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El clamor de una madre

Allá en Demetrio No. 415, en el reparto Barrio Amarillo, de Banes, provincia de Holguín, Damaris Hasty Alcina sostiene una batalla por la vida de su hijo de diez años, que padece de un tumor o neuroblastoma tipo Linfoma no Hodking en la cabeza.

Damaris siente una gratitud infinita hacia la Salud Pública cubana desde que se diagnosticó la dolencia del pequeño en 2009 en diferentes centros asistenciales de la capital y en la propia provincia de Holguín, siempre por medio de las consultas de Oncología Pediátrica. Ella sabe bien que nada se escatima ante un niño enfermo de cáncer.

Viajera permanente con su hijo, Damaris se traslada mensualmente desde Banes a las consultas de seguimiento en el Pediátrico de la ciudad de Holguín, y cada tres meses a La Habana, con similar motivo.

Y como si fuera poco, el medicamento que consume el niño, Melfalam de dos miligramos, solo se expende en las farmacias del servicio Oncológico de La Habana, Santiago de Cuba y Camaguey. Así, la madre debe estar en comunicación permanente con esas farmacias para, luego de la coordinación requerida, viajar también hacia esas ciudades para adquirirlo.

Dado que las más de las veces adquiere el Melfalam en la ciudad de Santiago de Cuba, a más de 200 kilómetros de Banes, en el 2009, el Director de la Sala de Oncología Pediátrica de La Habana le entregó un documento para presentarlo ante las autoridades gubernamentales de su municipio. El mismo resumía la necesidad de que se le facilitara a esa madre la instalación del servicio telefónico en su casa.

Las razones de la petición las resume Damaris: «La delicada salud de mi hijo, los continuos viajes a atenderlo tanto en la capital como en la provincia, así como para mantener oportuna vigilancia ante el desarrollo de la enfermedad, y lo más urgente: tener que estar yo llamando constantemente a Santiago de Cuba para la localización del medicamento».

Damaris entregó en 2009 la carta de solicitud del teléfono en el Departamento de Atención a la Población del Poder Popular en Banes. Desde entonces y hasta hoy, ha tramitado en 16 ocasiones su petición.

Afirma la madre que, ante su insistencia, en una de las reuniones en que ella participó, el Director de Etecsa en Banes informó al Gobierno que había capacidad técnica para dar solución al caso en 2012; que todo dependía de la aprobación.

Damaris cuenta en su misiva que le solicitaron unos días para darle la respuesta final, la cual nunca llegó. Y más recientemente, en 2013, el actual Vicepresidente a cargo de la Construcción y las Comunicaciones en el municipio le informó que ahora no existe facilidad técnica en la cuadra donde ella reside para proceder a la instalación del servicio telefónico.

«Considero una falta de sensibilidad —remarca— la atención recibida en estos largos cuatro años de ires y venires al Gobierno de Banes, donde se conoce al dedillo mi situación.

«Con la enfermedad de mi hijo, hay en el país no más de diez niños. No tengo palabras para expresar el agradecimiento que siento por todo el cariño y amor que derrochan en su atención; y a la Revolución, por sus constantes desvelos para que no le falten el medicamento —importado, por cierto— y tampoco las pruebas requeridas y el tratamiento exquisito que se le dispensa.

«Sin embargo, tanto esfuerzo y esmero del país se ve opacado en mi municipio de residencia, que al parecer no ha interiorizado por un momento la situación que atravieso con mi pequeño hijo», enfatiza Damaris, quien espera el concurso de oídos receptivos y sensibles para que ayuden a solucionar el caso.

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