitentes, en lo adelante vamos a dejar de confiar en la honestidad de nuestros lectores, que casi siempre carenan aquí después de infructuosas gestiones y oídos sordos a sus problemas.

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