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Bochornoso

El pasado 12 de mayo, José Ángel Pardo contaba aquí desde Marianao, La Habana, que su esposa Yanet Bonitti fue avisada el 30 de julio de 2012, por una prima que reside en Suecia, del envío de un bulto postal mediante Correos de Cuba.

Tras varias semanas de espera, José Ángel se personó en el correo de avenida 51 esquina a 128, en Marianao, y le entregaron el bulto postal, que tenía una envoltura no habitual: un nailon sellado con plástico. Y todos los artículos contenidos en el interior empapados en agua.

José Ángel se negó a recibirlo así, y se hizo la reclamación pertinente el 27 de septiembre de 2012 en las oficinas de Correos de Cuba de avenida 33-A, entre 82 y 84, en Marianao, ante una funcionaria llamada Tatiana, quien les dijo para asombro de ellos que era muy probable que no procediera la reclamación. El argumento de Tatiana fue que si el bulto pesaba lo acordado, era señal de que no hubo sustracción de artículos: así, mecánicamente, aun cuando los mismos estuvieran en mal estado, incluido un teléfono celular que nunca sirvió para nada. La reclamación solo era válida si había pérdida.

La funcionaria les dio un número de teléfono. Tuvieron que esperar varios meses, y el 17 de enero fueron citados a las oficinas de Correos de Cuba en calle 33-A entre 82 y 84. Les dijeron que sí correspondía la indemnización por 130 CUC, por deterioro del bulto.

Unos tres meses después, les comunicaron que no sería tal suma pues Aerovaradero, la responsable de recepcionar esos envíos no pagaría aquella cantidad, pues tienen una tarifa para esos casos, y solo les correspondería alrededor de 80 CUC.

«Han transcurrido diez meses —señalaba José Ángel— y nada de dinero. Solo excusas y más excusas. Por último, me dicen que ya los cheques están firmados, pero en el Banco que debemos cobrarlos la persona encargada de recibir y autorizar ya no está. Y ahora el Banco debe nombrar otra persona para esa función. Hoy 9 de mayo nada se ha resuelto».

Al respecto, responde Madeleine Deroncelé, directora general de la Empresa de Correos Habana Oeste, que «el origen de los bultos mojados que ha entregado Correos de Cuba a varios clientes, está en las dificultades presentadas por Aerovaradero, entidad con la que Correos mantiene una relación contractual, y que es la que recepciona de las aeronaves esas mercancías en el Aeropuerto Internacional José Martí».

Explica que Aerovaradero presentó dificultades por falta de capacidad de sus instalaciones ubicadas en la Terminal de Boyeros, para recepcionar y almacenar la avalancha de bultos que arribaron al país, previo a la puesta en vigor del pago de los derechos arancelarios en CUC. Por ello, «muchos bultos estuvieron a la intemperie y se mojaron, afectando a un número significativo de nuestros clientes, por lo que Correos de Cuba estableció una demanda a dicha entidad», señala.

Sí reconoce que Correos de Cuba no fue previsora, y no informó a sus clientes sobre esa situación oportunamente, sobre las causas y las medidas adoptadas. Y tampoco fue correcta la información que brindó al cliente la técnica de Atención a la Población, sobre el importe a pagar por resarcimiento, motivo por el cual «se adoptaron las medidas administrativas correspondientes con dicha trabajadora».

Agrega que una representación de Correos de Cuba visitó a los clientes y les dio explicación sobre los resultados de la investigación y las medidas adoptadas, al tiempo que les aseguraron su indemnización acorde con lo establecido por Correos de Cuba.

Agradezco la respuesta, y aun así, no puede negarse que tal episodio es un bochorno inadmisible. Lamentablemente, Aerovaradero no ha dado una explicación a esta sección por su responsabilidad ante lo sucedido. Y no es la primera vez que historias similares se reflejan aquí.

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