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Sin calzado ortopédico

Sé del pesar de abuelo, cuando se cierran los caminos para esa criatura que nos renueva la paternidad. Por eso comprendo el sufrimiento de Hermes Velázquez Velázquez, allá en La Paz número A-23, entre Santamaría y Circuito Sur, en Real Campiña, municipio cienfueguero de Aguada de Pasajeros.

Revela Hermes que su nieta cumple pronto dos años, y hace seis meses se le detectó un problema de pies planos en la consulta de Ortopedia del Hospital Pediátrico de la ciudad de Cienfuegos. A la madre de la niña, hija de Hermes, le dieron una receta para unos zapatos ortopédicos que en su interior llevan unos calzos de pocos milímetros.

En noviembre de 2012, la madre fue con la receta al taller ortopédico del hospital, como le indicaron. Y allí, le comunicaron que no tenían materiales ni para los zapatos, ni para los calzos; que llamara semanalmente para saber si los materiales habían llegado.

Pero desde entonces, cada vez que llama, siempre obtiene la misma respuesta: no hay material.

Cansado de tanta espera, Hermes se presentó en el taller el pasado 27 de junio. Allí fue atendido muy bien, pero la respuesta fue la misma: no hay.

«No entiendo que casos como este —señala Hermes— tengan que esperar tantos meses y todavía no haya una respuesta... El tiempo sigue pasando, y mi nieta necesita urgentemente corregir su defecto a tiempo, antes de que tenga problemas mayores».

Cuando la relación cliente-entidad se resiente porque esta no brinda información sobre su trabajo, es difícil que aquel pueda comprender las razones que impiden garantizar lo que no es un lujo de ocasión, sino algo muy necesario para corregir oportunamente un defecto físico de un niño. ¿Habrá que calzar la labor de explicación del taller?

Ni porque es oficial

El jurista Andrés Capote González (calle 21 A, Edificio 65, apto. 23, entre 50 y 52, Jagüey Grande, Matanzas) es profesor de la Universidad de esa provincia, y está suscrito a la Gaceta Oficial de la República de Cuba, para mantenerse actualizado en la legislación vigente.

El 10 de agosto de 2011 formalizó contrato de pago adelantado con Correos de Cuba en Jagüey Grande, para recibir a tiempo la publicación. Y en 2012, las entregas fueron incompletas y de manera irregular.

El 12 de septiembre de 2012 renovó el contrato de suscripción para 2013. Y el 4 de abril de 2013 Andrés se asombró cuando en los propios estanquillos de Correos de Cuba se encontraban a la venta varios números de la Gaceta de 2013 que él no había recibido como suscriptor.

Fue a las oficinas municipales de Correos y allí planteó su queja, dado que como suscriptor le faltaban varias ediciones de 2012 y 2013. La persona que lo atendió le dijo que Correos era un intermediario, y que el problema radicaba en la distribuidora perteneciente al Ministerio de Justicia.

Esa empleada llamó a la División de Correos de Matanzas y no pudo contactar con quien podría dar respuesta más integral al problema. No obstante, le informó a Andrés que otros clientes suscriptores estaban quejándose de lo mismo.

«En varias ocasiones —señala Andrés— he visitado la oficina de Correos, y siempre es la misma respuesta... ¿Cómo es posible que incumplan el contrato contraído, con la obligación de entregar la publicación en los años 2012 y 2013, y que en los propios estanquillos de Correos de Cuba la Gaceta se venda a la población? ¿En qué terreno cae la responsabilidad, Correos de Cuba o la distribuidora de la Gaceta Oficial?».

Sea quien fuere el responsable de esta violación, lo imperdonable es que la entrega a los suscriptores de una publicación oficial de este tipo, contentiva de la legislación que tanto debemos vindicar y hacer cumplir ante tantas ilegalidades, atraviese estas transgresiones e incumplimientos con los ciudadanos.

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