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Por cinco minutos

El esfuerzo por rescatar la institucionalidad y la disciplina, así como el respeto a la ley, urgencias en que está inmerso el país, no puede confundir la autoridad con el autoritarismo, ni el rigor con el extremismo y la arbitrariedad.

Lo digo a raíz de lo que ha sufrido Ernesto Carlos Reyes Cuesta, vecino de Calixto García, No. 374, entre Santa Teresa y Pared, en la ciudad de Manzanillo, a raíz de una multa de 1 200 pesos que le impusieran el pasado 5 de junio.

Cuenta Ernesto Carlos que se dirigió a las oficinas de Cobro de Multas de Manzanillo, para hacer un contrato y poder pagar a plazos ese deber fiscal. Y allí le informaron que tenía que abonar una cuota mensual de 200 pesos, hasta extinguir la deuda; y que, de incumplir, se le duplicaría la multa.

El multado cumplió disciplinadamente sus pagos en los meses de julio a septiembre. Todo marchaba sobre rieles hasta que el 5 de octubre, sábado, fue a realizar el nuevo pago. Llegó a las 12:05 p.m., y el Director de la oficina le dijo que estaba atrasado cinco minutos, que ellos solo laboraban hasta las 12 meridiano». Asegura Ernesto Carlos que el funcionario le manifestó «que podía ir adonde me diera la gana, al Gobierno, a Fiscalía… pero que mi multa estaba duplicada: de 1 200 a 2 400».

De esta forma, y por cinco minutos pasado el plazo de pago —subraya Ernesto Carlos—, las cuotas abonadas de julio a septiembre ya no contaban, y tenía que empezar a pagar de nuevo mi deuda. Y todo aconteció estando todavía abierta la oficina, y con gestores cobradores aún en sus puestos.

El lunes 7 de octubre Ernesto Carlos volvió a la Oficina intentando pagar su deuda de octubre, mas recibió la misma respuesta del Director. Agobiado, fue al Gobierno municipal y se entrevistó con la Vicepresidenta que atiende las Finanzas. Al explicarle su situación, ella no podía dar crédito, y se alarmó, como hubiera hecho cualquier persona sensata, con un ápice de sensibilidad humana. Con suma cortesía, le explicó que debía dirigirse a la Fiscalía Municipal.

En la Fiscalía, lo atendieron muy correctamente en el Departamento de Atención a la Ciudadanía, y le explicaron que la penalidad no podía duplicarse. Llamaron a la Oficina de Multas, y tras un largo diálogo esclarecedor, le puntualizaron que lo que se duplicaba era la cuantía de las cuotas mensuales que faltaban por liquidar.

Ya resignado, acudió el lunes 4 de noviembre a la Oficina de Cobro de Multas a realizar un nuevo contrato a plazos. Y para sorpresa suya, el Director de la misma le informó que debía pagar lo pendiente de un solo golpe y en tres días hábiles.

Ernesto Carlos hace unas cuantas preguntas:

«¿No existe en el municipio persona u organismo alguno facultados o con más autoridad que ese Director, que puedan revertir tal situación?

«¿Qué sucedería si otras instituciones como las de bomberos y hospitales no te atendieran por solo llegar cinco minutos tarde?

«Si se tiene en cuenta que en este momento no tengo empleo, pues quedé disponible en mi trabajo, y me es imposible pagar el dinero de un solo golpe, ¿tendré que ir a prisión?

«¿Qué habría sido de las cuotas mensuales abonadas por mí, de julio a septiembre, de no haber reclamado y asistido a Fiscalía, donde me aclararon que lo que se duplicaba eran las cuotas pendientes?

«¿Existen mecanismos de chequeo y control financieros en dichas oficinas, como auditorías y fiscalizaciones?».

Y apostilla este redactor: El deber de cumplir con puntualidad ciertas obligaciones no implica perder de vista la necesidad de ser flexibles. Alguna vez todos nos hemos retrasado cinco minutos, pero lo importante es que el deseo de ser responsables preceda nuestros actos. Si la oficina aún estaba abierta, ¿resultaba tan difícil ayudar al lector a pagar la multa correspondiente al mes?

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