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Sin agua, en pleno verano

Para colmo, con los calores del verano se agrava el suministro de agua en diversas localidades. ¿Hasta dónde las carencias del vital líquido responden a inevitables problemas de recursos y financiamiento, y hasta dónde a imprevisiones, descuidos y desatenciones? Invito a los lectores a hacer un ejercicio analítico con estos casos.

Arturo Duvergel escribe desde Avenida 3ra. No. 16257 entre 162 y 164, en Playa Baracoa, del municipio artemiseño de Bauta. Y cuenta que hace casi diez años una parte de ese poblado presenta serios problemas con la entrada de agua. De allí han escrito a las instancias locales, provinciales y nacionales, pero con resultados casi nulos.

Al fin, comenzaron las obras en esa zona para la instalación de nuevas tuberías. Abrieron las zanjas en la avenida 1ra., pero según los representantes de Acueducto municipal y provincial, el proyecto no seguirá hasta el policlínico, como estaba previsto. Y los vecinos seguirán sin agua.

Uno de ellos, Lázaro Díaz, escribió en abril de 2013 al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y no obtuvo respuesta. Apenas se situó una pipa de agua semanal, que lleva agua a los residentes en un horario inadecuado: mientras estos trabajan. Resultado: quienes laboran no se benefician.

«Los vecinos de este lugar conocemos de la existencia de 19 piscinas de agua dulce en la localidad, lo que contrasta con que algunos no tenemos agua prácticamente ni para beber», concluye Arturo, esperanzado en que un oído responsable y sensible se acuerde de que, en cuestiones de distribución de agua, Playa Baracoa existe.

Félix Díaz Hernández (Calle I No. 15013, entre 7ma. y D, Altahabana, La Habana) cuenta que su edificio sigue confrontando problemas con la entrada del agua: hasta una semana han estado sin el servicio. Y lo preocupante es que no constituye asunto de suficiencia en el suministro, sino de anárquica e ilegal manipulación de las válvulas por residentes en otras cuadras, a su conveniencia.

A partir del conocimiento de esas malas prácticas, los vecinos han presentado quejas a Acueducto, y les envían una pipa a la semana. Ellos entienden que la solución no es esa, sino revisar la indisciplina existente anteriormente señalada.

Amalia Reyes denuncia, en nombre de los vecinos de La Juanita No. 1, en avenida 46 y 48, entre 63 y 69, en la ciudad de Cienfuegos, la silenciosa batalla del agua que allí se registra, de la cual han informado a Acueducto municipal.

Constantemente les llega poca agua, y para extraer aire de las tuberías y dar más fuerza al agua que llega, los inquilinos han tenido que «acudir a la inventiva cubana, y se han hecho de un “chupón”, una especie de bomba similar a las de echar aire a las cámaras de bicicletas, pero de mayor tamaño.

«Cuando el agua asoma, sin presión ni cantidad suficiente, conectan el equipo a la tubería y comienzan su accionamiento manual. Luego de varios intentos, en ocasiones no logran su objetivo de extraer el vacío y que aflore el líquido, lo que trae como resultado que no puedan conectar las llamadas turbinas o motores.

«Imagínese dar como promedio de 20 a 30 bombazos y nada. Las personas terminan muertas de cansancio e irritadas, sin lograr coger agua. Esta situación está ocurriendo desde hace unos cinco meses atrás», concluye Amalia.

Desde la Comunidad Genética del Oeste, en el municipio artemiseño de Caimito, describe Elier Vargas Urra la complicada situación que viven allí sus habitantes: la turbina de la localidad se rompió, y el 24 de julio pasado, cuando me escribió, llevaban más de un mes cargando agua.

La Empresa Genética del Oeste, que antes apadrinaba la comunidad, les enviaba pipas de agua. Pero ahora «las pipas desaparecieron. No puede mandárnoslas porque no tiene. Y por muchas gestiones que haga el Delegado, solo se ha conseguido en ocasiones una pipa, que resulta insuficiente».

El desenlace, según Elier, es que han tenido que recurrir a los particulares. «Te cobran el agua por echártela en tu casa, por supuesto. Pero lo cierto es que ningún cubano, viviendo de su trabajo, puede soportar estar comprando cada dos o tres días una pipa de agua».

¿La Dirección de Acueducto Municipal no está obligada a prestar ese servicio a los vecinos de la Comunidad Genética del Oeste?

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