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Demolerán, no se sabe cuándo

El pasado 22 de agosto, Alfredo Durán, de Paula 106, entre Cuba y Damas, en La Habana Vieja, alertaba aquí del peligro de que se desplomara sobre su vivienda, y sobre una ciudadela limítrofe también, un edificio en «estática milagrosa», precisamente en la esquina de Cuba y Paula. El problema, refería, data del 2004. Cartas a todos los niveles, pero el caso vuelve a su sitio. Las respuestas siempre dicen que la queja se pasó a las autoridades municipales. Y no llega la solución.

Explicaba Alfredo que en ese inmueble los vecinos fueron reubicados en albergues y solo quedaban allí dos núcleos familiares, uno con dos personas y otro con una. Pero con los colindantes no se había tomado ninguna medida de protección.

«Son conocidos los acumulados problemas de vivienda del país —apuntaba entonces este redactor—, con caracteres graves en la capital. Hay casos que pueden esperar un tiempo y otros que no. Si peligra la vida de varios vecinos ante la posibilidad de un cercano derrumbe, hay que buscar soluciones en breve plazo. Nunca habrá excusas para “sepultar” un caso tan delicado. Lo peor es que cundiera la mentalidad de “estática milagrosa” en quienes deben decidir oportunamente».

Responden William M. Porro y Eduardo Torres, director y subdirector de Conservación, respectivamente, de la Unidad Provincial Inversionista de la Vivienda (UPIV), que se prevé la demolición del edificio sito en Paula 108, junto a otras 32 edificaciones críticas de la ciudad.

En el inmueble de Paula 108, precisan, conviven aún dos núcleos pendientes de evacuar, que se encuentran en vías de solución por la Unidad Provincial de Atención a las Comunidades de Tránsito (UPACT). «Se determinaron las acciones de demolición necesarias a ejecutar, para lo cual es imprescindible la evacuación de todos los núcleos familiares, con el objetivo de salvaguardar sus vidas y pertenencias. No obstante lo anterior, los núcleos familiares recibirán la información oportuna sobre el proceder de nuestras entidades, incluyendo los factores del territorio, con respecto al alcance de todas las acciones constructivas a ejecutar».

Agradecemos la respuesta, aun cuando no da al menos un estimado de cuándo puede ser la acción, ante un peligro cada vez mayor. Esperemos que a tiempo se realice. La vida humana no admite esperas.

El peligro de cruzar

Desde la finca San Pedro, kilómetro 154 de la Autopista Nacional, municipio matancero de Jagüey Grande, escribe Nelson Leyva en nombre de padres preocupados, porque sus hijos no se han podido incorporar a la enseñanza primaria en este curso.

Refiere que en el curso 2009-2010 fue cerrada la escuela de ese batey, y los alumnos fueron trasladados hacia otra comunidad, que se encuentra a unos cinco kilómetros. Los pequeños deben cruzar la Autopista Nacional, con el tremendo riesgo que representa si se toman en cuenta las velocidades a que circulan los vehículos por la misma.

«Los padres —señala— no estamos dispuestos a arriesgar la vida de nuestros hijos. En el curso pasado tuvimos una lamentable experiencia en el mes de marzo, cuando un padre que llevaba a su niña a caballo a la escuela sufrió un accidente en la Autopista».

Entonces, fueron a la Dirección Municipal de Educación, buscando una solución al problema, al menos un transporte que los llevara, que no fuera de tracción animal. Y nada lograron, asegura. En agosto de 2012 volvieron a Educación Municipal: lo mismo. Escribieron a la Dirección Provincial de Educación. «Hasta ahora nadie ha podido darnos una solución», señala.

El pasado 14 de octubre —apunta— fueron citados los padres a Educación Municipal y allí se les dijo que los iban a remitir a Fiscalía. Ellos fundamentaron que no se niegan a que sus hijos vayan a la escuela, solo están exigiendo seguridad para sus vidas, y otra alternativa. Como ejemplo, indica, hay otra escuela a solo dos kilómetros, y no implica el gran peligro de cruzar la Autopista Nacional.

«Nos mantenemos comunicados con Educación Primaria del Ministerio de Educación, y nos dicen que se está trabajando en el caso, que necesitan hacer una visita para valorar. Nos dicen que vienen todas las semanas, y nada. Lo cierto es que el tiempo pasa y los niños son los perjudicados.

«Comprendemos que los padres somos los responsables de la educación de nuestros hijos, pero en este caso no podemos hacer nada, pues no tenemos transporte. Y estamos trabajando; las madres, embarazadas y paridas. Y el tramo es muy distante para llevarlos caminando.

«No es capricho ni aferramiento. Es la vida de los niños. Precisamente, ayer 23 de octubre ocurrió un accidente en el mismo tramo de la Autopista por donde deben cruzar los niños. En el mismo horario de la mañana, a causa de la neblina que dificulta la visibilidad», concluye Nelson.

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