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La interminable gira de un giro

Jorge Luis López Argüelles (Edificio 3, apto. 12, Levisa, Mayarí, provincia de Holguín) está bastante molesto con los servicios de Correos de Cuba, a consecuencia de un giro postal que gira y gira, sin posibilidades de ser cobrado por su destinataria.

Cuenta el lector que el 28 de febrero pasado, su cuñado envió desde La Sierpe, Sancti Spíritus, un giro postal a la esposa del primero, en Levisa, con la serie 6270000697, y por valor de 150,00 CUP. Y sin embargo, no lo pueden cobrar por «falta de dinero en el correo de Levisa», según le han explicado.

Ante esa situación, la destinataria del giro, consciente de que el plazo de cobro vencía el 15 de marzo, según la citación, fue a la oficina de Correos. Y allí le reiteraron que dicha sucursal continuaba sin fondos. Una empleada le dijo que esperara, por si alguien venía a depositar un giro equivalente.

La esposa de Jorge Luis esperó hasta que cerró el correo. Pero no llegó nadie a imponer giro. Por tanto, le explicaron el procedimiento a seguir en esos casos: reenviar el giro a su remitente inicial y que lo enviara nuevamente.

El giro, en vez de resolver un problema, ha creado varios a esa familia, pues ella necesita con urgencia ese dinero para atender a su madre enferma. Y ahora el remitente, que labora en el CAI Arrocero Sur del Jíbaro, tiene que dejar de trabajar para volver a imponer el susodicho giro, con los consiguientes costos adicionales.

Jorge Luis no comprende en absoluto que en una oficina de Correos no haya dinero para pagar un giro enviado, ni tampoco el laberinto burocrático de reenvíos y molestias a que someten a quienes se supone sean clientes de esa entidad.

El lector considera que la empresa Correos de Cuba debe analizar sistemáticamente su eficiencia en una labor tan útil y sensible como girar dinero, para mejorar continuamente la agilidad de este servicio e ir delante de cualquier problema que pueda crearle obstáculos y distanciar a los clientes.

Alivios ante el dolor

Carmen Villegas Hurtado (Prolongación de Independencia Nro. 264, entre 3ra. y Carretera Central, Reparto Tirso Díaz, Santa Clara) quiere, en medio de su dolor, agradecer la grandeza humana de tantos que estuvieron junto a ella en los momentos más difíciles.

Cuenta la lectora que su prima, enferma con una T de páncreas, fue atendida devotamente por el doctor Carlos Estupiñán y las dos hijas de este: una, enfermera, y la otra, estudiante de Medicina.

«Los tres —precisa— se mostraron muy compasivos y humanos, al darnos el número de sus celulares, para que llamáramos a cualquier hora. Así se portaron, e hicieron lo imposible hasta el último momento, en que falleció mi prima el 7 de marzo.

«Y qué decir del servicio de la funeraria Camacho… En ese turno de la noche del 7 amanecer 8, una sola mujer, muy pequeña ella, pero con un corazón muy grande, nos atendió como si fuésemos familia, sin dejar de velar cuidadosamente por el local, manteniéndolo extremadamente limpio.

«Qué decir del señor que prepara a los fallecidos… Después de haber arreglado 19 casos, lo llamamos a las 3:30 a.m. y con mucho amor y respeto (junto al chofer, que se veía muy cansado, pero no molesto) nos explicó cosas que desconocíamos.

«Fue un momento muy difícil, pero todos ellos, con su comportamiento tan solidario y afectuoso, hicieron más llevadero nuestro dolor. A todos ellos muchas gracias».

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