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Escalones en la avenida

Aunque se decida derribar con las mejores intenciones y fundamentaciones legales, podría haber situaciones que requieran una valoración.

Me adentro en estas reflexiones tras leer la misiva de los santiagueros Benigna Duanis Justis (Avenida Carretera del Morro No. 68, entre Gasómetro y Calle 3, Reparto Mariana de la Torre) y otros 11 vecinos de la misma cuadra (casas No.70 a la 84), quienes no entienden la orden que acaban de recepcionar de las instancias de Planificación Física a nivel municipal.

Resulta que de buenas a primeras, estos vecinos recibieron, el 11 de noviembre pasado, la visita de una empleada del Instituto de Planificación Física (IPF) a nivel de municipio, quien les indicó demoler los escalones de sus respectivas viviendas que descansan en la acera correspondiente a la cuadra donde residen.

«La funcionaria nos explicó que la forma en que están construidos estos escalones de acceso a nuestras casas, ubicados en un espacio de la acera de una avenida principal, violan las regulaciones urbanísticas vigentes; ya que descansan en la acera de la avenida o calle relacionada y no dentro del límite de las propiedades de nuestras viviendas. La funcionaria nos manifestó además que debemos demoler estos escalones a partir del mes de enero del año próximo», narran los remitentes.

Ante la terminante orientación, los lugareños anteponen algunos elementos. En primera instancia, cómo es que se indica una medida tal, en esta fecha, luego de que los escalones están construidos —en su inmensa mayoría— hace más de 40 años.

Por otra parte, argumentan los vecinos, la regulación urbanística que se está aplicando no les ha sido presentada en ningún momento por escrito en su totalidad, en formato impreso de modo de poderlo analizar, «teniendo en cuenta la afectación que nos provoca particularmente».

Pero más allá de lo anterior, los vecinos apuntan que la causa que motivó la construcción de los escalones y de los muros-represa al frente de sus respectivos hogares es que, desde hace décadas, ese segmento de la ciudad es víctima de inundaciones que les han provocado daños considerables en sus inmuebles.

«Vivimos en la zona de más baja altura respecto al nivel del mar de toda la avenida —señalan—. Las aguas que llegan a nuestra zona son el vertimiento de todas las calles laterales ubicadas en las cotas del terreno más altas; más las aguas que vienen bajando por la avenida, desde otras zonas como el reparto Vista Hermosa».

De ahí que durante las etapas de fenómenos meteorológicos adversos, el área se inunda a tal extremo que el agua ha llegado a tapar los bancos del parque ubicado en la referida vía, con alturas que van de los 30 a los 80 centímetros desde el nivel del suelo, sin contar las «olas» generadas por el paso de algún vehículo pesado en tiempo de tormenta, refieren.

De ahí los muros con que desde la década del 70 —por medios y esfuerzos propios— se protegieron los lugareños, y los escalones correspondientes para acceder desde la calle a sus respectivos hogares.

Admiten los remitentes que las construcciones de marras son un «mal necesario», una barrera arquitectónica, pero también esgrimen que la situación objetiva que los provocó «se debe al diseño propio de la ciudad y el sistema de drenaje existente, que no es totalmente funcional ni aun en momentos de lluvias consideradas poco intensas para otras zonas de la ciudad».

Comprenden los remitentes la necesidad de que Santiago sea una ciudad organizada y estéticamente agradable, más ahora que cumplirá 500 años, pero también desean que su situación sea analizada.

Abrazo para seguir

Como este es el último Acuse del 2014, deseo que mientras lean estas líneas disfruten, junto a sus seres queridos, de una excelente salud y de una inmensa alegría. En este sempiterno ritual de medir el tiempo, uno llega a convencerse de que solo lo bueno y lo justo nos impulsa a seguir adelante con tranquilidad, sin dejar pesadas anclas de la memoria en las horas que se alejan…

Ojalá con esta última hoja que arranquemos de nuestros almanaques, también se vayan las ineficiencias e indolencias con las que los lectores tuvieron que chocar en 2014. Nadie asegura que los días por venir estén exentos de lucha y dolores de cabeza. Pero también los domaremos. Un abrazo.

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