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Laberintos ambulancieros

Pedro Cama Camejo (Avenida 54 No. 6901-A, entre 69 y 71, Cienfuegos) cuenta que meses atrás, su esposa debutó con una pancreatitis aguda, que le provocó cuatro crisis e igual número de ingresos, en apenas dos meses y medio, al extremo que perdió más de 25 libras de peso.

Al no ser suficientes los estudios hechos en Cienfuegos para hallar las causas, y por encontrarse roto allí el equipo requerido para una prueba concluyente, la dirección del Hospital Provincial, sito en esa ciudad, coordinó con el Centro Nacional de Cirugía de Mínimo Acceso, en el municipio capitalino de Diez de Octubre, para efectuarle allí la prueba.

Esta consiste en una endoscopía muy especializada, que se realiza con anestesia general, y que no solo es exploratoria, sino que permite realizar microcirugías durante la misma, si fuera necesario. Y así fue el caso de su esposa.

Por ello, y por ser ambulatoria la prueba, fueron transportados la paciente y su esposo en una ambulancia del Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM) de Cienfuegos, con la compañía y cuidados del doctor César Quevedo, la paramédica Yolanda y el chofer Librado.

Así, en el centro asistencial en la capital se hizo el estudio. Y ya recuperada la paciente al filo del mediodía, Pedro se dirigió a coordinar con el chofer de la ambulancia, para el retorno, una ruta hacia la Autopista Nacional que evadiera calles con baches, pues estaba adolorida de la microcirugía efectuada.

Pero el chofer le explicó lo que el SIUM tiene establecido: cuando las ambulancias de otras provincias viajan a La Habana con un paciente, deben pasar antes de retornar por la Dirección Nacional de esa entidad con el mismo a bordo, para que quede comprobado que no quedó ingresado en la capital, y que la tripulación no utilizará su capacidad con otros fines.

Pedro insistió en el peligro de aventurar a su esposa por calles en mal estado, pero el chofer le argumentó que, de no cumplir con ese requisito, podría ser sancionado e incluso perder su empleo. Por su parte, el doctor César Quevedo, en su calidad de acompañante, también se asombró con la medida, y se comunicó por teléfono con la Dirección Nacional del SIUM, para explicarles las características de la prueba a que había sido sometida la paciente, y proponerles que la ambulancia se presentara allí y luego los recogiera de regreso. Pero fue en balde…

«Nos vimos obligados a recorrer calles en mal estado, hasta la Dirección Nacional del SIUM con mi esposa, y con otra paciente cienfueguera a la cual, semanas atrás, le habían realizado una compleja operación en La Habana, y había viajado a consulta posoperatoria, con el único propósito de que algún funcionario de esa institución abriera la puerta de la ambulancia y verificara con sus propios ojos que, ciertamente, viajaban pacientes en ella.

«Llegamos al lugar, y el chofer se dirigió a la oficina correspondiente, mientras nosotros permanecíamos en el vehículo. Allí le pusieron el mal traído cuño al documento establecido y… ¡hasta la vista, cienfuegueros! Por increíble que parezca, nadie se personó a verificar la presencia de pacientes en la ambulancia.

«Posteriormente pude conocer, a través de varios ambulancieros en Cienfuegos, que es frecuente que eso ocurra. También supe que de tal disposición no se libran siquiera los pacientes que viajen clasificados bajo la categoría de “código rojo”.

«¿Cómo es posible —pregunta él—, tal muestra de irrespeto hacia los demás, hacia aquellos que son la única razón de que tal dependencia exista?». Y argumenta además que el enorme esfuerzo que el país realiza por asegurar el acceso a la salud de la totalidad de los ciudadanos, garantizando incluso transportación especializada cuando es necesario, no debía ser mancillado por una medida absurda, que pone en riesgo la propia salud de esos pacientes».

Se pregunta también Pedro si no son capaces de hallar otro mecanismo de control, que evite el sobregasto de combustible que representa, primero, presentarse en el SIUM luego de que dejan al paciente en el hospital, y después retornar cuando ya deben partir a su lugar de origen.

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