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Las paredes del subsidio

La vivienda es una de las grandes necesidades sociales que el país debe ir solucionando en la medida en que la economía desate sus ataduras. Esperanzadora y justa ha sido la política de otorgamiento de subsidios, aunque su implementación ha generado en algunos sitios inconformidades y dudas, como se ha reflejado en esta columna.

La cienfueguera Wilda Castellón Loza (calle Paseo Martí No. 13, e/ Cienfuegos y Candelaria, Cumanayagua) cuenta que en 1996 su vivienda fue afectada por el ciclón Lili, el que le provocó un derrumbe parcial de paredes y techo, que no llegó a derrumbe total gracias a la fuerza suplente del apuntalamiento.

Tras esas ráfagas, el 29 de octubre de 2012 le es otorgada a la remitente la licencia de construcción y solicita entonces un subsidio para enfrentar la edificación de su hogar.

«Según tengo entendido, las Direcciones Municipales de la Vivienda disponen de

15 días hábiles para conformar los expedientes y presentarlos a los Consejos de la Administración Municipal (CAM) del Poder Popular, en tanto que estos disponen de 30 días laborables para su aprobación», apunta la lectora.

Pero sucede que no fue hasta el 21 de marzo de este año que el CAM de Cumanayagua se reunió —refiere la lectora— para revisar y aprobar las solicitudes de subsidios entre las que se encontraba la de Wilda. Su pedido fue denegado.

«Mi núcleo familiar está compuesto por mi nieta Laura de los Ángeles Agüero Peña, que es una joven epiléptica producto de atrofia cerebral de nacimiento; mi hijo Antonio Agüero Castellón, que posee desde joven una espondilitis anquilopollética, y yo, que soy impedida física por varias causas de enfermedad. También poseemos un bajo ingreso monetario de 200,00 de mi retiro y 370,00 de (salario) de mi hijo», explica la cienfueguera.

Teniendo en cuenta esta situación y la demora en el análisis de su solicitud, esta mujer considera que han existido irregularidades en el proceso de otorgamiento, en lo referente a su caso, y que se necesita por ende una revisión profunda de este. ¿Qué dicen las autoridades facultadas?

Espera en Bejucal

También del espinoso tópico del subsidio trata la carta de Yusladys Hojas Rodríguez (calle 7, No. 2003-A, entre 20 y 22, Bejucal, Mayabeque), quien ya no sabe qué hacer con el derruido techo de tejas de su hogar.

A raíz del derrumbe de parte de la cubierta, Yusladys pidió, desde el 7 de marzo de 2013, esta ayuda no reembolsable. Ella y su familia poseen licencia de construcción y se consideran con las condiciones necesarias para ser seleccionados por las respectivas comisiones que otorgan el subsidio.

Desde esa fecha «todos los meses nos hemos preocupado de preguntar sobre este proceso a la Dirección Municipal de Vivienda y al Consejo de la Administración Municipal, que también tiene que ver con esto, pero siempre recibimos la misma respuesta: «No ha entrado dinero, tienen que esperar». Así ha pasado ya un año y nada. Esta semana se nos cayó la otra parte del techo, así que la mayor parte de la casa está expuesta al sol y a la lluvia con el consiguiente deterioro de muebles y demás pertenencias.

«Yo vivo con mis padres, ya mayores, y mi niño de siete años (…) Espero que se estudie mi caso», se duele la mayabequense.

Y este redactor, más allá de comprender que las administraciones municipales no pueden hacer magia si no disponen de recursos, apunta lo que tanto se ha dicho y pocas veces se lleva a vías de hecho: falta una estrategia de comunicación y control populares —transparentes, amplios, oportunos— para que estos procesos sociales se enrumben con la conciencia compartida de que se está haciendo justicia.

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